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María Pía Fernández y Déborah Rodríguez, durante el Sexto Campeonato Sudamericano de Atletismo Sub 23, en la pista de atletismo Darwin Piñeyrúa. (archivo, octubre de 2014))

Foto: Iván Franco

Oros y oropeles

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Redacción al margen | Sobre atletismo, infraestructura y actividad física.

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La agenda marcaba el sábado 4 de mayo. Ese día, en Paysandú, estaba pactada la inauguración de la nueva pista de atletismo. Como no se trata sólo de cortar cintas, la idea de los organizadores era realizar un evento deportivo de exhibición en el que participaran los mejores atletas del país: Emiliano Lasa, María Pía Fernández, Andrés Silva, Déborah Rodríguez, entre otros, a quienes se sumarían varias de las promesas de las distintas ramas del atletismo. Pero a veces la vida, las intenciones y el reloj no se ajustan. El día de la inauguración fue cambiado: la nueva fecha coincidía con el Sudamericano de Atletismo de Perú –cita obligada de los mejores deportistas celestes–, y la fiesta en los pagos sanduceros no pudo ser completa, más allá de que fue un fiestón: el viernes 24 la Plaza de Deportes cumplió 100 años, el sábado 25 se inauguró la lujosa pista.

En Lima el foco de la expectativa estuvo puesto sobre la elite del atletismo uruguayo. El primer campanazo lo dio María Pía Fernández. En un sprint final en el que muchos de nosotros empujamos con la vista, la trinitaria ganó la carrera con un tiempo de 4 minutos, 27 segundos y 44 décimas, y se quedó con la medalla de oro en los 1.500 metros. Un día después, Emiliano Lasa, tal vez el más alto deportista individual que tiene el país en este momento, consiguió la presea dorada en su especialidad, salto largo. El domingo, en el último día de competiciones, fue Déborah Rodríguez quien se colgó la dorada. La corredora se impuso en los 800 metros con un tiempo de 2:02.68. Detenerse acá: este nuevo oro se suma a los dos obtenidos en el Sudamericano 2015 para que Déborah alcance la marca histórica de Josefa Vincent, hasta ese momento única atleta uruguaya en ganar tres oros sudamericanos.

Los tres, María Pía, Emiliano y Déborah, por ser primeros en sus especialidades, se clasificaron al Mundial de Atletismo que se disputará en Doha, Catar, entre el 27 de setiembre y el 6 de octubre de este año. Enhorabuena. Eso que sucedió en Perú pegó de costado no sólo en Paysandú –por añadidura temática–, sino en todo el país: se habló de atletismo.

Hubo más competidores en Lima. Andrés Silva, en los 400 con vallas, y Santiago Catrofe, en los 1.500 metros, salieron cuartos y acariciaron las medallas; además, Lorena Aires fue sexta en salto alto, Lautaro Techera noveno en lanzamiento de jabalina, mientras que Nicolás Cuestas fue séptimo en los 10.000 metros y octavo en los 5.000.

Lo que se escribe en un mundo se representa en otro: en un lado, la expresión continental máxima del atletismo; en el otro, la fiesta para la ciudadanía. El secretario nacional del Deporte, Fernando Cáceres, el intendente de Paysandú, Guillermo Caraballo, autoridades de la Universidad de la República y del Consejo de Educación Técnico Profesional, otras autoridades nacionales y departamentales, profesores y estudiantes de educación física, deportistas y público en general, se reunieron en la Plaza de Deportes José Enrique Rodó para celebrar su siglo de vida e inaugurar la nueva pista de atletismo de piso sintético, certificada como clase II por la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, pista que además forma parte del Campus Deportivo y Educativo más interesante del norte del país.

No todo fue corte de cintas y discursos: había que estrenar la pista con pruebas deportivas. Las jóvenes promesas del atletismo celeste se dieron cita para la exhibición. El duraznense Federico Lemos y la sanducera Manuela Rotundo hicieron lanzamiento de jabalina, con la buena noticia de que, alentada por su público, Rotundo marcó un nuevo récord. Además, Bruno Yoset le dio vida al arenero grande con sus saltos largos, mientras que Luciano Lancieri y Mauro Pons mostraron sus destrezas en el salto alto. Ninguno de ellos supera los 20 años, todos buscan la superación como atletas. Son presente.

Una cosa ata la otra. Hace unos años el diagnóstico de la extensa red de instalaciones deportivas no daba buenos resultados, sobre todo en el ámbito público. Mejorar las infraestructuras era –y sigue siendo– un paso fundamental. Para proyectar el deporte de rendimiento y alto rendimiento, claro, porque para elevar su calidad son necesarios los mejores recursos, materiales y condiciones de trabajo, y a la vez para aumentar la práctica deportiva de una sociedad que hace poca actividad física o deportiva, y que cuando la hace, generalmente, es en clubes donde se paga para poder hacerlo. Está bien, tiene que existir, la libertad de elección es un derecho. Pero que el Estado, en asociación con entes departamentales y con el sistema educativo, esté al servicio de la sociedad, eso es universalización –o al menos tiende a eso–. Por eso fue un fiestón en Paysandú. No es oropel, es para todos.

Como es de esperar en estos casos, ahora queda la gestión: de las plazas y pistas para todos, de las becas por proyección internacional para quienes se destaquen, más todo lo que hay en el ancho mundo del deporte. Tanto se hablará de la lluvia como de lo que suceda cuando llueva. Mejor lo resumió Octavio Paz: “Óyeme como quien oye llover, ni atenta ni distraída”.

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