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Kompanía Romanelli.

Foto: Martín López

Cuando los más chicos tienen qué decir: la propuesta de la Kompanía Romanelli

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En el proyecto “Las infancias le escriben a la ciudad” los niños pueden transmitir lo que desean sobre el lugar en el que viven.

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La Kompanía Romanelli es una agrupación de teatro de muñecos integrada por profesionales de diferentes disciplinas artísticas, entre ellas bailarines, actores, músicos y titiriteros, que trabajan en la creación de espectáculos de artes escénicas con un lenguaje universal y dirigido al público en general. El responsable es Martín López Romanelli, quien desde hace algunas décadas piensa y trabaja en ello.

Este año, uno de los proyectos que el grupo lleva adelante es el denominado “Las infancias le escriben a la ciudad”. Entre los objetivos, está “darles voz a los niños para que cuenten sin condicionamientos lo que más les gusta de la ciudad”, “llevar su palabra al resto de los habitantes de la ciudad, utilizando diferentes plataformas” y también “poner en valor los sentimientos de los niños con respecto al lugar donde viven”.

En esa línea de desafíos, lo que se busca es hacer a los niños partícipes y activos de la celebración de la ciudad, y también intentar redescubrir a través de sus opiniones lo que les gusta de la ciudad donde residen.

Según una presentación de la Kompanía, “el proyecto consiste en recolectar cartas de niños y niñas del departamento y que ellos cuenten qué les gusta de la ciudad”. “Esto lo desarrollaremos en cuatro parques en cuatro puntos cardinales del departamento, donde acontece un espectáculo de 50 minutos en cada uno”, “en los que se le propondrá a organizaciones sociales y educativas de los entornos de los parques que los niños, a través de cartas, le cuenten a la ciudad qué es lo que les gusta de la ciudad acompañado de una pequeña ilustración”.

En esa fundamentación, se acota que los niños tendrán que ir a este parque un día señalado a presenciar un espectáculo. “Ese show es Kodama, que será la excusa para recolectar estas cartas de amor de los niños a la ciudad. Las niñas y niños llegarán al parque con su carta escrita y ensobrada y al final del espectáculo se los invitará a depositarlas en unos sobres que tendremos para eso”, expresa el texto. Este espectáculo durará en el entorno de los 50 minutos.

¿Qué sucede después? En una segunda instancia se eligen cartas para presentarlas en distintas plataformas, tanto digitales como físicas, ya sea en ómnibus, paradas, afiches, y todas aquellas que se entiendan pertinentes para dar a conocer la visión que los más pequeños tienen de la ciudad en la que residen. Para esta instancia la agrupación propone “que los desembarcos sean a través de Esquinas de la Cultura, donde se capacitará a las personas que vayan, con los objetivos de Kompanía Romanelli de cara a estas actividades. Con el fin de que las niñas y niños presentes en los centros puedan ser parte de la mejor manera de la propuesta.

Acerca del calendario de espectáculos de la compañía para el último trimestre del año, se está confeccionando una agenda y habrá algunas presentaciones en setiembre. Actualmente, cada Centro Comunal Zonal está definiendo cuál es el mejor lugar para que la agrupación pueda presentarse con su propuesta. López Romanelli destaca que “Kodama es un espectáculo que tiene un aforo para 300 personas, y que tiene que ser controlado. No puede haber tránsito de público. Tiene que ser en lugares que se puedan cerrar, porque Kodama es un espectáculo muy respetuoso del ambiente, donde tratamos de no atomizar, y a la vez de cuidar y entender la naturaleza como a un individuo y no como una entelequia”.

Martín López, el “creador”

En diálogo con la diaria, López Romanelli cuenta el origen de la idea de “Las infancias le escriben a la ciudad”. Relata que hace más de un año, después de realizar presentaciones en el Jardín Botánico, “nos alucinaba ver familias ingresando en un parque por la noche, como si fuera una aventura. Y ahí, observando lo que la Intendencia de Montevideo proponía para los 300 años de conmemoración de la ciudad, creímos que nos hacía falta la voz de las infancias”.

En ese sentido, agregó que se busca “escuchar qué piensan ellos de la ciudad, o qué valoran ellos de la ciudad”. “Obviamente no pedimos a los niños que hagan un análisis del lugar en donde viven, pero sí que cuenten qué cosas les atraen, y tratando de incidir lo menos posible en esa carta. Dejarlos lo más libres posible”, aclaró.

El director explicó que la Kompanía Romanelli “es el resultado de varias compañías previas”. “Llevo 30 años trabajando con teatro con muñecos, desde el año 1993 que me presenté por primera vez en el Teatro Joven”, explica. Trabajó también con una compañía franco-uruguaya, y recuerda que era “más con orientación de circo”, hasta que llegó la “idea-ícono”, denominada” Bosquimanos Koryak, con la que estuvo durante varios años, donde fue autor y director.

Después de eso fundó otra compañía, que pasó a llamarse Pampinak Teatro, que tuvo una versión uruguaya y una versión española. “Finalmente alguien me dio el consejo de usar el apellido de mi abuelo, para no cambiarlo más. Los productores dicen que soy el antimarketing. En general hacemos teatro con muñecos. Decimos que en realidad no es teatro, no es teatro de títeres, no es circo y no es danza, pero es un poco de todas esas cosas juntas, es como una especie de marionetas contemporáneas, pero en realidad utilizamos muchas técnicas distintas, algunas muy antiguas y combinadas”, cuenta en su relato.

