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Reggie Hearn, de Estados Unidos, Esteban Batista de Uruguay, y Eric Moreland, de Estados Unidos, ayer, en el Antel Arena.

Foto: Sandro Pereyra

Por ese suspirar

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Uruguay perdió 78-70 con Estados Unidos.

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¿Qué faltó? Ganó Estados Unidos 78-70, aunque Uruguay haya sido protagonista e incluso fuera arriba durante buena parte del partido. No se pudo porque las armas de ellos fueron muchas, aunque la celeste marcara cada pelota como si fuera la última. Se intentó y se estuvo cerca porque entre el juego exterior y Esteban Batista se estuvo a nivel, pero el punto fue yanqui porque (da rabia, pero...) los mejores argumentos y variantes los tuvieron ellos.

Para Estados Unidos significó la clasificación al Mundial. Con la derrota Uruguay perdió el tercer puesto, que ahora es de Puerto Rico porque ganó un puntazo: 71-70 a Panamá como visitante, en un juego que ganó por lo hecho en los cuartos finales, luego de ir abajo todo el partido. Como se preveía, es el rival para pelear un lugar en el Mundial de China. Los boricuas serán los últimos rivales de Uruguay. El partido se jugará en el Caribe. Hay que esperar a febrero. Aguanta, corazón, aguanta.

Cancha adentro

  1. Uruguay repitió la formación inicial: Gustavo Barrera, Luciano Parodi, Bruno Fitipaldo, Mathías Calfani y Batista. Pareció lógico. Lo que no repitió, al menos en los primeros minutos, fue la intensidad defensiva. Básicamente, al principio Estados Unidos manejó el partido. La velocidad en los rompimientos, y los movimientos de pelota hasta quedar uno contra uno, fueron sus mejores virtudes. Además, ganaron varios rebotes ofensivos que les dieron puntos fáciles. La celeste se puso en partido por la efectividad en el tiro exterior: de estar abajo 11-4 pasó a quedar 13-11 con tres triples al hilo. En el cierre otra vez los yanquis, cambios de por medio, lograron buenas transiciones y se fueron arriba 22-17.

  2. Lo del segundo cuarto celeste fue bárbaro. Las manos calientes siguieron finas, y de media y larga distancia llegaron los puntos. Es fundamental, porque el juego exterior costaba muchísimo. Desde la banca fueron importantes un par de ingresos: Santiago Vidal y Sebastián Izaguirre. De ir abajo todo el tirón, con un triple de cada uno, Uruguay pasó 28-27. Ahí sí encontró el ritmo Uruguay. Bajó la intensidad rival, las posesiones fueron más lentas, los aciertos ofensivos provocaron que los norteamericanos no pudieran correr la cancha. Terminó 40-39 para la celeste.

  3. Fue la guerra. O el mejor escenario posible para Uruguay: juego trabado, sucio, con ofensivas duras en cada choque, sin velocidad, todo ese combo se tradujo en un partido errático. Mucha defensa, como le gusta a Rubén Magnano. En Estados Unidos apenas se destacó John Jenkins, quien fue la carta de gol.

A Uruguay, que tuvo muchas posesiones gracias a lo hecho atrás, le costó convertir porque la efectividad bajó –algo que parecía obvio por dos razones: los porcentajes eran elevadísimos, el cansancio hace su juego–. Sin el juego exterior abierto, la celeste intentó con pick and roll, pero los yanquis marcaron bien a Batista, a veces hasta con triple marca, y la cosa no anduvo. Ese choque a choque fue desgastando al pivot salteño y fueron los primeros minutos de Hátila Passos. Entró bien el brasuca. Puso puntos e hizo el trabajo sucio en la defensa. Uruguay se fue arriba 54-50.

  1. La ilusión. La selección celeste empezó enchufada. Bien la conducción, bien la ejecución. Logró sacar una diferencia máxima de 8 puntos arriba cuando faltaban seis minutos. Ilusionó muchísimo, sobre todo porque parecía que Estados Unidos no se encontraba. Pero por algo son los mejores. De la mano de Travis Trice, sumado a algún aporte de Jenkins, hicieron un parcial 16-1 y lo dieron vuelta. Quien no revierte un partido con una diferencia así. Se dejó todo, no se pudo. Bien igual. Tamo ahí.

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