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Una remake de un innovador olvidado

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Gaiden es un término japonés que refiere a una historia paralela dentro de otra historia. En videojuegos se usa para referirse a entregas apartadas de las convenciones de sus sagas. En términos narrativos suelen llenar los huecos de las entregas principales, y sus mecánicas buscan diferenciarse de lo canónico, por lo que son terreno para experimentar diferentes aproximaciones por parte de los desarrolladores.

La saga Fire Emblem, y con ella, el primer gran salto cualitativo del RPG (juego de rol) táctico, nació en los años 90 en la famosa Famicom, en Occidente conocida como NES y por estos pagos como la querida (y también pirata) Family Game. Su segunda entrega fue Fire Emblem Gaiden, impopular como ninguna otra, ya que sus cambios con respecto al original no fueron bien vistos; de ahí en adelante, la saga sólo conoció reformas y pulidos a su estructura tradicional.

Sin embargo, en un giro inesperado, hace menos de un mes, Intelligent Systems y Nintendo decidieron lanzar una adaptación de Gaiden para la Nintendo 3DS. Un lavado de cara a la oveja negra de la familia, ahora bajo el nombre de Fire Emblem Echoes: Shadows of Valentia, en lo que debe ser el primer videojuego adaptado a gráficos modernos que no busca tocar una fibra nostálgica.

Valentia es un continente dividido en dos: el reinado de Rigel, al norte, y el de Zofia, al sur. Un pacto de paz los mantiene al margen, hasta que, inesperadamente, Rigel invade a su vecino y causa todos los destrozos del que entra por la fuerza. La historia es la más clásica que puedan encontrar en los RPG: dragones, magos y un grupo de héroes unidos contra un imperio que pretende dominarlo todo. No obstante, la adaptación se diferencia del original al introducir ribetes clasistas y un grado importante de crudeza en una trama que, al fin y al cabo, habla de una guerra.

En este universo encarnaremos a Alm y Celica, dos jóvenes separados desde su infancia, cuyas vidas se ven entrelazadas en varios momentos de la historia. Por ende, el videojuego —en un intento innovador para la época— nos hará vivir el mismo tramo temporal desde ambas perspectivas, uno de los pocos elementos que aparecerían más adelante en otras entregas.

Los Fire Emblem no son especialmente destacables por su narrativa. El combo de esta saga es presentar personajes entrañables y carismáticos, formar vínculos entre ellos y luego generar pánico, producto de una dificultad poco amigable y un sistema de muerte permanente, que hace que un paso en falso signifique mucho más que perder una unidad en combate.

Esta remake apenas se aleja del original con respecto a su estructura. Todo lo “nuevo” que se encuentra es, en realidad, viejo y lo ya conocido aún no se había introducido. Por lo tanto, el triángulo de armas desaparece y debemos averiguar qué armas son efectivas para cada situación. Los mapas son idénticos al original, simples, semejantes a tableros de ajedrez. La magia ahora se paga con puntos de vida, las armas no se gastan y los hechizos se aprenden aumentando de nivel. La trama se divide en episodios y, además de la clásica estrategia por turnos, por momentos se convierte en un dungeon crawler, o sea, en un juego donde recorremos mazmorras en busca de objetos y enemigos con los que ganar experiencia.

Aunque estos cambios resultaron decepcionantes en su época, 25 años después puede ser el momento ideal para introducir un poco de variedad en una saga muy apegada a lo conocido. Un pionero incomprendido que hoy encaja a la perfección, Echoes of Valentia es una remake de un innovador olvidado.

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