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Antoine Griezmann, de Francia, durante un entrenamiento, ayer, en el estadio de San Petersburgo.

Foto: Christophe Simon

Bélgica y Francia van por un lugar en la historia

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La semifinal será arbitrada por la terna uruguaya liderada por Andrés Cunha.

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Rusia 2018 llegó a su última semana. Cuatro selecciones disputando un lugar para siempre: salir campeón del mundo. Hoy, en San Petersburgo, las selecciones de Bélgica y Francia se enfrentan con el objetivo de pasar a la final. Será a las 15.00, la hora del fútbol.

Se presume un partido abierto. Usan diferentes argumentos tácticos, es verdad. También es cierto que se paran cada uno con su estrategia. Así lo han demostrado cada vez que han salido a la cancha –aunque dependiendo de los rivales de turno, ambos han hecho ciertas modificaciones para tratar de limitar al contrario más que para potenciar sus cualidades–. Pero ya sea por el extraordinario talento individual que existe de un lado y del otro –talento que, en varios casos, es con velocidad de Fórmula 1–, como por la vocación colectiva de proponer en vertical, puede darse un encuentro de ida y vuelta.

¿Son las dos mejores selecciones ofensivas del Mundial? Es probable. No alcanza con citar nombres, pero ahí van varios: Kevin de Bruyne, Eden Hazard, Romelu Lukaku; Paul Pogba, Kylian Mbappé y Antoine Griezmann. Si bien ninguno de ellos ha sostenido el nivel en los cinco partidos que cada selección ha tenido, entre ellos se cocina gran parte del fútbol belga y francés.

Cada bando por su lado

Miralo a Bélgica: cinco partidos jugados, cinco ganados, 14 goles a favor, siete en contra. El equipo que dirige el español Roberto Martínez está haciendo un gran Mundial. Ha demostrado de todo: goleó cuando pudo, le ganó con diez suplentes a Inglaterra, mostró rebeldía y coraje para dar vuelta el 0-2 ante Japón por octavos de final, y dejó afuera a Brasil en cuartos, tal vez dominado por la verdeamarela, pero defendiendo bien y liquidando el asunto de contragolpe, un arma que maneja muy bien.

Además, Eden Hazard. El volante del Chelsea –quien, curiosamente, inició su carrera como futbolista en el Lille francés– es el crack del equipo. En este Mundial ha jugado como enganche, casi suelto por delante de los mediocampistas, y como mediapunta, acompañando a Lukaku; en ambos casos, siempre bien. Su repertorio va desde leer casi a la perfección las necesidades del juego –fundamental para todo–, pasando por el entramado de pases que fabrica y hasta por encargarse de las pelotas quietas.

Donde tal vez Bélgica tenga que ajustar más cosas es en la zona defensiva. La pasó mal con Brasil. Comúnmente juega con línea de tres, todos muy altos y algo lentos, a quienes se les suman los carrileros para formar una defensa de cinco. Incluso contra Brasil se metió en la cueva Marouane Fellaini y terminó con seis atrás. A priori, por la velocidad que tiene Francia de la mitad de cancha hacia arriba, esa línea de tres belga deberá tener muchos recaudos.

Miralo a Francia: qué te vamos a contar, si lo sufrimos juntos. Equipo compacto, buen triángulo final entre zagueros y arquero, laterales que se sueltan mucho, el pac-man de N’Golo Kanté, más la explosión Pogba-Mbappé-Griezmann. Estos dos últimos, a juego abierto, serán claves. Su velocidad y su pegada pueden (suelen) abrirle camino a Francia.

Para el final, dos nombres claves, uno por cada bando: Thibaut Courtois y Hugo Lloris, los arqueros. A su manera ambos fueron determinantes para ganar en octavos de final. Lloris tapó esa del Pelado Martín Cáceres que era el empate y después estuvo muy seguro. Courtois fue enorme, casi brillante frente a Brasil. Hizo cinco o seis atajadas que ahogaron gritos de goles brasileños, incluida la del final, una volada hacia su derecha para sacarle a Neymar, a mano cambiada, una pelota que iba al ángulo y si entraba llevaba el partido al alargue.

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