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Jorge Galemire (archivo, marzo de 2014)

Foto: Nicolás Celaya

Una joya casi desconocida

9 minutos de lectura
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Se cumplen 35 años de un fundamental disco de Jorge Galemire que habría que reeditar.

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Una lista de obras esenciales de la música uruguaya difíciles de encontrar en las bateas de música podría incluir a Circa 1968 (1977), de El Kinto; La conferencia secreta del Toto’s bar (1968), de Los Shakers; Mateo solo bien se lame (1972) y Mateo y Trasante (1976) de Eduardo Mateo; Goldenwings (1976) y Magic Time (1977), de OPA, y Segundos afuera (1983), de Jorge Galemire. La diferencia entre los primeros y Segundos afuera es que todos fueron reeditados, e incluso se pueden comprar ediciones internacionales por internet o escucharlos en plataformas de streaming como Spotify. Sin embargo, ni Segundos afuera –segundo álbum solista de Galemire– ni Ferrocarriles –el tercero, de 1987– se reeditaron nunca.

Una vida corta y mezclada

“Si la música uruguaya fuera un árbol, Jorge Galemire sería una de sus ramas. Si fuera un camino, sería una loza que ayuda a que los demás transiten y tomen conciencia de lo que tienen detrás. El Gale es la experiencia”, comenta Dino (Gastón Ciarlo), que compartió numerosos proyectos con él. Ciarlo también dice que la sorpresiva muerte de Galemire, a los 64 años, fue “una gran pérdida”: “Es un vacío que todavía se siente”.

Galemire estuvo en varios momentos fermentales de la música uruguaya. En 1971 coorganizó El acusticón, primer espectáculo de rock acústico en Uruguay; en 1974 formó parte de la banda de Carlos Pájaro Canzani, junto con Jorge Bonaldi, Jorge Lazaroff y Jorge Trasante; ese mismo año grabó Vuelve a tu país con El Sindykato; en 1976 participó en uno de los espectáculos fundantes del canto popular: Nosotros tres, con Eduardo Darnauchans y Eduardo Rivero. Integró Los Que Iban Cantando y fue parte de Canciones Para No Dormir la Siesta, y en 1984 tocó en el primer disco de Repique, el grupo de candombe bailable de Jaime Roos, Jorge Vallejo, Gustavo Etchenique, Andrés Recagno, Alberto Magnone y Carlos Boca Ferreira. Pero además, Galemire dejó su huella en decenas de discos uruguayos clásicos. En Sansueña (1978), de Eduardo Darnauchans, fue productor artístico, arreglador e intérprete de casi todos los instrumentos. Formó parte de la producción de Hoy canto (1979), de Dino, y volvió a acompañarlo en Milonga (1981). Colaboró también en dos de las principales obras de Jaime Roos: Siempre son las cuatro (1982) y Mediocampo (1984), y tocó en Buzos azules (1986), uno de los discos más rockeros de Fernando Cabrera. Entre 1991 y 2002 vivió en España, donde participó en la grabación de Frontera (1999), el disco que consagró a Jorge Drexler.

Pero aunque todo esto consolidó su prestigio en el ambiente, la carrera personal de Galemire como solista no fue exitosa. El musicólogo Guilherme De Alencar Pinto sostiene que su legado es “difuso”, “no muy fuerte”, y aclara que “Galemire sumó a la calidad, aportando un montón de joyas”, aunque “no es un músico que haya ejercido una influencia notoria, al menos que yo pueda discernir”. “Era un instrumentista excelente, pero de un tipo muy discreto, que no llamaba la atención sobre sí mismo”, agrega.

En la misma línea, Eduardo Rivero, que compartió con él varios proyectos y está por publicar una biografía sobre su vida, admite que su obra “desgraciadamente” no es muy conocida, aunque destaca que su trabajo es admirado por músicos de primera línea.

Comienzos como solista

Galemire editó su primer trabajo solista, Presentación, en 1981, a través del sello Ayuí. En ese disco se reúnen las influencias del candombe jazz de OPA y del candombe beat de El Kinto, por ejemplo en canciones como “La mueca” y “79”. También experimenta con la murga canción en “Que estés lejos”, una canción con batería de murga a la que Jaime Roos también aporta su característico bajo murguero. Presentación incluye también baladas acústicas, como “Claros” (con la voz de Darnauchans), “La fogata” y “Palabras cruzadas”. El álbum vendió pocas copias, pero interesó a varios músicos, porque confirmaba esas virtudes de Galemire que quedaban en segundo plano cuando participaba en proyectos ajenos.

En 1983 cambió de sello: Segundos afuera fue grabado en Orfeo. Alfonso Carbone, que era el director artístico del sello, le facilitó 300 horas en el estudio La Batuta, un número muy superior al promedio de 100 horas habitual en la época.

