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Gabriel Peluffo. Foto: Pablo Vignali

Buitre y tango

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“Que el mundo fue y será una porquería / ya lo sé...”, cantaba Gabriel Peluffo en aquella versión punk de “Cambalache” a cargo de Los Estómagos, que fue editada por primera vez en el seminal compilado Graffiti (1985), un baluarte del rock posdictadura. El cantante confiesa que todavía se “pelean” con Gustavo Parodi y Fabián Hueso Hernández sobre quién tuvo la idea de hacer una versión del clásico tango. Peluffo dice que la idea fue de él y que la prueba está en un casete que le mostró al resto de la banda: era de su padre e incluía “Cambalache” interpretada por la orquesta de Aníbal Troilo y la gola de Edmundo Rivero. “Yo ya escuchaba tango y eso fue una muestra de que me gustaba”, dice Peluffo.

Más de tres décadas después, el cantante terminó de materializar su gusto por el género del 2x4 en De barro y asfalto, un álbum en el que interpreta tangos y milongas lejos de aquel estilo punk y adolescente. De hecho, arropó su voz con las guitarras de los hermanos Jorge Omar y Carlos Cordone, que justamente supieron acompañar a Rivero durante la década del 80. Peluffo los conoció de casualidad, en el estudio El Abasto de Buenos Aires, cuando estaba grabando el que por ahora es el último disco de Buitres, Canciones de una noche de verano (2014). En un espacio de distensión –la cocina del estudio– los hermanos empezaron a tocar, Peluffo cantó, y el asunto empezó a fluir. El galeno del rock se entusiasmó y luego empezó a ensayar con Julio Cobelli y Guzmán Mendaro para parir el espectáculo denominado “Tango y rock and roll”. Cuando se quiso acordar, Peluffo estaba entrando a un estudio para ver qué pasaba. “Al principio fui muy exigente con la parte de la interpretación, para convencerme de que realmente podía hacer el disco”, comenta.

“Es muy diferente cantar tango y cantar rock. Me resultó difícil. Hay una suerte de libertad excesiva en el cantante de tango –sobre todo en la interpretación en vivo–: si bien hay un ritmo, no tenés una batería y no estás encajonado en los compases. Es algo más parecido al jazz. Tenés mucha libertad, podés caer tarde en las notas; es otra cosa. Pero esa libertad es un gran desafío y fue lo que me costó en el trayecto. Hasta no estar convencido de lo que estaba pasando, no lo hice público”, confiesa Peluffo. Agrega que no fue a profesor alguno para trabajar la interpretación tanguera, sino que apeló a la “eterna fuente de ser autodidacta”, escuchando a muchos cantantes y buscándole la vuelta. Peluffo se declara gardeliano, pero no a la hora de cantar, ya que le resulta “bravo” ir para ese lado. Por eso no es extraño que, de las 11 canciones que grabó para el disco, sólo una es del repertorio de don Carlos: “Malevaje”, compuesta en 1929 por Juan de Dios Filiberto y Enrique Santos Discépolo. El frontman de Buitres asegura que aprendió de varios cantantes de tango, como Rivero, Floreal Ruiz y hasta Susana la Tana Rinaldi, y que “La plegaria del cuchillo” es la primera canción de Buitres en la que dejó “una impronta” de la cantante argentina.

“Cómo impostaba la voz y cómo respiraba; eso lo tengo metido en mi médula desde niño, por todo lo que escuché. Entonces, me parecía que iba por ese lado. Además, también tenía que encontrarme a mí mismo. Hay un momento en que cantás y las cuerdas vocales te duelen porque no lo estás haciendo bien,pero cuando cantás y no hay nada que moleste en la garganta, quiere decir que le agarraste la vuelta. Llegué a eso, pero fue muy difícil. El repertorio es ecléctico y no tiene un rigor histórico, es caprichoso, pero la coherencia está en el sonido de las guitarras y en la forma de interpretar”, cuenta Peluffo.

El repertorio del disco lo integran “La última curda”, “Sur”, “Tabaco”, “En la vía”, “Atenti pebeta”, entre otras canciones. Algunos temas los dejó afuera, no por la difícil empresa que implicaba cantarlos, sino porque le resultaron machistas y misóginos. “Ay, la pucha, mirá lo que dice acá”, pensaba Peluffo mientras cantaba algunas canciones que al final quedaron afuera.

La presentación del disco será mañana, en la sala Hugo Balzo del Auditorio del SODRE, a las 21.00, con entradas a $ 600 por Tickantel. Luego, el cantante tiene la intención de interpretar el disco por todo el país y hasta en Argentina. Dentro de esta nueva faceta todavía no piensa en componer, pero dice que tiene “algunas cosas escritas”. “Después puede haber mil pasos, pero primero hay que dar este”, acota. Mientras tanto, Buitres continúa. “Hay que seguir, eso no se abandona. Hay que hacer un disco, creo que estamos a tiempo”, remata Peluffo.

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