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Foto: Andrés Cuenca

Tos de la perrera: de qué se trata, cómo se trasmite y métodos para prevenirla

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La mascota y su contexto.

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Si bien las perreras ya no existen, la tos de la perrera sí, y su aparición en la clínica parece que fuera en aumento. Asociarla a las perreras es citar la enfermedad por el fuerte índice de contagio que tiene. Recordemos algunos y sepan otros que las famosas perreras eran lugares que –a través de una especie de camión cazador– recibían perros callejeros o que tenían dueño pero estaban dándose una vuelta. A partir de ahí tenían dos destinos o tres: el dueño iba a buscarlos, alguien adoptaba a uno o, bueno, se los invitaba a irse al cielo de los perros.

De qué se trata

Es una enfermedad infectocontagiosa causada por microorganismos (virus y bacterias) que afectan la tráquea primero y luego todo lo que involucra al aparato respiratorio, esto es, bronquios, bronquiolos, pulmones.

Su mayor incidencia ocurre en épocas frías (otoño-invierno), y de no ser tratada a tiempo la cosa puede complicarse hasta llegar a una posible neumonía, con el consiguiente riesgo de vida para el animal.

Trasmisión

Un estornudo y la tos propiamente dicha son los encargados de expulsar hacia el exterior los agentes patógenos que originan el problema. Debido a su gran potencial de contagio, las antiguas perreras o los actuales refugios, hoteles, paseos con otros animales, entre otros ámbitos de confluencia, son sus lugares preferidos para dispersarse. También dentro de casa, si tenemos perros que comparten platos de comida o bebida, o que duermen en lugares próximos entre sí.

Atención: esta enfermedad es exclusiva de la especie canina, es decir que ni los seres humanos ni los gatos corren ningún peligro.

Cómo darse cuenta

Si les digo que uno de los síntomas es la tos quizá sea un poco obvio. Pero no sólo la tos es el síntoma que prima. Generalmente aparece muy rápido, casi de un día para el otro, dependiendo de la gravedad. Los signos que se pueden destacar son:

→→ Tos y estornudos, estos últimos acompañados o no de descarga nasal, como mocos y flemas, que pueden estar seguidos de arcadas al final de la tos.

→→ Sensación de que el perro tiene “algo trancado en la garganta”, ya que intenta infructuosamente aliviar la zona irritada.

→→ Tos constante sobre todo luego de un paseo, ya que la correa funciona como un estimulante casi obvio al mantener un forcejeo con la tráquea.

→→ En casos más graves el ánimo puede notarse disminuido, el perro puede perder el apetito y presentar fiebre.

Prevención

Aunque esta enfermedad existió siempre, su detección va en aumento. Los perros no han cambiado, pero sí nuestros hogares. Hoy en día las variaciones bruscas de temperatura son bastante más frecuentes, ya que hemos avanzado en eso de mantener nuestra casa en un clima casi invariable en invierno. Así que cuando salen a dar una vuelta, los perros pasan de 21-22 °C a 5 °C en dos minutos.

Al mismo tiempo, en esta época sacar a un perro sin una “capita” es visto por otros perreros como un sacrilegio. Los perros no necesitan capas ni buzos, salvo aquellos que fueron esquilados o los que viven a la intemperie, sin siquiera un techito.

Esos dueños que deciden abrigar a su perro con una capa deberían hacerlo pura y exclusivamente cuando sacan al animal, y no tenerlo todo el día con ella puesta, incluso dentro de casa.

→→ Existen en el mercado vacunas encargadas de prevenir (al igual que pasa con las enfermedades del cachorro) la manifestación de dicha enfermedad. Para obtener una correcta acción debe acudir a un médico veterinario.

→→ El uso de pretal en lugar de collar durante el paseo es una forma de evitar el roce y la presión en el cuello.

→→ Descartar el ejercicio durante el tratamiento.

→→ Evitar el contacto con otros perros (paseador, hoteles caninos), ya que podría diseminar la enfermedad.

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