Segundos afuera tuvo a Darío Ribeiro a cargo de la grabación y las mezclas (ya había trabajado en Presentación) y, gracias a la cantidad de horas de estudio disponibles, el disco pudo desarrollar el proceso de experimentación. Rivero, que estuvo en varias de las sesiones de grabación, recuerda: “En ese momento se usaba un aparatito que se llamaba Rockman, donde se enchufaban las guitarras y funcionaba como un microamplificador con una salida de auriculares. Con ese aparato se hicieron una cantidad de efectos de guitarra que son rarísimos y que se escuchan en temas como ‘Sin saber por qué’ y ‘Un son’, donde también hay varias guitarras pasadas al revés”. También se valió del pedal octavador, que crea sonidos de bajo que en realidad son grabados con una guitarra que suena una octava más grave. “Recuerdo al Gale sentado en el suelo del estudio calibrando esos aparatos y buscando efectos. Se pasaban horas estudiando sonidos; el estudio se transformó en un laboratorio”, cuenta Rivero.

Como grupo base, Galemire volvió a reclutar a dos músicos que habían estado en Presentación: Andrés Recagno (bajo, sintetizadores, coros y algunos arreglos) y Gustavo Etchenique (que tocó la batería en siete de las nueve canciones), y agregó a Carlos Boca Ferreira en percusión. Además, numerosas figuras de la música uruguaya participaron en varias canciones.

“En general, Galemire tenía muy definido el espíritu de los temas, sus guitarras, y muchas veces el patrón rítmico. Después íbamos tocando e intercambiando ideas con él o entre todos”, recuerda Recagno. “Además, de vez en cuando me pedía algún arreglo de voces, o incluso de un tema entero”, continúa. Etchenique coincide con el bajista: “En general Galemire traía los arreglos bastante hechos. Él era un gran guitarrista, un gran bajista y también un gran ritmista; pedía o sugería por dónde ir con el ritmo y uno lo interpretaba. Además nuestro aporte era bienvenido: si lo que el músico hacía mejoraba su propuesta, él lo aceptaba gustoso y te daba libertad para tocar. Había mucho trabajo de grupo; él dirigía todo, y nosotros también aportábamos ideas”.

Sumergiéndose en el disco

Segundos afuera abre con “Va pensando”, y desde los primeros segundos se siente la calidad con la que Galemire rasgueaba el ritmo del candombe en la guitarra. Y se destaca la participación de Osvaldo Fattoruso en batería. Por su parte, Ricardo Nolé ofrece un gran solo en el piano que lleva a la música, apoyada en arreglos de vientos y sintetizadores, hacia terrenos jazzísticos. La letra, mientras tanto, describe una crisis existencial: “Tiene frío / Ya ni la mujer que quiera que pueda darle calor / Va pensando / En las cosas que no tiene y cosas que se olvidó”.

Más adelante suena “Sin saber por qué”, una de las dos canciones que hizo con Roos (la otra fue “Musa medusa”). Según Rivero, en 1983 Roos, que vivía en Holanda, le mandó a Galemire la letra en una carta. Musicalizada luego con un espíritu murguero en el que vuelve a resaltar la batería de Fattoruso, la letra habla de suposiciones: “Te burlarás de mis recuerdos / te invitaré a caminar”. Detrás se escuchan sintetizadores y guitarras pasadas al revés. Ese sonido murguero se profundiza en “Las violetas”, en la que participa Falta y Resto.

Uno de los mejores momentos del álbum llega con “Un son”, un tema de ocho minutos que cierra la cara A del disco, y en el que Galemire musicaliza un poema de Washington Benavides: “Si en la madrugada me llegara un son / en la perfecta lesión del corazón y la nada / Una canción trabajada por el miedo y la entereza”. Sobre el final el tema tiene un dejo de impotencia (“Pero la canción no viene / viene la muerte y me besa”) que desemboca en un desarrollo instrumental creado a partir de la superposición de las voces femeninas del trío Travesía (Estela Magnone, Mariana Ingold y Mayra Hugo), el acordeón de Andrés Bedó, la cítara de Ariel Ameijenda, el sintetizador de Recagno, la batería de Etchenique y cintas pasadas al revés.

La cara B abre con “La despedida”, un candombe con influencias jazzísticas que incluye a Hugo Fattoruso en un solo de sintetizador, seguido de un pequeño solo de guitarra de Galemire. Le sigue “Tus abrazos”, uno de los puntos más altos de Segundos afuera y de su carrera solista. Con la participación de Eduardo Mateo en guitarra y percusión y de Bedó en acordeón, la letra se inspira en uno de sus hijos: “Vine a encontrar en tus ojos nuevos / brillos que encendieron el corazón / Vino contigo la invitación / al futuro y a la canción / de tus abrazos”.

“Esperando” es un candombe beat dedicado a los recuerdos. Recagno cuenta una curiosidad sobre la grabación: “Jorge invitó a participar a dos amigos cantantes, que entre ellos tenían una forma de hablar muy pintoresca y divertida. Se metieron al estudio y, mientras esperaban que les tiraran el tema, Jorge les grabó la conversación; eso es lo que se oye en la canción”. Le sigue “La costurera”, otra de las grandes canciones de Galemire, que interpretó hasta sus últimos momentos, dedicada a su madre.

