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Flavio Lira.

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Cansado de esperar: Flavio Lira presenta canciones de su proyecto Amigovio en Tundra Bar

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Retratados por el marco rectangular de la boletería, una pareja de ancianos de pelo blanco, que la atiende con amabilidad, ahora observa inmóvil, con una mezcla de asombro y espanto, el perfil transpirado de Flavio Lira, que en medio de agitaciones y suspiros, y antes de la próxima canción, comparte con su público algunas impresiones sobre subgéneros del porno gay con el tono de un expositor académico en conferencia. En la mirada de los ancianos también hay curiosidad natural, y algo similar le sucede al público, que ya lo conoce pero que no deja de sorprenderse.

Las baldosas amarillas y celestes en las que sucede el episodio, y sobre las que Flavio baila, se acuesta y se contornea, son las del hall de la Sala Experimental Malvín, mientras transcurre el festival Bola de Nieve.

El espectáculo de Lira es una nueva presentación de su proyecto solista Amigovio, con el que piensa editar un disco el año que viene, y del que ya comenzó a mostrar algunos de los tracks en su página https://amigovio.bandcamp.com/, como la pegadiza “Oxxo” y el cover de Bad Bunny “Si estuviésemos juntos”. Todavía sin terminar, “En la bicicleta” es un dúo junto a Karen Halty, de Excelentes Nadadores, que podría convertirse en un superhit telenovelesco.

Canta con los ojos cerrados y actitud pendenciera, apoyado en un Casiotone y un Farfisa conectados a un solo cable tenso que va a parar a un transformador en el suelo. Cuando termine su set se quedará hasta el final de la noche, fumando, mientras observa los shows de sus colegas más jóvenes.

No quiere saber nada de Carmen Sandiego como banda de culto y prefiere no exagerar ni “darle color”, aunque le da un poco de lástima las cosas que no pudo hacer con su grupo original, como tocar en México, donde tienen muchos seguidores.

Trabaja como redactor de contenidos en una página web española, cursa un profesorado de inglés, y sigue, como siempre, mirando cientos de películas y escribiendo sobre cine para la revista Film.

Hace algunas semanas comenzó a grabar junto a Fabrizio Rossi y Francisco Trujillo, en la casa-estudio de Fabrizio: “Nos llevamos bien, nos divertimos y lo tomamos un poco para experimentar, probar cosas, cambiar las canciones. A Fabri lo conozco desde hace más de 15 años. Yo me hice muy fan del Dúo Melódico, después de MUX, y sobre todo de su forma de grabar. Con él hicimos el último de Carmen de Sandiego [Mapas anatómicos] y el último disco de Patricia Turnes [Yo tenía una vida]”.

Un lunes de tarde, antes de irse a ensayar, elige el bar Las Palmas, en el barrio Cordón, para conversar.

Me decías por mail que te considerás “un compositor pop más que decente”. Me consta que sos un referente para muchos músicos más jóvenes y más viejos que vos. Se me ocurrió que tal vez no te sientas del todo valorado, o comprendido.

No sé. Carmen Sandiego nunca fue una banda fácil de etiquetar. A los que les gustaba el noise les parecíamos demasiado pop, a los que les gustaba el pop les parecíamos demasiado experimentales y ruidosos, a los que les gustaban nuestras canciones sensibles les molestaba que las letras fueran demasiado agretas, a los que les gustaban nuestras letras agretas les parecía que nuestra imagen era medio sensiblona. Éramos como una banda que teníamos todo para molestar a todo el mundo, y eso a mí me encantaba. Tal vez, te diría, solamente es algo de ego mío y punto, y es que gente que vino después a hacer una versión parecida a la nuestra, pero peor, les fue mucho mejor que a nosotros.

¿Cuándo empezó a tener sentido el proyecto Amigovio?

Fue a partir del impasse de Carmen Sandiego. Leticia Chichi Skrycky [cofundadora de Carmen Sandiego] consiguió una beca para estudiar y trabajar en España, y justo en ese momento estábamos empezando a girar con el disco Mapas anatómicos. Yo no tenía ganas de perseguirme ni de paranoiquearme, o de deprimirme, entonces pensé: “Tengo dos discos para terminar, el de Las Valerias [proyecto junto a Federico Morosini] y el de Patricia Turnes. Esto va tomarme un año, y en ese tiempo Leticia volverá y se dará una discusión de cómo sigue el asunto. Yo tengo que dedicarme a hacer canciones. Si vuelve serán para Carmen Sandiego y sino veré qué hago”. Y ta, terminé esos discos, volvió Leticia, tuvimos una conversación, y medio que las cosas seguían iguales. Entonces era como, bueno, Carmen Sandiego quedó en un impasse eterno, supongo, no sé. Y con Matías [Lens] y Lucía [Riera], el resto de la banda que quedó acá, intentamos hacer algunas cosas, pero era muy difícil; me daba la sensación de que había falta de ganas, o que todos teníamos visiones muy diferentes de cómo seguir con la banda. Me parecía que ellos querían tocar con Leticia. También pasó que en un momento nos llamaron para participar en un disco tributo a Christina Rosenvinge, una cantautora española que a mi me gusta; yo intenté involucrar a Matías, Lucía y Ezequiel [Rivero], que vive en Buenos Aires, pero medio que no les copó, entonces dije “yo tengo ganas de hacerlo igual”.

