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Foto: Natalia Rovira

La escuelita de fútbol en Mirador incluye a personas con síndrome de Down, trastornos del espectro autista (TEA) y Asperger

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El deporte como punto de partida para generar un espacio donde personas con discapacidad puedan divertirse practicando actividad física.

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Todos los miércoles de 16.00 a 18.00 rueda la pelota. La actividad fue ideada por Mateo Sarni –jugador de básquetbol profesional– y su padre, Eduardo, quienes años atrás iniciaron un espacio similar de básquetbol en el Club Larrañaga, denominado Larra Plateado. El base de Urupan en la presente edición de la Liga Uruguaya fue futbolista de chico. Antes de pasar a Nacional estuvo nueve años en Mirador aprendiendo a patear el balón que ahora pica. Quedó el vínculo, y cuando se prendió la lamparita, padre e hijo se contactaron con el club donde Mateo correteaba de gurí.

El complejo ubicado en el Parque Batlle fue remodelado en el marco del proyecto Salí Jugando, impulsado por la Intendencia de Montevideo. La cancha de Mirador –al igual que las de Rayo Rojo y Poco Sitio– pasó a ser de césped sintético. Las tres están divinas. Es un punto histórico para el deporte más popular de nuestro país. El marco es perfecto, con el estadio Centenario del otro lado de la calle. Imponente, mítico.

La familia Sarni cuenta con el apoyo del club, que además del escenario brinda todos los implementos necesarios para generar ejercicios y entrenamientos. También, por el vínculo de Mateo con la gremial de basquetbolistas, se alcanzó el contacto con la Mutual de Futbolistas Profesionales, que se sumó a la movida. Concurren tres colaboradores por semana y se encargan de conseguir la hidratación. De a poquito se irán buscando más cosas para aportar. Las ideas y el entusiasmo están.

Foto: Natalia Rovira

La convocatoria crece. La actividad comenzó hace un mes aproximadamente. A la primera práctica fueron cinco, y ya hay cerca de 20 concurrentes. No hay límite de edad para ser parte, y con acercarse a la cancha los días de entrenamiento alcanza. Es mixta. Ahí se tomarán los datos y se informará sobre el funcionamiento de la escuelita.

En el diccionario, la definición de “mirador” marca que es la “sala, galería o corredor desde donde es posible contemplar el exterior”. Este Mirador Plateado amplió la mirada para construir un lugar de inclusión en el centro de una ciudad que lo necesita.

Eduardo Miñón es parte del club. Fue quien recibió la propuesta y la extendió a sus compañeros. Con tono pausado y voz calma contó a Garra los sentimientos que le produce sumarse al grupo de trabajo para afrontar esta actividad.

¿Cómo arrancó todo?

Por la familia Sarni. Son amigos. Mateo jugó al baby fútbol con nosotros, llegó a los cuatro años. Lo conocemos desde muy chico. Ellos vienen haciendo un trabajo bárbaro con una escuelita de básquetbol en Larrañaga. Como conocían el club, nos contaron la idea y enseguida la agarramos, por supuesto. Es algo diferente a lo que estamos acostumbrados. Está buenísimo porque le damos un lugar a un montón de gente que necesita encontrar estos espacios para hacer deporte.

Foto: Natalia Rovira

¿Cómo lo tomó el club?

No es común hacer esto. Si bien somos una institución que compite, nosotros consideramos al club como algo social, integrador, de familia, de niños. No hubo que pensarlo demasiado, entendimos que tenemos la posibilidad de darles espacios a todos, y esta era una hermosa oportunidad.

¿Cómo son las prácticas?

Es divino. Todas las personas que vinieron se integraron rapidísimo. Aprendemos unos de otros. Podés tener conocimientos teóricos, pero verlo en la práctica es mucho más lindo. Más allá de sus dificultades, ellos la tienen re clara y se divierten jugando al fútbol. Nosotros intentamos cuidar la exigencia con cada uno para que no se cohíban. Es muy importante ver las respuestas que tienen para entender desde qué lugar tenemos que pararnos frente a ellos. Por ahora están bárbaros.

¿Cómo ha sido la convocatoria?

Fue creciendo. Buscamos seguir expandiendo la actividad para llegar a más personas. Por ahora, todos los muchachos que están viniendo son de Larrañaga. Queremos que se conozca esta movida y lleguen de otros lados. Con sólo presentarse alcanza. Es mixta. Estamos todos los miércoles de 16.00 a 18.00 en la cancha de Mirador.

