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El corto “Viaje al fondo del mar”, de La Casa del Árbol, fue premiado en Rosario

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La semana pasada tuvo lugar el 7º Festival de Cine Infantil Ojo al Piojo, en la ciudad de Rosario, Argentina. Allí había viajado una delegación de La Casa del Árbol, que presentó algunos videos y participó en una rica experiencia de intercambio con niños y niñas de varias ciudades argentinas. Además, los uruguayos se volvieron con un premio: la primera mención especial por el corto Viaje al fondo del mar, realizado en 2016 en el taller Documirando. A esta alegría se sumó que otro video de su factura, El sueño de Lu, obtuvo el primer premio como mejor cortometraje animado en el Festival Internacional de Cine Cinerama de Colombia.

La Casa del Árbol, que funciona en Paraguay 1075, es un grupo de docentes, artistas y científicos interesados en trabajar con las infancias, quienes en 2013 unieron sus experiencias, “con el objetivo de crear un lugar para que niñas y niños puedan experimentar y crear dando espacio a la imaginación, al juego, la investigación”, según sostienen en su sitio web, lacasadelarbol.uy. Conversamos con Álvaro Adib sobre la participación en el festival y el trabajo del grupo.

¿Cómo es el Festival Ojo al Piojo, en el que fueron premiados?

Lo organiza el Centro Audiovisual de Rosario, que depende del gobierno provincial. Es una propuesta pensada específicamente para la infancia, que coloca a niñas y niños en el centro de la actividad. La convocatoria está dirigida tanto a productos para el público infantil creados por adultos como a productos creados por niñas y niños. Hay una diversidad enorme de propuestas, que hace muy rico el encuentro para quienes se acercan a ver, independientemente de si hicieron o no películas. Me habían hablado muy bien de Rosario como ciudad que apuesta por su infancia. En ese sentido, el festival está alineado a una serie de propuestas diseñadas por el gobierno provincial, que ponen mucho empeño en ofrecer al público infantil actividades que claramente apuntan a promover la educación de pequeños ciudadanos críticos y felices. El jurado, por ejemplo, está integrado por profesionales adultos y por niños. Y los niños deciden junto a los adultos cuáles serán las obras premiadas, no están de adorno para aparentar participación.

¿La producción de los audiovisuales se vincula con los talleres para niños?

Por todo lo que te comenté recién, este festival en particular está en sintonía total con nuestra forma de trabajo en La Casa del Árbol. Por eso hicimos el esfuerzo de ir, en lugar de conformarnos con enviar nuestras producciones y esperar los resultados. Ir al festival cierra el círculo del proceso de producción. Ofrece la oportunidad de encontrarse con otros que atravesaron desafíos creativos semejantes y los resolvieron de forma diferente. Entonces uno, además de ver lo que hizo junto a un montón de desconocidos que te devuelven silencios, risas, aplausos, también aprende a ver con respeto lo que hacen otros, porque accede a la dimensión de la complejidad de la labor creativa. Comprende el sentido de haber pasado una, dos o tres tardes sentados en ronda discutiendo, dibujando o escribiendo. Este año participamos con seis cortos surgidos del trabajo en diferentes instancias de talleres. Cuatro de estos se enmarcan en un proyecto del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, Los niños que cuentan ciencia. Son historias creadas junto a las niñas y los niños de cuatro escuelas públicas de Montevideo y un equipo de investigadoras del Instituto en el tiempo récord de un mes. Los otros dos cortos nacieron en Documirando, nuestro taller regular de cine documental.

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