Fue un poco que me cansé de esperar y empecé a hacer unas canciones, me estaba dando cuenta de para dónde iban, y también era una excusa para trabajar con sintetizadores viejos. Una vez que tuve diez canciones dije “bueno, ta, es esto”.

¿Y hoy con Leticia, qué onda?

Hoy no tengo mucho contacto con ella. Hablamos cuando estuve trabajando en el disco Sirviendo a un solo amo. Versiones de Fue un susto [canciones sobre textos de Martín Batallés] en el que ella participa con una canción.

Ustedes fueron –o son, no sé– muy cercanos.

Sí, fuimos muy cercanos. Creo que es un poco lo que tienen las bandas. Las relaciones se van deteriorando, y con la nuestra sin dudas eso pasó. Pero también pasó porque somos dos personas que no hablan las cosas que les pasan, y entonces después terminan explotando, o se terminan erosionando, no se comunican bien. Ese es un asunto, y después, la vida misma. Ninguno pensaba vivir de la banda, lo cual era una bendición y una maldición de forma simultánea, pero claramente el que tenía a la banda más como una prioridad era yo; también porque era el que componía las canciones y estaba grabando los discos.

Luego de esos desencuentros y diferencias, ¿estás disfrutando este proyecto?

Siempre lo disfruté. Desde el principio fue un poco como: “Tengo ganas de hacer esto, voy a tocar solo, no tengo que esperar a nadie; si las cosas salen mal es mi culpa. Eso también me gusta”. Lo que pasa con las bandas es que los integrantes asumen roles bastante preestablecidos, y el mío era el de arrear, conducir, y todo bien, lo llevé lo mejor que pude, pero llegó un momento que era cómo “¿de verdad tengo que esperar cinco años para que me contesten un whatsapp? ” A mí me gusta hacer canciones, tocar en vivo, y no tenía ganas de seguir esperando.

En tu canción “Oxxo” hablás de las estaciones de servicio. Tengo la sensación, por otras cosas que has hecho, y también por haberte cruzado en alguna, que sos muy fan de estos lugares, los 24 horas.

Sí, tenés razón. Me parecen muy atractivos visualmente, los siento muy parte de mi universo estético. Me gusta que sean algo parecido a un no lugar, a algo transitorio. Supongo que eso viene de haber visto demasiadas películas. Los veo como sitios muy fotogénicos, donde pueden transcurrir todo tipo de escenas, generalmente protagonizadas por seres alienados y solitarios. Los colores fríos led, el ruido de heladeras, hornos y tuboluces funcionando a media asta, la sensación de que siempre es de noche, de que todo es luz artificial, y de que los personajes de mis canciones, insomnes, desapegados y siempre tristes, lucen muy bellos bajo esa iluminación y en esos escenarios. El romanticismo pop del capitalismo tardío, o algo así.

En la Sala Experimental Malvín noté que tu baile era un componente integral de lo que estás haciendo, para nada casual, y lo mismo pasa en el videoclip de “Oxxo”. ¿Sumar el baile es algo intencional en lo que estás haciendo ahora?

Nunca me puse a pensar en eso. Me gusta mucho el techno pop y siempre quise tener algo relacionado con ese mundo. También me gusta mucho el universo y la canción de llanto en la discoteca, eso de la persona angustiada que baila su dolor, siempre me pareció una buena imagen. Y también me pasa, cada vez más, que todo aquello que descoloque al espectador hetero que va a mis toques me parece que está bien, y yo sé que eso lo descoloca. Y además es divertido, es como una imagen cómica: yo bailando, que no tengo un cuerpo de modelo y soy un gordito. Es como un tío borracho bailando, me parece gracioso. Y es algo que va pasando por diferentes etapas; puede empezar como un chiste, después se vuelve algo serio y después termina involucrándote, y me gusta cuando sucede eso, es una especie de círculo raro.

