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Playa de Parque del Plata. (archivo, Enero de 2014)

Foto: Santiago Mazzarovich

El 31 paso “allá”

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Momentos de licencia, momentos de no licencia, momentos de irse hacia la costa, momento de quedarse en casa. Todos y cada uno de ellos con un factor en común: el calor.

En el mundo de las mascotas el calor no está del todo bueno, ya que no están preparadas para salir a dar una vuelta o ir a la playa con 30 °C. Los motivos se deben a la forma en que los chuchos disipan el calor para mantener su cuerpo a temperaturas acordes con su funcionamiento básico.

Todos los perros son propensos a sufrir un golpe de calor, o sea, la abrupta elevación de su temperatura corporal al punto tal de que sean incapaces de compensarla por los métodos convencionales. Cuando un perro sale a pasear con temperaturas elevadas, o simplemente se encuentra expuesto directamente al sol sin poder recurrir a un reparo, su temperatura se eleva y el cuerpo colapsa, llegando a dañar órganos vitales, lo que incluso puede provocar la muerte.

La causa de ello es la reducida capacidad que tienen perros y gatos de disipar calor por medio de la sudoración (como hacemos las personas). Si bien sudan, no lo hacen a través de la piel en su totalidad, sino sólo en las almohadillas de sus patas y en la nariz. El encargado principal de mantener al cuerpo “fresco” es el jadeo, pero de todas maneras esto no es tan eficaz. Si a ello se le suman altas temperaturas, humedad elevada, poca disponibilidad de agua, exposición directa al sol en azoteas o balcones, dejarlos en el auto por tan sólo 15 minutos y otras, el combo es perfecto.

Dentro del mundo canino, los braquicéfalos lo padecen más que otros. Braquicéfalos son razas como bulldog, bóxer y todas aquellas que parece que se dieron la ñata contra el vidrio y les quedo así, como arrugada.

Muchas veces resulta evidente el cuadro de golpe de calor, otras no tanto. Al principio el perro comienza a estar decaído, como sin fuerzas, luego empieza a temblar, las mucosas cambian de rosado a un color azul morado, es incapaz de moverse, la saliva comienza a ser espesa, respira mal, aparecen vómitos, también diarrea, y cuando la temperatura interna del animal llega a 42 °C (lo normal es 38 °C-39 °C) puede manifestar convulsiones y luego, morir.

Si estamos paseando con el Toby, o si la Lola quedó en la azotea y constatamos algunos de estos síntomas, lo que corresponde es llamar al veterinario de inmediato. Mientras llega o mientras nos dirigimos a la clínica, podemos ayudar a mejorar el cuadro.

Primero, lógicamente, hay que sacarlo del sol. Luego, con paños mojados en agua se le puede humedecer cuello, cabeza, nariz, ingle y axilas. Otra opción es usar un pulverizador con agua.

Se puede llenar un recipiente (balde o táper) con agua e introducir las patas del animal en él. Así, logramos que el perro comience a enfriar su cuerpo a través de zonas corporales que están preparadas para ello. Lo ideal es no darle mucha agua para beber de golpe, ya que eso no aporta nada; la hidratación se evaluará luego con un profesional.

La exposición al calor es tan mortal como prevenible. Simplemente debemos tomar algunas medidas:

  • No dejar al perro o gato en el auto si el día es caluroso. Algunos estudios indican que dentro de un vehículo la temperatura puede aumentar 0,7 ºC por minuto, y si tenemos un día de 30 ºC, por ejemplo, en 30 minutos ese auto está casi en los 50 ºC.
  • Evitar salidas o paseos largos en horarios de extremo calor (10.00 a 18.00), o en su defecto hacerlo en lugares con sombra y con agua disponible y asesorarse sobre el bozal que debería llevar en caso de ser necesario. Un bozal convencional en un día de calor puede matar al perro en menos de una hora, ya que evita el jadeo.
  • Si debemos dejar al perro afuera por los motivos que sean, pensar en sombras disponibles para todo el día. Recordemos que la sombra a lo largo del día se desplaza, y muchas veces el animal no puede acceder a ella.
  • Dejar siempre recipientes con agua limpia y fresca.

Playas

Aunque parezca un tanto exagerado, son muchos los que programan sus vacaciones de acuerdo con las bondades o no que el balneario en cuestión le aporte a su mascota, más que nada cuando se trata de perros.

Año a año las distintas intendencias departamentales informan (aunque no siempre de manera clara) cuáles son las playas en las que perros y humanos pueden disfrutar sin molestar a otros.

Montevideo: puertito del Buceo y playa Miramar.

Punta del Este: Playa Mansa, paradas 39 y 40; Playa Brava, paradas 25, 26 y 27.

Balneario Buenos Aires: desde Calle 13 a Calle 20.

Piriápolis: Rambla de los Argentinos entre Avenida Artigas y Julián Laguna.

En la zona de Solís, Bella Vista, Las Flores y aledaños se puede concurrir con mascotas a la desembocadura de los arroyos Espinas y Las Flores.

Canelones: zonas en las que está prohibido bañarse. Esto es en las puntas de roca y en pozos donde no está delimitada la prohibición de meterse al agua, así como en las escolleras. Al parecer serán las mismas o casi las mismas que las habilitadas para la pesca.

La Paloma: Playa del Faro y playa La Aguada, en la zona de la bajada conocida como “el Muralloncito”.

Barra del Chuy: playa de la parada 4.

Carmelo: desde el caño de la playa El Álamo hacia Juncal, Las Delicias, la playa Los Verdes, Ferrando y el Calabrés.

En todos los casos los animales deberán bajar con collar, correa y bolsa para levantar sus deposiciones.

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