El latigazo de la crisis barre por todos lados. Saltan las urgencias en los barrios y en las familias laburantes de contratos precarios o inexistentes. Lo que se activa es el barrio mismo. Los colectivos se arman de espumadera y cuchara de madera y surge, como espontáneamente, la olla popular. La propia, la del guiso y la vianda; la otra, la del alimento y el producto de limpieza; y la otra, la más metafórica, que es la del pueblo en movimiento.
Hay un merendero en Piedras Blancas -merendero y olla popular-, hay otra de los vecinos del Cerro, de Casabó y de Malvín Norte. También en el bar el Gaucho, en La Teja y en la pizzería El Triunfo, en Villa Española. En la sede del Club Villa Española, además, se juntan alimentos y productos de limpieza para repartir, algo similar pasa en el histórico galpón de Camino Corrales. La sede de Uruguay Montevideo (Fraternidad 3919), funciona como una referencia para recibir donaciones. En Villa Teresa, donde también hay una olla popular, estuvo dando una mano Jhon Ferreira, futbolista -o ex futbolista, eso siempre es relativo-, presidente de AIFA (Asociación Inclusiva de Futbolistas Amateurs), con unas cuantas canchas en el lomo. La Segunda División Amateur, como se le dice a la vieja C, también está en movimiento: “estamos haciendo un relevamiento entre todos los planteles de los jugadores que estén más jodidos, sabemos que hay muchos que están sin laburo, que cobran dos mangos y que tienen familia, para ver la forma de hacerles llegar un surtido de alimentos y artículos de limpieza”.
El mundo de la C, en ese margen de belleza y lucha, tiene sus propias características: “es distinta a las otras divisionales, porque no hay contratos, acá te encontrás todos los años con gente nueva. El funcionamiento es con los referentes de los planteles, para transmitir lo que podamos hacer por los futbolistas, para ir paleando esta situación. Hay unos doscientos o trescientos futbolistas que tienen familia e hijos que van a precisar una mano sí o sí”, cuenta Ferreira.