El álbum cierra con “Kublai Khan”, un tema grabado a tres baterías (Etchenique, Felipe Hernández y Raúl Cuadro) que incluye la voz de Dino. “El tema es maravilloso; tiene una cantidad de conceptos que se admiten en esta época: toda la desconfianza, los arreglos de los cuales los gobernantes no saben nada y luego explotan a la luz pública”, cuenta Dino.

Segundos afuera es uno de mis discos uruguayos preferidos”, dice Andrés Torrón, músico y periodista musical que incluye a Presentación y Segundos afuera en su libro 111 discos uruguayos (2014). “Resume como nadie una cantidad de líneas musicales que se estaban dando en ese momento. Maneja pop y rock de forma muy sofisticada, con toques jazzeros, apostando siempre a la canción. Tiene tanto de la onda ‘tuquera’ de Rada y Hugo Fattoruso como de las búsquedas poéticas cancionísticas de Darnauchans y Cabrera”, argumenta.

Rivero, por su parte comenta: “Segundos afuera es una culminación de la estética del candombe beat en el Uruguay: perfectamente está entre Mateo solo bien se lame y Siempre son las cuatro. Galemire nunca hizo un disco tan completo, tan experimental, con tanto trabajo de arreglos y demás”. Estela Magnone, que participó en “Un son” junto a Travesía, coincide: “Segundos afuera es un disco lleno de hermosas canciones, a mi juicio uno de los mejores discos de música popular uruguaya. Junto a otros de la época, como Siempre son las cuatro y Cuerpo y alma [de Mateo], iluminaron de buen gusto la música uruguaya, que venía remontando la oscuridad de la dictadura. No puede quedar en el olvido”.

Segundos afuera es una obra maestra”, asegura también De Alencar Pinto. “Galemire contó con los antecedentes de Mateo, Rada, Opa y Jaime Roos, y con esos ingredientes y esas mezclas hizo esas canciones maravillosas, que tienen un carácter realmente especial. Creo que su particularidad está en esa discreción que, para mí, es muy ‘clásica’, es decir, es una música de emotividad contenida, sutil, hecha con base en una manipulación muy fina de elementos, donde nada es especialmente llamativo, pero el resultado es siempre una exquisitez. Por eso mismo, es una música que no cansa nunca, que uno puede escuchar infinitamente, que siempre da gusto regresar a ella. Es importantísimo que se reedite”, enfatiza.

La importancia de una reedición

Rivero coincide con esa opinión: “Es absolutamente increíble que ese disco esté fuera del mercado”. Ocurre que Segundos afuera –como Ferrocarriles– se publicó únicamente en vinilo y en casete, por lo que sólo se puede escuchar a través de digitalizaciones caseras; las ediciones originales de ambos discos son consideradas rarezas. “[Segundos afuera] es un disco casi desconocido. Su reedición no es importante sólo por razones de memoria, sino porque nos estamos perdiendo muy buena música”, dice por su parte Torrón.

Vicki Fiske, viuda de Galemire, contactó a Andrés Sanabria (director de Bizarro, que tiene los derechos de Orfeo) pocos meses después de la muerte del músico, en 2015, para proponerle una reedición de ambos discos. “En aquel momento Sanabria me dijo que ya tenía el año planificado, pero que podía ser para el año siguiente. Seguimos comunicándonos hasta principios de 2016; el último correo que tengo es de febrero de ese año, en el que me dice que estaba pensando en reeditarlo, pero no supe más. En aquel momento desistí porque estaba en pleno duelo y me resultaba muy difícil seguir insistiendo”, dice Fiske.

Sanabria responde: “Hace unos meses iniciamos un proceso para reeditar todo el material de Orfeo; algunas cosas las pensamos publicar en CD y otras en plataformas de streaming, como Spotify, Apple Music, Google Play y Deezer, que además tienen la opción de descarga. Entre esos discos están Segundos afuera y Ferrocarriles, que los masterizó César Lamschtein”. A su vez, comenta: “Tenemos prevista una edición digital de Segundos afuera, pero no está planificado publicarlo en CD o vinilo, porque estamos concentrados en lanzar novedades y material de catálogo”.

Una edición digital va a permitir el acceso al disco en buena calidad, pero seguirá faltando que se edite en formato físico. Por otra parte, el tema de fondo es el rescate de la obra de Jorge Galemire, ineludible en la música uruguaya. Esta es una lucha que Fiske viene dando desde hace años, pero considera que ya es hora de que otros la ayuden. “Estoy empezando a comprender que los músicos y la cultura uruguaya tienen que conservar y rescatar el trabajo de Jorge. Primero yo empecé como una cruzada personal, pero no es así: él tiene su lugar y se merece que lo reconozcan. Yo hago lo que puedo y seguiré haciéndolo, pero el trabajo también tiene que venir de los músicos, de la cultura y del periodismo”, concluye.

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