A raíz del cierre de ejercicio 2022 de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) realizado por el equipo de gestión y firmado por Claudio Fabián Chiqui Tapia, actual presidente de la AFA, se decantaron posturas determinantemente contrarias a ambos lados del Río de la Plata.
Mientras que en Argentina se recomienda desde el órgano rector del fútbol argentino la preferencia por el modelo asociativo, en Uruguay se legisla en favor de las sociedades anónimas deportivas (SAD) hace más de 20 años y recientemente se les otorgó un espacio en el Ejecutivo de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), rol que cumple el empresario Carlos Manta.
El informe publicado por Tapia estipula que “es importante mantener a los clubes como asociaciones civiles. Son el motor para formar y potenciar los talentos deportivos, como así también un factor clave de contención social para muchas familias, niñas y niños”, lo que marca una postura inamovible.
En la misma línea, no sólo se inclinan por uno de los modelos de gestión, sino que recalcan su antipatía por el otro: “Como ya hemos mencionado, en el mundo existen otros tipos de sociedades en los clubes que han demostrado que, aunque en algunos casos exista profesionalización en los cargos, les ha tocado caer en bancarrota y hasta refundar el nombre de sus equipos”, consigna al pasar, en el apartado dedicado a “Gestión y Administración”.
En contraste, como ya desarrollamos de la mano del contador público Gustavo Viñales y del abogado Adrián Leiza, Uruguay legisla para recibir inversores promoviendo las SAD desde la promulgación de la Ley 17.292 del 25 de enero de 2001, en sus artículos 70 al 83, y se refuerzan las garantías en la Rendición de Cuentas del ejercicio 2022. No obstante, ninguna ley obliga a los clubes deportivos a gestionarse mediante SAD, a pesar de que se estimule por las exoneraciones fiscales y beneficios a nivel de negocio.
Para analizar los casos uruguayos y argentinos, la diaria se comunicó con varios profesionales que se vinculan con clubes gestionados por SAD o han estudiado el caso en ambos países.
La brecha uruguaya
Carlos Manta, exgerente deportivo de Plaza Colonia SAD y empresario, es quien ocupa la banca designada para representar los intereses de las SAD en el Ejecutivo de la AUF. En contacto con la diaria, explicó que lo nombraron representante “para tener garantías dentro del Ejecutivo y de lo que allí se decida”.
Por su parte, expuso que “hoy el fútbol está muy marcado: por un lado, los clubes con el modelo de asociación civil todavía; por otro, las SAD. Ahí se formó una brecha y aunque me encantaría representar a todos dentro del Ejecutivo, fui nominado por las SAD”. Cree que su designación se debió a que “había temas muy importantes en juego y pensaron que era la persona indicada para defenderlos”. Uno de ellos, según su postura, era recortar “los gastos astronómicos que tiene el fútbol uruguayo”, donde los equipos “pagan mucho para jugar” y eso es “inadmisible”.
Es común que se cuestione este modelo de gestión por sus antecedentes en otras partes del mundo, pero el representante de las SAD aseguró que “no hay ningún vacío: la SAD tiene que presentar un balance anual y mes a mes pagar los impuestos, porque si no van contra la responsabilidad directa de los accionistas, que son los dueños de los clubes. Es una empresa, tal cual una empresa”.
Respecto de su caso más cercano, en Plaza Colonia, valoró que “es una de las poquitas [SAD] genuinas, criollas, por lo que tenés que estar muy encima con los controles. Acá los recursos se sacan con ingenio. Colocando algún jugador, prestando y llevándola. Todos hacen muchos sacrificios, cosa que no pasa en otras SAD, donde reciben mucho dinero mensualmente”.
En contraste con el país vecino, Manta reconoció que “acá el gobierno le fue buscando la vuelta. Había tanto atraso a nivel de impuestos y aportes al Banco de Previsión Social (BPS) que hubo que ordenar el fútbol”. “Las deudas con el Estado son tremendas desde los clubes gestionados por asociaciones civiles; en cambio, con la SAD está todo al día”, comparó.
