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Foto: Ramiro Alonso

La alimentación de los gatos: ¿qué pasa con el pasto?

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La mascota y su contexto.

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A la hora de alimentarse, los gatos tienen un comportamiento selectivo, hasta caprichoso. No son de comer cualquier cosa y me animaría a decir que están a la altura de cualquier jurado que se dedica a evaluar y aprobar o no un precioso plato gourmet. Sin embargo, les gusta comer pasto o, para ser más precisos, dentro de su dieta habitual buscan aquello que contenga fibras y si proviene del pasto, mejor.

¿Por qué? Cuando ingieren fibras ayudan a que su estómago se purgue o limpie de restos de alimentos no digeridos. Recordemos que hasta no hace mucho tiempo las comidas balanceadas no existían, de manera que ratones, pájaros y otros animales eran parte de su dieta diaria, y está claro que no todo se digiere fácilmente.

A su vez, el notorio comportamiento de limpieza felino hace que terminen ingiriendo pelos mientras se acicalan. Por lo tanto, también hay que despojarse de ellos.

Con la ingestión de pasto se provoca el vómito, y así vacían el contenido no apto de su estómago, cuidándolo de alguna manera de posibles lesiones.

Además, este hábito alivia el tránsito lento en el animal. Las fibras que pasan al intestino absorberán agua y mejorarán su funcionamiento, evitando que se estriñan; así podrán mantener cierta regularidad a la hora de defecar.

El pasto les sirve, al mismo tiempo, para el control de parásitos. Al comerlo ingieren bacterias que regulan la población parasitaria y además, como desencadena el vómito, logran que estos no tengan tantas posibilidades de pasar a su intestino y asentarse.

Por otro lado, les aporta vitaminas y minerales que no necesariamente se encuentran en su dieta, principalmente carnívora.

Cuando no tienen acceso al consumo de pasto, optarán por plantas alternativas que no sólo no ayudarán a su cometido inicial, sino que pueden llegar a enfermarlos de gravedad. Cuando hablamos de cualquier tipo de plantas y de su toxicidad nos referimos, por ejemplo, a hiedras, marihuana, hortensias, lirio de la paz, laureles, las que se les ocurra. Dependiendo de la cantidad y de la planta, el gato mostrará niveles de alteración que pueden poner en juego su vida. Acá van algunos ejemplos:

Marihuana Tras la ingestión muestran síntomas de depresión del sistema nervioso central y descoordinación, así como vómitos, babeo, diarrea, convulsiones, y pueden llegar al estado de coma.

Hiedra Todas las partes de la planta son ligeramente tóxicas, a excepción de los frutos, que son de una toxicidad extrema. Comerla puede ocasionarles vómitos, diarrea y malestar general, fiebre, espasmos musculares, excitabilidad, bradicardia o disminución de la frecuencia cardíaca y, dependiendo de la dosis y del tamaño del animal, hasta el coma. En casos extremos se puede dar la muerte por asfixia por parálisis respiratoria.

Hortensia Tanto las hojas como las flores les causan trastornos gastrointestinales con diarrea, vómitos y dolor abdominal, malestar general y falta de coordinación.

Lirio de paz Su ingestión les provoca salivación excesiva, dificultad para tragar e inflamación del cuello. En este caso lo común es que el animal deje de masticarla apenas note los síntomas, ya que son inmediatos.

Costilla de Adán o esqueleto Salvo los frutos, el resto de la planta resulta tóxica, dado que entre sus principios activos se encuentra el oxalato de calcio. De una serie más amplia de síntomas pueden reconocerse alteraciones gastrointestinales con posibles vómitos, irritación e inflamación bucal, de cuello y de esófago.

Para aquellos gatos que no tengan acceso al pasto libremente, la solución es ofrecérselo, ya sea en macetas que sólo contengan pasto o comprando semillas y plantándolas en el lugar que sea, pero que queden a disposición del animal todo el tiempo.

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