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Foto: Difusión.

Torres de alta tensión serán instaladas en el predio del castillo Morató en Paysandú

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Los propietarios del predio reclaman que 23 torres de 50 metros de UTE, que darán energía a una nueva planta de celulosa, afectarán el valor paisajístico e histórico del lugar.

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Leído por Mathías Buela.
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Cuando un bien es declarado Patrimonio Histórico Nacional, la ley establece que se prohibirá “realizar cualquier modificación arquitectónica que altere las líneas, el carácter o la finalidad del edificio”. Por eso, cuando en 2020 la familia Morató se enteró de que una obra de UTE atravesaría parte del predio del castillo Morató, alertó a autoridades vinculadas al Ministerio de Educación y Cultura (MEC) y comenzó las gestiones para preservar el sitio.

En febrero de 2022 el predio de 3.175 hectáreas en el que se ubica el castillo fue declarado Patrimonio Histórico Nacional, pero esto no impidió que la construcción de comienzos del siglo XX que encargó el comerciante Francisco León Barreto fuera protegida como la familia esperaba. Porque meses después de esa resolución, UTE comenzó las obras para instalar 23 torres de alta tensión de unos 50 metros que serán utilizadas por la nueva planta de celulosa de UPM en Pueblo Centenario.

“Estas torres, según nos aclaró un ingeniero, equivalen a 20 pisos de un edificio de ciudad. De hecho, desde UTE nos dijeron que esta línea de torres iba a ser de las más grandes a instalar en el país”, dijo a la diaria Alfredo Morató, bisnieto de Barreto. Lo que preocupa a la familia -según el actual propietario de la estancia, junto a su hermano Antonio- es que “el valor de un bien histórico que se podría mantener para las nuevas generaciones se puede perder con unas torres para transmisión de electricidad que nada tienen que ver con el propósito del bien”.

En efecto, parte del reclamo que inició la familia Morató es que la instalación de las torres por parte del predio generaría un impacto a nivel ambiental. “Y el ambiente no tiene que ver sólo con la preservación de la flora y la fauna; el mayor impacto en este caso es a nivel paisajístico, visual y patrimonial, se ve afectado el contenido histórico del lugar”, explicó Diego Martino, geógrafo y asesor ambiental estratégico.

La declaración patrimonial del MEC incluye toda la estancia Buen Retiro, en la que se encuentra el castillo, que se ubica a unos 120 kilómetros de la ciudad de Paysandú. Parte de la resolución destaca la presencia en el predio de “importantes cercos de piedra, de una antigüedad anterior al siglo XIX”, y establece “la necesidad futura de un trabajo de investigación cuyo propósito debería ser establecer analogías con los cercos jesuíticos”. Pero según afirma la familia Morató, las torres de tensión de UTE se colocarán próximas a los cercos jesuíticos y esto hará peligrar su conservación.

Alfredo Morató dijo que para los primeros pozos que UTE comenzó a excavar, se cortó parte de la extensión de un alambrado alemán que compró Barreto en 1889 de una marca “invencible”, que se había mantenido intacto hasta entonces.

Lo que sorprende de cierto modo a la familia es que si bien la línea de 500 kV sería utilizada por UPM 2, el trazado de la línea de UTE no pasa por el predio contiguo al castillo, que pertenece a la planta de celulosa. “El predio de la estancia estará cortado prácticamente a la mitad con un criterio que parece más económico que en base a un sistema racional urbanístico”, manifestó Morató. En diálogos que mantuvieron con UTE les dijeron que esto era así “porque es un campo productivo”. Y agregó: “Como si el nuestro no lo fuera”.

La familia Morató presentó un reclamo ante el BID Invest, que financia parcialmente la obra de UTE. El organismo envió a una arqueóloga que elevó un informe en el que se indicaba que las torres de alta tensión debían alejarse al menos 500 metros de los cercos jesuitas. Pero el trazado del ente corta el padrón a la mitad y pasa a unos 100 metros de uno de los corrales de piedra, cuyos orígenes se remontan al siglo XVII.

A su vez, en el informe se sugiere revisar si hay restos arqueológicos en el predio. Aunque, con motivo de las obras de UTE, parte de esas tierras ya fueron perforadas con retroexcavadoras.

Un “fenómeno habitual en el paisaje rural uruguayo”

la diaria consultó al MEC sobre la situación del castillo Morató, pero desde la Comisión de Patrimonio se explicó que dado que el tema se está tratando ahora, deben guardar reserva.

En marzo de 2022 el arquitecto William Rey, director de la Comisión del Patrimonio, manifestó en una carta enviada a la presidenta de UTE, Silvia Emaldi, que “en términos paisajísticos dichas torres de alta tensión a construir no representan presencias extrañas en el paisaje rural del país, en la medida en que no se constituyen en piezas diferentes o alternativas a los ejemplos más comunes y frecuentes utilizados”. A su vez, Rey expresó que las obras no afectarían ni la imagen del casco ni los cercos de piedra.

El 31 de marzo de este año el ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira, manifestó por escrito que no existe ningún efecto jurídico que impida el avance de las obras de UTE. A su vez, reafirmó la postura del director de la Comisión de Patrimonio: “Las servidumbres de tendido eléctrico [...] son un fenómeno normal y habitual en el paisaje rural uruguayo”.

Ambas comunicaciones pertenecen al expediente 2022-11-0008-0202 del MEC.

La familia Morató considera que el MEC debe cumplir con el protocolo que establece la Ley 14.040 sobre protección del patrimonio. Mientras tanto, espera la respuesta del Mecanismo Independiente de Consulta e Investigación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Se trata de una instancia a la que pueden apelar grupos de individuos o comunidades que crean estar siendo afectadas negativamente por operaciones financiadas por el BID.

La historia del terreno

El establecimiento en el que se encuentra el castillo Morató fue considerado un ejemplo de vanguardia por su sistema de producción integrado y por la calidad de los materiales utilizados. Se trató, además, de uno de los grandes proveedores del frigorífico Anglo.

Su valor histórico se remonta al siglo XVII, como parte de la estancia jesuítica misionera guaraní de Yapeyú. Actualmente, se encuentran vestigios de aquellos años, como los muros de piedra próximos a donde se amansaba el ganado cimarrón.

Entre los antiguos propietarios del siglo XIX estuvo el primer presidente uruguayo, Fructuoso Rivera. A principios del siglo XX, también pasaron por ahí el caudillo Aparicio Saravia y el expresidente Máximo Tajes.

Tras el encargo de Barreto, fue que en 1902 se comenzó a construir el castillo con un estilo ecléctico renacentista. Actualmente son los hermanos Morató, bisnietos de Barreto, quienes se encargan del lugar preservando, además de la actividad ganadera, su interés histórico y turístico, ya que es posible realizar visitas.

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