El Crossfit desembarcó en Uruguay hace más de diez años. La popularidad y adherencia que logró fue importante: cada vez hay más boxes (gimnasios de Crossfit), cada vez hay más clubes y gimnasios que lo suman como oferta entre sus clases y cada vez son más las personas que se animan a practicarlo. Tuvo su boom, fue la moda del momento. Hoy ya es una práctica establecida en el mercado, que cuenta con miles de adeptos.
En cierto modo, el Crossfit es un negocio redondo, porque es atractivo y a la vez genera un sentido de pertenencia que facilita luego que se continúe con el ejercicio. Y en el ámbito del entrenamiento, adherencia es fidelización de clientes. “En algún punto el Crossfit se puso de moda. Pero las modas no se sostienen solas y además ya hace muchos años que está instalada. Entonces, ¿qué es lo que resulta tan atractivo?”, cuestionó la licenciada en Educación Física Lucía Ruibal.
Para la también coach de Crossfit y entrenadora personal, la clave del éxito es la efectividad del método de entrenamiento y lo que genera en las personas que lo practican. “El Crossfit va a responder a la perfección al sistema capitalista actual, a las formas que tenemos de organizarnos, de relacionarnos y de estructurar el mundo laboral. Surge en el auge neoliberal y ha sabido acompañar los cambios sociales recientes. El entrenamiento se basa en la variabilidad, la adaptación y la flexibilidad, conceptos aplicables a las formas de vivir actuales. Uno de los lemas conocidos en la práctica será el ‘estar preparado para todo en la vida’”, detalló.
El Crossfit propone la combinación de ejercicios de alta intensidad, que apuntan al entrenamiento de capacidades físicas como la resistencia aeróbica y muscular, la fuerza, la potencia, la velocidad y la coordinación. En ese sentido, como explicó Ruibal, se fusionan técnicas de levantamiento olímpico, gimnasia, running, natación, ciclismo y remo con movimientos funcionales.
“El mejor crossfitter no va a ser el más fuerte, el más habilidoso, el que tiene mayor capacidad aeróbica ni el que es más potente o veloz, sino el que pueda combinar y adaptarse de la mejor forma posible a todas esas capacidades”, agregó la entrenadora, y señaló que este es uno de los aspectos que lo hacen atractivo. Se trata de una práctica efectiva y compleja a nivel de entrenamiento que incluso se usa muchas veces para la preparación física de quienes practican otros deportes.
La búsqueda constante de superación y metas tangibles que promueve el Crossfit es, según Ruibal, otro de los aspectos que alimentan su éxito. Cada clase propone un nuevo desafío: la búsqueda de logros y el progreso personal generarán luego sentimientos de satisfacción, motivación y necesidad de cumplir nuevos objetivos.
¿Deporte o ejercicio?
El ejercicio físico es una actividad física planificada, estructurada y repetitiva, realizada para mantener o mejorar cualidades físicas. El deporte, por su parte, es ejercicio con reglas, en el que generalmente se compite y no hay precisamente objetivos vinculados a la salud o la estética, como suele suceder en el caso anterior. Hecha esta aclaración: ¿el Crossfit es deporte o un ejercicio asociado al fitness? Esta es una pregunta que busca contestar Ruibal en su tesis de maestría en Educación Física.
La hipótesis de la licenciada es que el Crossfit –que se define como “the sport of fitness” (el deporte del fitness)– se podría considerar deporte por las características que presenta y por su sistema de competencia. “Si analizás una clase de cualquier box de Montevideo, seguro te vas a encontrar con un sistema de competencia claro, en general, en modalidad individual, contabilizando rondas, repeticiones o tiempos, pero siempre vas a tener resultados medibles y cuantificables”, agregó.
Por otro lado, remarcó que el Crossfit tiene un claro reglamento y que todo el sistema está regulado por la marca comercial, algo comparable con el sistema de federaciones deportivas.
Esta práctica surge como método de entrenamiento de gimnastas y posteriormente como preparación física de bomberos, militares y marines. Greg Glassman, su creador, abrió en 1995 el gimnasio Centro del Movimiento CrossFitter y en 2001 estableció el Crossfit como marca registrada. Ruibal explicó: “De esta forma se genera una primera ruptura y el Crossfit pasa de ser un método de entrenamiento para grupos particulares de personas a establecerse en un gimnasio abierto a todo público”.
La segunda ruptura se generó cuando el Crossfit empezó a crecer comercialmente. “A partir de ese momento la expansión comienza a ser exponencial y se genera un mercado bien establecido: para poder abrir un box y utilizar el nombre de la marca deberás abonar una licencia anual. Crossfit brinda capacitaciones y habilitaciones, y únicamente quienes aprueben dichos cursos estarán habilitados para dar clases de forma oficial”, detalló la entrenadora.