¿Y la vestimenta de los shows de Amigovio también está pensada? Equipo deportivo en este caso.

Si, obvio. Es disfrazarse. Como un elemento ridículo, como algo que no sea yo, pero que al mismo tiempo me divierta. Podría ser yo pero no lo soy.

Vos tenés la costumbre de decir sin ningún prejuicio a qué suenan tus canciones. Por ejemplo, esto suena a Madonna. ¿A qué suenan las de Amigovio?

Creo que hay una influencia bastante grande de cantautores con tecladito. Tipo, Magnetic Fields, Molly Nilsson, Casiotone for the Painfully Alone. Fue un poco lo que pensé para el proyecto: “Estoy solo y tengo más teclados. me gustan las canciones pop, y me gustan las canciones pop que tengan letras buenas y gancho”. Es ese universo. También tuve muy en cuenta al Leonard Cohen enamorado del casio de los 80 (de Various Positions, de I'm your Man), del disco homónimo de Julie Ruin con ese pop desprolijo y adictivo. Todos ellos para mí son eso, gente que hace canciones, que cuenta historias y describe lugares y personajes, pero que escapan a la tentación de la guitarrita, de los sonidos más obvios.

Otra idea que les mencioné a Fabri y a Fran fue que quería que el disco pareciera el mixtape que un muchacho gótico le hace a su ex para explicarle por qué las cosas no funcionan. Un mixtape con mucho New Order, My Bloody Valentine, techno europeo de principios de los 80 como Antena, Anna Domino, y algo de The Field Mice, como un gris virado a rosado.

¿Y qué estás escuchando ahora?

Mucho pop Radio Disney. El último de Taylor Swift y el de Charli XCX me gustan. Después bajé unos discos bastante viejos, tipo el Intoxicated Man, de Mick Harvey, que son covers de Serge Gainsbourg; el último de Chromatics está bueno, el último de Hidrogenesse me gustó, estoy escuchando bastante Tom Waits, y lo último de las Vivian Girls me gustó.

¿Y de acá?

Patricia Turnes, obvio. Por suerte estoy en un sello (Feel de agua) que todo lo que saca me gusta. El nuevo de MUX (XUM), Excelentes Nadadores, las cosas que hace Fran Trujillo. Después, por fuera del sello, el disco de Athame, un pibe de Canelones que hace un techno pop bastante cabeza, y me gusta en vivo también. Y el otro día vi una banda que se llama JP y Los Marcianos Galácticos, muy buena. Son de un sello de Ciudad de la Costa que se llama Chape Records.

El otro día en el show lo mencionaste a Morrissey, un poco para explicar de qué venía una parte de una canción. ¿Lo bancás a este Morrissey reaccionario? ¿O lo entendés?

Hace mucho que no escucho un disco de Morrissey, pero lo quiero por lo que hizo. En mi adolescencia lo escuché todo el tiempo. Los discos de The Smiths siempre estuvieron ahí. Pero la verdad es que siempre fue un poco así: un viejo millonario, y no podemos esperar mucho más que eso. Lo queremos de cuando no era un viejo millonario y era un joven que quería ser una vieja millonaria, y hacía canciones que estaban muy bien. Y lo queremos también por algunas canciones de discos de los 90 que no estaban tan bien pero igual rendían y tenían ideas. Después del You are the Quarry los discos no están tan buenos. Y todas sus últimas declaraciones son medio complicadas. Igual creo que hay que separar artista de obra, pero si tu obra tampoco está tan buena ¿cuál es sentido?

Un elemento en lo que vos hacés es un tipo de humor retorcido, cierta malicia. ¿De dónde creés que surge?

Lo que me pasa con el sentido del humor es que es un elemento de mi ser. Cuando escucho a gente hacer canciones, si no hay un sentido del humor no les creo. Tiene que haber algún margen de autoconciencia. Me parece lo más honesto. Mi humor surge de ser tímido y de usarlo como un arma de defensa, y también como una forma de buscar aliados. Es algo que existe por saberme puto, gordo y expuesto a un entorno hostil a quienes tengan estas características. Preguntale a cualquier marica de más de 30 años y todas van a decirte lo mismo. Y eso está involucrado en mis canciones. Si bien no son autobiográficas ni nunca lo fueron, son mi forma de exponerme al mundo. Si mi sentido del humor es parecido al tuyo, probablemente nos vamos a llevar bien.

Amigovio se presenta mañana a las 19.00 junto a Nabila Elisondo y Patricia Turnes en el Festival Karaoke, en Tundra Bar (Durazno 902, esquina Convención). Entradas a $ 100.

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