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Cecilia Santo.

Foto: Alessandro Maradei

Cecilia Santo: la primera entrenadora en ganar un título con Peñarol

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Su equipo tiene el lema “como piña: hacia afuera pinchamos y hacia adentro nos protegemos” porque para la DT “si adentro estás picada, te comen de afuera”

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Cecilia Santo hizo historia: se convirtió en la primera mujer en dirigir y salir campeona con Peñarol, equipo que asumió a comienzos de este 2023, luego de una extensa carrera como DT de las juveniles de Liverpool. Santo hizo el curso en 2011, se recibió en 2013 y en 2015 inició su carrera en el Club Unión Vecinal con una categoría 2009. Más tarde, en 2016, llegó a una sub 16 de Liverpool y posteriormente pasó a entrenar varones en la Liga Universitaria, en el equipo Numa Turcatti. Luego de un parate por cuestiones personales, en enero de este año retomó la actividad. Pero su vínculo con el fútbol inició mucho antes, cuando era una futbolista que, al principio, cuando no sabía los nombres de las líneas de un equipo en relación a los sectores de la cancha, ubicaba las posiciones en el campo de juego de memoria, según los futbolistas que había visto en acción. Y es que, cuando Cecilia observaba fútbol, le encantaba detenerse en los movimientos técnico-tácticos de los protagonistas.

¿Cómo te interesaste por dirigir?

Siempre me interesó lo técnico-táctico. Cuando iba al estadio a ver a Peñarol me gustaba observar el movimiento de los jugadores. Recuerdo la primera práctica que tuve como jugadora en Wanderers, era de noche en la cancha de Mauá contra varones, un amistoso. Llegué y la técnica me hizo dominar la pelota y después de verme me dijo “jugá de volante”. Lo miré a papá y le pregunté ¿qué es eso? y me dice: “Como Gaby Cedrés”. Cuando me cambiaban de posición lo miraba y él me decía “como Pacheco” y así.

Familia futbolera, entonces.

Sí, Peñarol a muerte.

Tu última experiencia antes de Peñarol fue en Liverpool, ahí también te destacaste.

Con Liverpool nos fue muy bien, logramos el quinquenio y el vicecampeonato de América, pero entrenar juveniles es algo muy distinto.

¿En qué aspectos está el cambio?

No es lo mismo. Cuando llegué a Peñarol estaba tranquila porque conocía a muchas jugadoras, pero el desafío era grande, toda la logística era nueva. Me fui aceitando, el profe me dio una mano enorme. Costó trabajo, pero se dio. No nos habíamos propuesto salir campeonas para este año, pero lo logramos, anticipado diría [Ignacio] Ruglio; creo que sirvió la experiencia en Liverpool en lo que tiene que ver con plasmar una idea.

¿Cómo fue tu transición de pasar de dirigir juveniles a primera?

Llevó tiempo. Cuando le querés proponer algo a una juvenil es más abierta porque para ella es todo nuevo. Una jugadora de primera tiene su experiencia y acá al principio les costaba, te ponían en duda algunas cosas, pero con el correr de los días nos fuimos conociendo y el vínculo que se generó está buenísimo, terminamos tirando todas para el mismo lado.

¿Esa fue la herramienta para ganar?

Si, la unión. Siempre hablamos de eso. Al principio era un grupo nuevo con todo lo que eso significa, le sumamos a la psicóloga, que inició siendo Lucía [Proverbio] ahora está Grisel [Marachlian] con nosotras, pero para mí siempre fue muy importante que estuviera atendido ese aspecto. El ser humano en su totalidad es complejo y más teniendo que competir y convivir con eso. Al principio pasaba que no se conocían y habían subgrupos, después fuimos entendiendo que, si bien era normal, el grupo se tenía que amoldar para ser uno, y estamos bien agarraditas para adentro, tenemos la metáfora “vamos como piña”: hacia afuera pinchamos y hacia adentro nos protegemos, eso fue lo que inclinó la balanza a nuestro favor.

Cuando les preguntas a las jugadoras cuál fue la clave te responden con eso, con la unión grupal.

Sí. Desde el cuerpo técnico pensamos que si las jugadoras no están convencidas, no se puede, te comen de afuera si adentro estás picada. Sacan ventaja de eso, a la hora de jugar se nota, las jugadoras discuten. Hay roces normales en el fútbol, pero a la hora de competir vamos todas para adelante. Lo tuvieron que entender porque venían de una escuela distinta, la de meterse el gaucho, y las tuvimos de convencer de que no era por ahí.

Justamente el día de la final alguien les gritaba a las chiquilinas de Nacional “no discutan entre ustedes”; ¿sentís que por ese lado también pudieron superarlas en la última etapa del año?

Sin dudas. Yo desconozco la interna de Nacional, pero estaban con un ambiente de frustración que se desencadenó muy rápido, venían con una idea o un plan que no pudieron llevar adelante. No se puede sobrellevar si no hay cohesión, si no van todas para el mismo lado. Nacional lo intentó en la final de ida, se las escuchaba dándose para adelante, gritando más de lo habitual, y así lograron hacer el gol, pero después fue al revés, porque cuando te levantás de eso y volvés a rebotar es muy difícil de remontar.

¿Dónde estuvo el diferencial en lo futbolístico?

Creo que nosotras logramos tener alguna variante más, Nacional estaba muy volcado al juego directo de la zona 1 de ellas, con [Sofía] Ramondegui, [Oriana] Fontán, [Alison] Latua, buscaban que ellas lanzaran directamente, se notó cada vez más. En el clásico del Apertura y del Intermedio Nacional propuso otra cosa, llegar más desde zona 2, no tanto desde el pelotazo largo, aprovechaban más las pelotas quietas.Nosotras hicimos un juego directo muy punzante, con asociaciones muy interesantes, eso le dio a Peñarol versatilidad. Nos tapaban en una parte y entrábamos por otra, llegábamos a través de asociaciones, triangulaciones; Juli Morales fue fundamental en eso para aportar claridad al equipo: ella tiene como esa cosa distintiva de ver dónde está el hueco, la luz y va. Después también tuvimos como diferencial la jerarquía al momento de definir.