Señala que, en cuanto a los personajes de los espectáculos, la agrupación utiliza escalas grandes a la hora de la fabricación de muñecos, que van desde el tamaño humano hasta cinco metros de alto. López Romanelli dice que, en general, “el objetivo de la compañía es hacer que el público viva una experiencia. Más que ir a ver algo, es ir a vivir algo. Intentamos estimular los sentidos del espectador desde muchos lugares, de trabajo, de escala de la belleza, de la plástica y del movimiento, con historias de muñecos que en general son sencillas, porque procuramos que el público entienda rápido y se relaje, para que pueda vivir la experiencia”.

Consultado sobre cuál es el “lenguaje artístico” que hoy propone, y qué diferencia hay con las propuestas anteriores, destaca que “el lenguaje que utilizaba en Bosquimanos es el lenguaje que utilizo hace muchísimos años. Entonces, a nivel de lenguaje y en lo técnico, es la continuación de eso. Es un lenguaje que, más que de Bosquimanos, es de Martín Romanelli. Y en referencia a las transformaciones y mutaciones que le propusieron el tiempo y los diferentes proyectos, contó que “sí es un proceso de crecimiento mío como artista, y de búsqueda y de formación y de profundización de aquel lenguaje que empezó a asomar en Bosquimanos”, y recalca que, por ejemplo, en Bosquimanos no trabajó en dimensiones tan grandes.

“Ahí hubo cuestiones que investigué, esto de fabricar algunas máquinas escénicas que le llamamos, que son aparatos contrapesados, que permiten mantener muñecos durante determinado lapso de tiempo en el aire, o izar muñecos de grandes dimensiones. En cuanto a lo poético, quizás es el proceso natural de un artista con su lenguaje, con su obra, de ir profundizando e investigando”, destacó López Romanellí.

Agregó que “quizás otro paso que dimos después de Bosquimanos fue salir de los teatros y comenzar a trabajar en espacios no convencionales, en esto que hicimos con Kodama en el lago del Parque Rodó, en el Jardín Botánico. Sí hay un desarrollo de ese lenguaje, de esa forma de contar”.

Dentro de las enseñanzas recogidas en el tiempo, recuerda que luego de Bosquimanos, tuvo la oportunidad de trabajar y ser parte del montaje de una ópera en Chile, durante dos meses. “Ahí aprendí mucho acerca de la ópera que no conocía. Soy autodidacta y me he ido nutriendo de las experiencias. La posibilidad de trabajar con el Ballet del Sodre y con la Comedia Nacional este último año son procesos. Lo que uno ve en el escenario es el resultado de un proceso previo de cosas, donde a veces tenés determinadas herramientas y a veces no, y el artista va apoyándose un poco en las cosas que tiene, en las cosas que puede construir”, expresó.

Una carrera con viajes, giras y reconocimientos

Dentro de su vida artística, tiene ocho años de trayectoria en el reconocido proyecto Bosquimanos Koryak, hoy bajo el nombre de Kompanía Romanelli, con el que estrenó ocho espectáculos con éxito al momento de la crítica y opinión del público. Entre sus reconocimientos, se contabiliza que recibió tres premios Florencio y dos Iris. Con los espectáculos realizaron giras por más de diez países en tres continentes, con temporadas en Hong Kong, Malasia, Singapur, España, Argentina, Chile, Paraguay, Colombia, Costa Rica, China, Corea del Sur e Irán.

Generó también intervenciones para la apertura de tres shows de La Vela Puerca en el estadio Luna Park de Buenos Aires. Trabajó para la Comedia Nacional de Montevideo y La Fura dels Baus. En otras participaciones, trabajó en la inauguración del estadio Campeón del Siglo (Peñarol) para la cual creó cuatro muñecos gigantes de diez metros, y dirigió la ópera Las Indias Galantes de Philippe Rameau, estrenada en Rancagua, Chile.

El nexo con la Intendencia de Montevideo

López Romanelli comentó que la compañía comenzó a vincularse y relacionarse con la Intendencia de Montevideo en un momento de incertidumbre y complejidad para la sociedad, como lo fue el inicio de la pandemia, a mitad de marzo de 2020. Recordó que “comenzamos a salir primero por nuestra cuenta, durante aquellos primeros 15 días de la pandemia, donde todo era entre angustia y miedo. Teníamos unos ahorros, alquilamos un flete y salíamos como en una especie de operativo comando a hacer algo similar a una presentación, delante de edificios”.

Señaló que la idea tuvo repercusión, y desde ese instante la compañía comenzó a trabajar con Fucvam, presentándose en los patios de más de 40 cooperativas. “Me acuerdo que la gente miraba de las ventanas y puertas de las casas, porque no se podían aglomerar, y eso también tuvo repercusión. Desde entonces, la Intendencia de Montevideo nos convocó para una actividad que organizaron al salir de la pandemia, que tenía que ver también con esto de participar en propuestas callejeras, porque los teatros todavía no estaban abiertos”, contó el artista.

Tiempo después realizaron una actividad en el lago del Parque Rodó, y la Intendencia tuvo conocimiento. Fue así que la compañía solicitó a la comuna capitalina si le podía brindar su apoyo para realizar una temporada de espectáculos en el Jardín Botánico y la Intendencia respaldó, tanto autorizando el lugar como aprobando determinados permisos.

“Con la Intendencia, trabajo en territorio; este de ‘Las infancias le escriben a la ciudad’ es el primero. Hemos tenido sí apoyo en varios proyectos nuestros, pero han tenido más que ver con esto de comprarnos alguna función, con ayudarnos con este tema de poder habilitar los parques en horarios donde están cerrados, y haciendo que algún funcionario haga alguna hora extra. Ese ha sido el apoyo de la Intendencia, y ha sido muy importante, sobre todo para llegar a los parques con espectáculos que tengan calidad, y así evitando lo improvisado”, concluyó.

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