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José Nasazzi, Juana de Ibarbourou y José Pedro Varela en colores y a 8K

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El proyecto La Historia nunca vista emplea inteligencia artificial para recrear momentos y personajes simbólicos del Uruguay en el Museo Histórico Nacional.

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Leído por Andrés Alba.
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No existen registros fotográficos del gran impulsor de la educación pública en Uruguay posando en las instalaciones de una de sus escuelas laicas, gratuitas y obligatorias. El futbolista apodado El Mariscal jamás levantó la primera copa del mundo ante la numerosa parcialidad celeste presente en el estadio Centenario, el día de la consagración. La emblemática Juana de América viajó a Nueva York en 1953, pero hay muy poco, salvo algunos versos y un sonado reconocimiento, que dé cuenta de la inusual salida de su rutina local.

Ante estas “ausencias”, y gracias a las posibilidades del avance tecnológico, la empresa Samsung, con el apoyo del Museo Histórico Nacional, presentó La Historia nunca vista, un proyecto que invita a “volver a mirar el pasado”, a través de una muestra de imágenes generadas con inteligencia artificial.

La semana pasada, en una velada que transcurrió sobre un salón de la Casa Fructuoso Rivera, en Ciudad Vieja, y con la figura de José Gervasio Artigas instalada en múltiples retratos, los responsables del emprendimiento mostraron lo prometido, y luego abrieron una mesa de debate con una interrogante disparadora: ¿Puede la inteligencia artificial redefinir nuestra historia cultural?

Primero, en una pantalla de alta definición, la iniciativa fue presentada a través de un video que comenzó con la leyenda: “Las imágenes son símbolos que construyen la identidad de un país. Lo que en un tiempo fue la pintura, y luego la fotografía, hoy puede ser la inteligencia artificial”. Luego, los presentes descubrimos el retrato a colores de un José Pedro Varela nítidamente detallado, sentado en el banco de un aula, con el rostro solemne y algo triste que muchos conocimos a través de cuadernos y otros artefactos escolares. También, en esta nueva versión, José Pedro parece algo aburrido, en una expresión facial no lejana a las que producen los tedios más propios de estos tiempos.

Un fenómeno similar sucede con el retrato de Juana de Ibarbourou. La misteriosa y contenida expresión de sus pocas fotografías tiene sintonía con su desesperada y florida poesía, aunque es cierto que sus retratos no eran muy diferentes de otros de aquella época. Aquí, imaginada en un escape en Nueva York, se le adivina cierto cinismo y una fiereza latente en su mirada.

En el caso de José Nasazzi, a primera vista, su figura recreada parece la de un muñeco de cera, aunque el dorado de la copa Jules Rimet y sus ribetes no dejan de llamar la atención. Con paciencia, e ingresando a historianuncavista.uy es posible ampliar la imagen y acercarse mucho más al rostro del campeón del mundo junto a la multitud del estadio Centenario. El retrato fue construido a partir de tecnología para pantallas Neo QLED 8K, capaces de reproducir con fidelidad la paleta de “mil millones de colores” y el “contraste ultrafino”, según afirman desde Samsung.

“Vivimos inmersos en una época de bombardeo constante de imágenes que recibimos y generamos”, sostuvo en la apertura del debate la artista visual, docente y curadora del proyecto Verónica Parella, quien reflexionó sobre el hábito social de escrolear fotos sin pausa y se preguntó: “¿precisamos más imágenes?”. En su opinión, sí: “las imágenes siguen siendo unos mecanismos extremadamente poderosos para nuestra mente”. En este sentido, señaló la necesidad de “una alfabetización y del uso de otras herramientas, para detenerse a mirar, desde otro lugar”.

Parella recordó que “tanto antes como ahora las fotografías y las pinturas han servido como herramientas didácticas” que han “generado ficciones” a partir de los hechos alguna vez narrados por alguien: “En las imágenes siempre hay formas de intervención; las de este proyecto nos hablan del pasado y también de este presente”, dijo y llamó a “recuperar el sentido de la mirada crítica”.

El decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad ORT, Eduardo Mangarelli, definió la inteligencia artificial generativa, utilizada para este proyecto, como un conjunto de tecnologías con la capacidad de aprender de información para crear contenido único creativo y original: “Se trata de sistemas que, luego de procesar miles de millones de imágenes, lograron entender qué es una copa, un rostro, o una multitud, y a partir de una descripción determinada son capaces de generar una imagen única”. También pueden crear videos, audios, y textos, como en el caso del célebre Chat GPT.

“La realidad es que el poder de la tecnología de emular la creatividad humana es algo fenomenal, pero cuando esto se combina con un equipo creativo de personas con talento e ingenio se puede llegar a un resultado como este”, destacó el ingeniero en referencia a La Historia nunca vista.

¿Cambiar el pasado?

El historiador, docente e investigador de la Facultad de Humanidades Nicolás Duffau llamó a tomar “algunos recaudos”, ante la aparición de tecnología como la utilizada para generar estos retratos. “Conviene preguntarse qué transformaciones puede generar la inteligencia artificial con respecto al pasado. Tiene la ventaja de que nos puede ayudar a imaginar, a pensar escenarios. Los historiadores siempre recurrimos a la imaginación, porque accedemos a la historia mediados por imágenes y relatos. Hay que aprovechar esas ventajas, pero también conviene tener algunos reparos”, afirmó, y puso como ejemplo los dos mensajes, uno celebratorio y otro de pésame, que grabó el presidente norteamericano Richard Nixon ante el primer alunizaje humano.

“Muchas veces, un video de este tipo, de algo que sí se grabó, pero no terminó sucediendo, puede pasar como un hecho real, y generar distorsiones en la manera en cómo las personas perciben el pasado; incluso la inteligencia artificial generativa puede utilizar sus propios sesgos relacionados a puntos de vista que no tienen que ver con la recreación histórica”, apuntó.

La historiadora y subsecretaria del Ministerio de Educación y Cultura, Ana Ribeiro, recordó que la recreación de situaciones pasadas tampoco es nueva: varios de los cuadros icónicos de la historia nacional son obviamente recreaciones. Trajo como ejemplo los kilos de arena que el pintor Juan Manuel Blanes hizo volcar en su taller para tomar como modelo mientras realizaba su célebre cuadro sobre el Desembarco de los Treinta y Tres Orientales. “En la mediación siempre hay alguna trampita”, remató.

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