Foto: Natalia Rovira

¿Qué siente al realizar esta actividad?

Como alguna vez me dijo Mateo: esto es un soplo al alma. Te sentís distinto. Acá ves dificultades, pero también el esfuerzo que ponen para aprender. Van dando pasos. Son muy aplicados.

Maximiliano Russo es exfutbolista profesional. Forma parte de la comisión directiva de la Mutual de Futbolistas, donde se encarga de la parte educativa dentro del gremio. Junto a Fabricio Santos y Gonzalo Sena fue designado para acompañar esta movida. Hiperactivo, alegre, comprador, es uno de los responsables de llevar adelante los entrenamientos.

¿Cómo nació el vínculo de la Mutual con Mirador Plateado?

Esto viene desde hace un largo tiempo. Mateo y su padre iniciaron un proyecto de básquetbol inclusivo y se les ocurrió la magnífica idea de volcarlo al fútbol. Lo venimos charlando desde hace un par de meses y se largaron. Nos invitaron a participar como gremial; para nosotros es un placer colaborar con la causa, aunque sea en lo más mínimo. Es algo muy noble, sin fines de lucro. Nos reconforta. Si bien sólo acompañamos un poco, estamos agradecidos de ser parte.

Foto: Natalia Rovira

¿Cómo se prepararon para trabajar con personas con discapacidad?

Obviamente, cuando aceptamos el desafío sabíamos que nos teníamos que preparar de una forma diferente. Lo principal es el vínculo; es lo que ellos más destacan y te demandan. Los acompañamos en todo momento: en una corrida, a patear la pelota, en un abrazo. Tenemos referencia de las capacidades de cada uno, somos precavidos. Ninguno de los que estamos acá somos profesionales en la materia, simplemente intentamos disfrutar. Ellos son personas igual que todos, con alguna característica diferente en cuanto a su capacidad y su movilidad. Buscamos trabajar e impulsarlos para que vayan creciendo, que cada uno vaya a su ritmo y nosotros nos adaptemos a las necesidades de cada integrante de la escuelita.

¿Cómo se hace para personalizar el entrenamiento y que todos tengan su lugar de diversión?

Tratamos de incluirlos para que la pasen bien. El que quiere o necesita un poco más te lo demuestra y se lo damos. Hay otros que marcan una pausa cuando están cansados. Nosotros los estamos conociendo. Con la información que tenemos hasta el momento, vamos armando los juegos y los circuitos de la forma más simple posible, para luego, de a poquito, ir complejizando un poco más. Esa es la idea de Mateo y nosotros la acompañamos.

¿Por qué la Mutual decidió apoyar esta movida?

Es un aprendizaje terrible. Desde que estamos en el gremio hay un grupo que se encarga de la rama educativa, que incluye actividades como esta, en las cuales nos da placer participar. Es un desgaste, lo hacemos de forma honoraria, pero nos encanta. Con Mateo tenemos una buena relación por su participación en la gremial de básquetbol. Venimos siempre con Gonzalo Sena y Fabricio Santos. En todo lo que nos inviten vamos a estar. Esto es espectacular; yo me voy recontra lleno a casa, satisfecho por lo que di y con lo que ellos te devuelven.

Foto: Natalia Rovira

¿Qué aporta la Mutual a la escuelita, más allá de los recursos humanos?

Son cosas mínimas que podemos aportar por ahora. Traemos agua y bebidas energizantes para la gente que hace deporte. La idea es empezar a traer un futbolista profesional todos los miércoles para que aporte lo suyo y sea otro atractivo. Sería muy bueno que ellos pudieran compartir entrenamientos con jugadores de los principales equipos del país. También estamos haciendo gestiones con la Secretaría Nacional del Deporte para conseguir algún lugar cerrado para cuando el tiempo no acompañe, así en invierno no se suspende.

¿Qué te deja cada miércoles la visita a Mirador Plateado?

No sé si son tangibles las sensaciones que esto genera, pero te vas lleno de amor, de alegría. Sentís que estás aportando algo mínimo. Es impagable. Se les está brindando un vínculo y un espacio social para hacer deporte que quizás en otro lugar no tienen. Ya son dos veces a la semana que tienen actividades entre fútbol y básquetbol, ellos están esperando cada miércoles y cada sábado para venir a jugar. Es su lugar y nosotros disfrutamos con ellos.

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