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Fabricio Santos, jugador de Racing, entrenando en su casa.

Foto: Mariana Greif

¡Profe, profe! El trabajo a distancia de los preparadores físicos en tiempos de coronavirus

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Entre foto y foto levantando una copa, pasan muchas cosas. Algo así dijo Cafú, el sempiterno lateral de la canarinha. Quien lo cita es Pablo Balbi, preparador físico del Liverpool de Román Cuello. La cuestión es qué hacen los jugadores cuando nadie los ve para, cuando vuelvan al ruedo expositivo del campeonato, estar lo mejor posible. La ecuación involucra en todos los casos determinadas variables, como los materiales, conos, cajones, cintas, bicicletas, pero ahora el entorno es otro. El espacio con coronavirus, en el mejor de los casos, es verde y tiene cierta amplitud –sobre todo en el caso de los futbolistas que vuelven a las ciudades del interior donde nacieron–, y otras veces es un apartamento, rodeado de gurises o con abuelos, abuelas, padres, madres alrededor. “Nos estamos introduciendo en las familias y en los hogares de los futbolistas, eso trae aparejado situaciones de convivencia, de paciencia, aparecen el aburrimiento, la angustia, la depresión”. Quien habla es Gabriel Moreira, preparador físico del Racing del Grillito Gustavo Biscayzacú, que ya contaba con 49 entrenamientos en su haber de cara al campeonato de la B que no llegó siquiera a arrancar. Sobre la interna de las planificaciones, los emergentes inesperados y las variables lógicas por la incertidumbre reinante Garra conversó con Álvaro Silvera, preparador físico de Peñarol femenino, Félix Martínez, del Nacional de Gustavo Munúa, Pablo Balbi, de Liverpool masculino, y Gabriel Moreira, de Racing masculino.

Álvaro Silvera: el elemento fundamental

Alejandra Garcia, jugadora de Peñarol, entrena en una cancha de básquetbol en un complejo de viviendas en el barrio Buceo, cerca de su casa.

Foto: Mariana Greif

“En un principio les envié la planificación para 15 días, porque pensé que iba a durar eso esta situación. Después transcurrió todo y tuve que readaptarme, porque no es lo mismo entrenar a distancia que en forma presencial. Entonces aplicamos una nueva metodología: lo que resolvimos fue enviar la sesión de entrenamiento, y las jugadoras la ejecutan y completan un formulario respecto de la carga del entrenamiento y cómo lo percibieron. Eso lo dejo asentado en un registro, para controlar las cargas. El otro formulario tiene que ver con el descanso de la noche anterior, el estado de ánimo. Las futbolistas tienen vida social particular, más allá del fútbol. Jugamos un deporte colectivo y de un día para el otro se encuentran entrenando solas. Eso influye mucho. Los primeros 15 días pensé en la mantención física, pero como se extendió hubo que readaptarse; ahora empezamos a incorporar la pelota, que es fundamental. Después de tantos días sin pelota, las jugadoras están desesperadas. También estamos haciendo charlas por Zoom, con una parte técnica y táctica con el director técnico Daniel Pérez y Daniela Paiva, que es la ayudante, sobre el sistema de juego y el desempeño de cada una. Por otro lado también les enviamos los partidos que tenemos filmados, para que vean la misión y la función de cada puesto. Pero no muchos partidos son televisados, entonces se dificulta tener material de buena calidad de imagen. Utilizamos los clásicos del año pasado y los partidos internacionales que jugamos por Libertadores. Ernesto Torres es psicólogo social, realiza dinámicas de grupo y juegos, más allá de las consultas individuales. En el caso de Peñarol es un grupo muy fuerte y unido, se extrañan mucho ellas. El futbol femenino en Uruguay sigue siendo amateur, entonces las chicas lo hacen por el deporte, por la interacción social y porque aman lo que hacen. Previo a entrenar o trabajaron o estudiaron o ambas cosas, y eso también hay que calcularlo en la planificación; lo mismo el ciclo hormonal, particularidades propias del deporte amateur y femenino”.

Fabricio Santos, jugador de Racing, entrenando en su casa.

