Durante más de un siglo la población de Juan Lacaze mantuvo una alta dependencia hacia dos grandes industrias -la textil y la papelera-, que propiciaron la fundación y el desarrollo posterior de la ciudad.
La actividad industrial generó un modelo económico que mantuvo escaso relacionamiento con otros sectores productivos que se desplegaron en el resto del departamento de Colonia. El cierre definitivo de ambas industrias, ocurrido en esta última década, despertó muchas interrogantes acerca de cuál sería el destino de esa localidad que emergió al costado del Río de la Plata. Varias de esas preguntas atraviesan la vida cotidiana de los integrantes del Centro Comercial e Industrial de Juan Lacaze.
Un grupo de socios de la institución está concentrado en promover otros modelos de desarrollo económico, vinculados a la promoción turística y al afianzamiento de la industria alimenticia local, que ayudarán a “generar un cambio de mentalidad”, según explicaron a la diaria.
Orgullos locales
Previo a la llegada de la pandemia, durante tres años se desarrolló una feria de emprendedores lacazinos que captó la atención de “muchísimo público” en cada una de sus ediciones. Allí, especialmente las pequeñas y medianas empresas vinculadas a la cadena alimenticia mostraron productos que, en algunos casos, no eran conocidos por los propios locatarios. Quesos, dulces, fiambres, cervezas artesanales, helados, entre otros, fueron consumidos con avidez por los asistentes a esas muestras.
Ese antecedente, imposible de realizar en el marco del distanciamiento social, propició un cambio de estrategia por parte de la gremial lacazina para difundir la gastronomía local.
Con ese objetivo, hace pocos meses invitaron al director de Turismo de la Intendencia de Colonia, Roque Baudean, a realizar un recorrido por la ciudad. A lo largo de las 12 horas que duró ese periplo, el funcionario y los comerciantes sabaleros recorrieron las viejas industrias locales, la zona portuaria, las playas, los espacios públicos, las diferentes alternativas de alojamiento y gastronómicas. Mientras caminaban por la ciudad, los improvisados guías hicieron relatos de la historia local y de sus artistas, especialmente sobre José Carbajal el Sabalero.
Al finalizar esa jornada, los comerciantes obsequiaron a Baudean una canasta llena de dulces, quesos y fiambres elaborados en la ciudad. “‘¿Dónde se pueden comprar todas estas cosas en Juan Lacaze?’, nos preguntó Baudean, y allí nos dimos cuenta de que no había un solo lugar para hacerlo”, recuerda María Laura Alles, propietaria de un comercio de venta de plantas y de decoración, en conversación con la diaria.
De ese modo surgió una propuesta para llevar adelante desde el Centro Comercial: diseñar exhibidores para los diversos productos gastronómicos locales y colocarlos en los comercios para que los visitantes puedan adquirirlos. A esa movida la bautizaron “Juan Lacaze hace”.
“También queremos instalar la idea de que a la hora de elegir debemos hacerlo por los productos locales, porque son muy buenos”, apunta Alles. Además, instaron a los propietarios de los locales gastronómicos a que sumen esos productos a sus preparaciones, para aumentar la participación de cada uno de ellos. “Detrás de cada una de esas marcas hay historias familiares, con personas que generan trabajo y mano de obra para la ciudad”, valora Alles. Y agrega que “la interacción lleva un poquito de tiempo, hay que aceitar la cadena para que los comercios trabajen con los productos locales, pero se va a lograr”.
El artesano Pedro Larrama cree que el desarrollo de un proyecto turístico local, basado en la exposición del patrimonio industrial e histórico, debe formar parte del circuito que integran otras localidades colonienses del eje de la ruta 1. “No podés traer a la gente sólo a pasear, sino que hay que tratar de que pase varias horas en la ciudad y que consuma los productos locales”, explica. Y afirma: “Hay que vender cosas; el turismo interno es importantísimo, porque la gente viene y compra en las granjas de Colonia Valdense y Nueva Helvecia, que son lugares que tienen más prensa y marketing que nosotros”.
Laura Aguinaga, escribana y propietaria de una empresas de excursiones, enumera “los millones de motivos” por los cuales resulta necesario conocer Juan Lacaze. Ella también cree que la historia de la ciudad y las memorias de sus habitantes deben estar presentes a la hora de construir un relato para contar a los potenciales visitantes. “Si seguimos trabajando juntos para conseguir los objetivos lo vamos a lograr”. La profesora Clivia Frascarelli asiente lo que dice su compañera y destaca el valor de la colección arqueológica René Mora -otro tesoro de los lacazinos que aguarda ser expuesto-, al igual que la infinidad de recuerdos que existen sobre la vida dentro de las industrias. “Debemos mostrar y enseñar sobre esas historias”, resalta.
María Laura Alles está “muy satisfecha” con la tarea realizada hasta el momento por el Centro Comercial. Agrega que “es necesario” que el Estado “ayude” con la presencia de profesionales en diferentes áreas, “porque nosotros trabajamos de modo honorario y porque nos gusta, pero todo se hace a pulmón y con los recursos propios de la institución”. “Nosotros a veces nos cuestionamos porque no nos veíamos con este perfil turístico, porque mirábamos sólo lo industrial y no al hermoso puerto turístico que tenemos, a las playas y a un montón de historias para contar. Será un proceso que debemos llevar entre todos -Municipio, Intendencia, Asociación Turística de Colonia-, pero ya lo empezamos”, concluye.