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Rubén Olivera y Ernesto Díaz (archivo, octubre de 2019). Foto: Nicolás Der Agopián

Foto: Nicolás der Agopian

El lunes a las 21.00, Ernesto Díaz y Rubén Olivera cierran el ciclo Lunes de música en El Galpón

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El año pasado, convocados por Música de la Tierra, los cantautores Rubén Olivera y Ernesto Díaz decidieron hacer un concierto conjunto. El cruce desbordó la sala e hizo vibrar al auditorio que, conmovido, fue parte del acontecimiento. El lunes el dúo cerrará el ciclo de música que Ayuí/Tacuabé organizó junto con El Galpón, con un espectáculo al que se podrá asistir o seguir por streaming, a las 21.00.

El repertorio transitará por sus temas más conocidos, como “Flores en el mar”, de Olivera, y “Los Oreia”, de Díaz, a los que se sumarán obras de importantes compositores, como Chito de Mello (“para que siga estando cerca”, dice Olivera), además de presentar nuevos trabajos.

Antes de esta experiencia –que replicarán el 1° de diciembre en la sala Zitarrosa–, Olivera integró otros dúos, con Mauricio Ubal, Héctor Numa Moraes y Diego Kuropatwa, motivado, reconoce, por la relación humana, el intercambio y las ganas de compartir nuevos aprendizajes. Más allá de la cercanía, de un nivel de afecto que, para Díaz, sólo se da en la música popular, ya que implica “un elemento afectivo que es muy importante en el contacto material con el otro”. Así, para Olivera, cada uno puede hablar “del sabor del otro, del jeito del otro”, y sintonizarse tanto en el sonido como en el silencio.

Sobre la presentación del lunes, el autor de “Los Oreia” admite que un nuevo encuentro siempre implica “estrenar de nuevo”, ya que quien cante las canciones será el “soporte” de ese hecho en escena. “Sabemos que no es igual al laboratorio de grabación de audio o imagen; hay una cuestión de la presencia que realmente nunca se pensó ver afectada como lo vivimos ahora. Creo que esta sensación no elegida de lo virtual pone en la gente la nostalgia de un minidestierro, y pone melancolía en la nostalgia y una tristeza triste en la garganta. Es bueno poder volver a cantar, poco a poco, y que las luces tengan gente, que el sonido tenga gente, que la voz sea errática, y que la gente pueda cocinar su comida preferida, hacer su canción o elegirla de nuevo en el dial, horizontal, en la libertad de poder estar”.

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