Foto: Mariana Greif

Pablo Balbi: llamadas telefónicas

“Partimos de la base de que es una situación compleja, que no es normal, que empezó el 13 de marzo. Al principio pensamos que no iba a dilatarse tanto, entonces se trabajaba con la motivación de volver a entrenar. Pero eso fue decayendo paulatinamente. Cuando planificás las vacaciones es más sencillo porque uno conoce al futbolista, conoce su cuerpo, conoce el año que pasó; en este caso es un corte abrupto a tres fechas de iniciado el campeonato, y aún no se sabe cuándo va a ser el reinicio de las actividades. Eso hace rara la planificación, porque uno no puede apuntar a un mes, ni siquiera a una semana. En cuanto a los trabajos, se les mandan vía Whatsapp, y a veces por Zoom, para hacer demostraciones, llamadas telefónicas y mensajes normales. Lo primero fue que ellos estuvieran comprometidos con su estado físico, que va perdiendo fuerza, resistencia, velocidad. Encima, el lugar restringido que tienen para entrenar. Fue importante saber con qué materiales contaban los futbolistas y qué espacio tenían para trabajar. La directiva hizo un esfuerzo impresionante para alquilar y comprar elementos como bicicletas ergométricas para cada futbolista y TRX, entre otras cosas, como pelotas, conos, bandas elásticas, pesas rusas, cajones, lo que fuera necesario. Los profes nos turnamos para llamarlos a ver cómo están; han tenido charlas grupales a nivel táctico por línea a cargo de los entrenadores, hemos tenido charlas con la psicóloga y con la nutricionista por Zoom, se les pasan partidos para que vuelvan a ver, la final de la Supercopa, los partidos de la Copa Sudamericana. Lo más importante es la parte mental. La idea es que los planes tengan variabilidad, pero a veces con la pelota apenas se puede hacer un dominio y dar un pase contra una pared; nos están faltando, obviamente, las distancias largas, la parte aeróbica y de velocidad en largo. También va en cada uno motivarse, entrenarse. El retorno va a ser complejo, desde lo físico y desde lo que concierne a la faz colectiva. Como decía Cafú, el lateral brasileño: ‘Entre foto y foto en que uno levanta una copa suceden un montón de cosas’”.

Alejandra Garcia, jugadora de Peñarol.

Foto: Mariana Greif

Gabriel Moreira: felicidad, depresión

“Esto nos tomó a todos por sorpresa, veníamos trabajando desde hacía ocho semanas. Teníamos 49 entrenamientos realizados, estábamos bastante bien para empezar el campeonato. El último entrenamiento fue el viernes 13 de marzo. La primera semana se priorizó la continuación de un trabajo físico general. De entrada elegimos que fueran solos a entrenar, porque todavía no estaba claro lo que pasaba. La siguiente semana hicimos un relevamiento del espacio y de los materiales que tenía cada jugador, si tenían bicicletas, cintas, elípticas. Se establecieron rutinas más individuales, generales pero con algunas características específicas para algunos futbolistas que, por ejemplo, tienen tendencia a engordar. Se trabajó con la nutricionista y se establecieron criterios para la siguiente semana ya sin salir de las viviendas. Algunos muchachos tenían medios adecuados, algunos en el interior tienen espacios verdes para el trabajo general cardiovascular. En la tercera semana empezamos a utilizar videos cortos de Whatsapp. La ausencia del balón, por supuesto, se empieza a notar a medida que pasan las semanas. Promediando las semanas cuatro y cinco se resolvió un entrenamiento desde lo cognitivo, lo mental, la toma de decisiones. Se establecieron grupos por posición en el campo para los cuales a través de Zoom realizamos estrategias progresivas en cuanto a lo que tiene que ver con las jugadas tanto en defensiva como en ofensiva, tratando de mejorar los aspectos tácticos. Esto se realiza teniendo en cuenta que nos estamos introduciendo en las familias y en los hogares de los futbolistas; eso trae aparejado situaciones de convivencia, de paciencia, aparecen el aburrimiento, la angustia, la depresión”.

Alejandra Garcia, al final de su rutina de entrenamiento.

Foto: Mariana Greif

Félix Martínez: sinergia

“En un principio armamos grupos de tres jugadores, y contamos con el apoyo de profes institucionales del club que por medio de ciertas directrices llevaron adelante una serie de trabajos que se extendieron por una semana y media. Los organizamos por puestos y por el registro que tenemos en los GPS de los partidos y los entrenamientos de cada uno. Al momento de confinarse hubo que mirar por los que menos espacio tienen; se repartieron los objetivos y se ha trabajado mucho en la zona media, trabajos de core y contenidos metabólicos para ejercitar el nivel cardiovascular, la potencia aeróbica o la explosividad. Se contó con una bicicleta estática para cada jugador que brindó el club, así como también con los materiales que hicieran falta. Los ejercicios con pelota están únicamente destinados a la habilidad, por una cuestión de espacio. En cuanto a lo grupal, lo que sucede en Nacional es que hay muchos futbolistas que vienen de las inferiores y hay otros que ya son jugadores del club, que están hace años; eso produce una sinergia que está por encima de los equipos en los que he trabajado. Muchas veces después del entrenamiento que hacemos por Zoom, nos quedamos por espacios de diez o 15 minutos conversando. Alguno hasta se prepara el mate. El trabajo con el psicólogo Gabriel Gutiérrez es fundamental, con él se realizan encuentros grupales por Zoom y trabajos específicos individuales. Cada integrante del cuerpo técnico tiene un grupo de jugadores que va rotando para realizar llamadas individuales. La idea es que no se muera la convivencia y trabajar también desde lo cognitivo. En estas semanas incluso hay veces que nos relacionamos más que en semanas normales”.

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