Con el diario del lunes: ¿cuánto te sumaron las incorporaciones de Daiana Farías y de Stephanie Tregartten?

La llegada de Daiana es de casualidad, ella vino a Uruguay y me pidió para entrenar con nosotras y empezó a sentirse muy a gusto, participó en el clásico del 0-0 estando en la concentración y desde ese momento empezó a aportar cosas que al equipo le estaban faltando. A pesar de que Jemina [Rolfo] asume el rol de líder, tienen perfiles distintos, el de Jemi es mucho más perfil bajo y Daiana marca sólo con su presencia, tanto en las jugadoras propias como en las ajenas. Luego de ese clásico quiso quedarse, lo necesitaba por una cuestión personal, la disfrutamos y la aprovechamos muchísimo. Lo mismo la Colo [Tregartten].

También fuiste de menos a más en el arco.

El cambio de Vani [Sburlati] fue increíble, tuvo que asumir una responsabilidad tremenda, el año pasado no tuvo minutos, estaba atajando Catia [Gómez]. Ella llegó siendo una chiquilina de 20 años y se tuvo que hacer cargo, es pesado el arco de Peñarol. Al principio la prensa la mató porque cometió errores, y nació de ella decir el primer día que estaba haciendo las cosas mal y preguntándose cómo lo podía resolver. Inició la terapia con la psicóloga de manera particular, también de manera grupal. Le puso mucho de ella y lo pudo sacar adelante, todos sabíamos que era una gran golera, había que generar el entorno para que creciera. Pudo revertir el 200 por ciento y después fue figura, sobre todo en el último clásico.

Donde siempre estuviste segura es en la delantera.

Cuando llegué yo siempre hago que el plantel elija su capitana y estaba Jemi [Rolfo], que es la más experiente, pero para mí Wendy [Carballo, goleadora del campeonato] por sus características personales se ajustaba más por lo que transmite; Jemi es más líder de vestuario, es más tímida, ayuda inculcando los valores de Peñarol que las generaciones anteriores le habían transmitido a ella. Wendy tiene ese diferencial que siempre se lo digo, está despegada y nunca entrena a media máquina, nunca está disconforme con nada, siempre va para adelante, así como la ves jugando, ella entrena, hacés un chiveo y ella va a muerte.

Se le nota su pasaje por Brasil.

No la vi, en Cerro Largo tampoco, compartí con una entrenadora que la tuvo y siempre me la destacaba. Ella volvió de Brasil por un manejo que no conocía, no por una cuestión deportiva, pero está a nivel de jugar en cualquier liga. Recuerdo en 2018 haber ido a España y comparaba a mis jugadoras de Liverpool con las de primera de ahí y veía que futbolistas como Mica Domínguez o Karol Bermúdez podían jugar perfectamente ahí. Esperanza Pizarro está en eso. No estamos tan lejos en lo que es la materia prima, hay que trabajar para levantar el nivel en otras cosas que acá estamos lejísimos.

¿Y de eso qué me decís? ¿Cómo hacés para laburar con jugadoras que vienen de trabajar, que no se pueden dedicar 100% al fútbol?

Ellas tienen un compromiso total. El cansancio está, hay jugadoras que te dicen que se quieren dedicar a esto y que sienten que dan ventaja porque trabajan siete horas paradas y luego van a entrenar muertas. No le quiero quitar mérito a lo que han hecho mis jugadoras, pero son el ejemplo de que algunas entrenan en condiciones que están por encima del resto. Nosotros tenemos que jerarquizar nuestras posibilidades.

Peñarol este año creció en infraestructura.

Mucho, se dio un paso grande con Las Acacias, la Ciudad Deportiva es una locura, hay que elevar el nivel en todo porque después salís a competir con equipos que no tienen indumentaria ni lugar para entrenar, es difícil que crezca así. El nivel de las jugadoras está. A veces me he molestado con situaciones porque pensar sólo en la plata, qué sé yo… en Liverpool entrenamos al costado del Miguelete, ponemos una malla para que la pelota no se vaya y en esas condiciones logramos cosas impresionantes, fuimos competitivas a nivel internacional, entonces trato siempre de decir “está buenísimo el crecimiento, pero no es ‘condiciones excluyentes’, tenés que estar convencido de lo que querés hacer. Puede ser contraproducente, pero las jugadoras necesitan eso como base: un lugar donde entrenar, que la prioridad sea esa, no que les quede lo último. El apoyo de la logística tiene que estar, si no, es difícil competir. A las que no lo tienen las admiro, y admiro a la gente que sostiene ese trabajo porque van igual sabiendo que viene un equipo como Peñarol y te hace diez goles porque tiene todo. Eso es lo que hay que rescatar de la rama femenina, gente con ganas hay un montón, pero cuando cambien la cabeza e inviertan va a cambiar, es cuestión de tomar decisiones.

¿Con qué te quedás?

Con que nosotras siempre tiramos para adelante e intentamos entrenar con las mejores condiciones. Sabemos que dieron un paso grande para el femenino y lo pudimos devolver, volvimos a poner a Peñarol en ese lugar de privilegio, era lo que yo quería cuando llegué, que resuene, no que sonara Nacional y Defensor, que sonara Peñarol, porque es su lugar. Tanto [Ignacio] Ruglio como [Ignacio] López apostaron a este trabajo, confiaron en el proceso y se pudo dar el campeonato.

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