Así como existen clases de indoor cycling, que en realidad son lo mismo que las de spinning, hay clases de entrenamiento cruzado o crosstraining, que proponen lo mismo que las sesiones de Crossfit. Este es un recurso que utilizan varios gimnasios e instituciones deportivas para evitar el pago y los requerimientos de la licencia oficial. Ruibal dijo que en Uruguay la mayoría de los boxes no están regulados oficialmente y funcionan bajo este tipo de nombres o similares, aunque la práctica que realizan intenta ser igual.
En 2007 aparecieron los Crossfit Games, “un sistema de competencia internacional que incorpora todas las características propias del sistema deportivo hegemónico, generando su propio sistema de competencias, reglamentos y regulaciones que son propias de la marca, y que dejan por fuera todo el sistema deportivo de federaciones y regulaciones internacionales”, indicó Ruibal. La marca, entonces, estructura cómo es la práctica y las competencias. Además, establece rutinas de entrenamiento, maquinaria, accesorios, indumentaria, patrocinadores y el costo que habilita a comprar una licencia que permita comercializar y promocionar la práctica.
Para todo público
Las clases de Crossfit duran unos 60 minutos y se estructuran, según detalló la coach, en una entrada en calor, un trabajo específico de fuerza, el wod (por sus siglas en inglés, work of day), que es la parte principal de la clase, que propone un desafío a cumplir mediante la utilización de diversas metodologías, y la sección final de vuelta a la calma. La idea es que sean entrenamientos variados y completos.
Si bien existen varios prejuicios en torno a este deporte e incluso hay profesionales de la salud que lo desaconsejan, Ruibal dijo que es una práctica que puede realizar cualquier persona, aunque es necesario evaluar casos particulares, como en cualquier práctica. En efecto, en una misma clase pueden convivir personas de nivel avanzado que realizan las técnicas más complejas en diez rondas con otras que practican técnicas mucho más sencillas y hacen cinco rondas, según ejemplificó.
Para la entrenadora, una de las principales fallas que genera malas experiencias en alumnos es cuando no hay profesionales a cargo de las clases con herramientas necesarias para poder enseñar técnicas deportivas complejas, aplicándolas a cada sesión y a cada persona.
Es que en Crossfit es fundamental cuidar la técnica, porque caer en el afán de cargar peso y aumentar los tiempos, sin cuidar la calidad de los movimientos, puede derivar en una lesión. Es por esto que la recomendación siempre es aprender primero lo técnico para luego poder hacer énfasis en la intensidad, que, como dijo Ruibal, “es muy personal y depende de los objetivos individuales”.
“No estoy de acuerdo con los médicos que desaconsejan el Crossfit de forma genérica porque entienden que hace mal o lesiona. Hay un gran desconocimiento, o el conocimiento que existe es sobre los niveles más altos o competitivos que, como en toda práctica deportiva, se alejan bastante de movimientos o técnicas ‘saludables’”, opinó Ruibal. Además, la entrenadora recordó que para el tratamiento de una lesión nunca se recomienda la quietud, sino realizar procesos de recuperación que habiliten a la persona para volver al movimiento. “Si es recomendable hacer Crossfit o no ante una lesión, va a depender mucho de la persona, de su recorrido corporal y de la lesión que tenga. Es importante para ello no pisarnos en las áreas profesionales. Como licenciada en Educación Física no me atrevería a diagnosticar una lesión o el tratamiento sobre el dolor de una articulación; eso es trabajo de los médicos y los fisioterapeutas”.
Ruibal pasó por varios deportes y clases de fitness antes de llegar al Crossfit, hace unos ocho años. Lo que más la motivó de esta práctica fue que siempre tiene una zanahoria por perseguir, porque las metas se renuevan constantemente. Además, lo considera un deporte completo en el que constantemente hay debilidades y técnicas que se pueden mejorar.
Junto con su pareja, que también es profesor de Educación Física y coach de Crossfit, Ruibal abrió en 2020 el box Terra Nova, que considera su campo de investigación previo a comenzar la maestría. “Me parece muy interesante conocer a cada persona que se acerca a entrenar, saber qué la motiva a ir, ver los procesos y crecimientos, ver los vínculos que se forman (grupos de amigos, parejas) y cómo los cuerpos se van ‘curtiendo’ (en términos de adaptación) al Crossfit: callos en las manos, ropa llena de magnesio, las tibias siempre raspadas, la resiliencia, la resistencia al dolor y al sufrimiento, conocer los límites propios pero también saber superarlos cuando llega el momento, el placer de superar una repetición máxima o de que te salga por primera vez un muscle up (ejercicio complejo que combina dominadas y fondos en barras o anillas). Todo eso también es parte del Crossfit”, concluyó.