Dentro de la política de fomentar las SAD, muchos clubes “tienen la parte civil sin fines de lucro, pero con un contralor muy estricto mediante su cuenta bancaria y auditorías anuales, balances”, lo que permite “recaudar en tiempo y forma todo lo que corresponde”, según el empresario.
La unión argentina
En Argentina hubo varios intentos de generar la posibilidad para que los clubes se conviertan en SAD. A fines de los años 90, al igual que en Uruguay, se presentaron proyectos para generar esta transformación.
Verónica Moreira es doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires y se especializó en el área de estudios sociales del deporte. En contacto con la diaria, sostuvo que le parece “importante que la AFA tome una postura firme con este tema porque hasta unos años atrás no era así”.
El último movimiento fuerte fue en 2015 con Mauricio Macri en la Presidencia de la Nación y en las próximas elecciones este tema “puede impulsarse nuevamente si gana un partido de derecha”, comentó Moreira, que aseguró que “todo lo que sucede en el fútbol tiene que ver con su contexto”. En el último período de Macri se adoptó “una visión súper empresarial y de pensar que aquellas actividades que no dan rédito económico hay que eliminarlas”, acotó la doctora en Ciencias Sociales.
Del otro lado del río esa era la mentalidad: quitar todo lo que no deja ganancia económica. Pero los clubes en Argentina tienen una ideología de base muy distinta y frente a la movida pro-SAD se generó una organización de hinchas de distintos clubes que se encauzó en el movimiento Coordinadora de Hinchas.
“Eran hinchas de diferentes instituciones deportivas unidos con un propósito que iba más allá de lo futbolístico. En Argentina tenemos el grave problema que es la violencia por la radicalización de los fanatismos, entonces, que se arme un frente de diferentes clubes para luchar contra las SAD fue un momento muy importante”, valoró la académica.
Para Moreira, Macri va a proponer esa idea cada vez que pueda en virtud de su mentalidad de “beneficiar económicamente a las empresas que hagan sus inversiones. Es beneficio económico para un sector empresarial y que va en contra de los beneficios históricos que tuvieron las personas que integran los clubes, es decir, sus socios y socias, que incluso en muchas instituciones no son hinchas de fútbol”. Para ella, una vez que una inversión en algún club no les cierra, se van y dejan al club más complicado que antes.
Los beneficios de las asociaciones civiles en Argentina dan cuenta de muchas instituciones que albergaron actividades sociales y culturales, no sólo el fútbol profesional, sino también otros deportes amateurs. “No generan una ganancia económica porque tienen otro objetivo: brindar un servicio o actividad para los socios y las socias, e incluso son beneficios que se extienden a la comunidad en general”, concluyó.
La asociación civil permite que sus integrantes voten a las autoridades. El sistema político estipula su votación de acuerdo con los estatutos de cada institución y genera la participación de los socios y las socias. “El hecho de votar autoridades, de poder agruparse si se quiere participar en la política, aunque tiene un montón de contradicciones y problemas en la interna de los clubes, permite y garantiza que la gente participe. En una SAD no se da nada de esto”, argumentó Moreira.
Cabe valorar que de todos los socios suele acercarse a votar aproximadamente el 20%, lo que “no es mucho, pero está comprometido con lo que sucede”. En Argentina hay una suerte de noción de que “si tocan los derechos adquiridos, sale la gente a manifestarse para resistir frente a esa medida”, sentenció.
Existen dos mecanismos mediante los cuales una asociación civil puede convertirse en SAD: vía el Congreso de la Nación Argentina o por una modificación del Estatuto en la AFA. “Que la AFA tome posición le cierra una de esas puertas”, consideró Moreira, que además expuso: “Para mí es incompatible que un club de barrio sea gestionado por una SAD porque hay historia, la gente que dirige nació en el club y esa es la idea de los clubes. Me genera un rechazo tremendo pensar que puede dirigir gente que no tiene nada que ver”.
La doctora en Ciencias Sociales recordó que existen experiencias de gerenciamiento, otro modelo por el que quien invierte en el fútbol de un club pasa a administrarlo, sin que el club pierda su modelo jurídico. Se firma un contrato con una empresa y luego de que lo apruebe la asamblea de socios se delega la gestión de esa parte, pero los dirigentes siguen siendo votados en elecciones.
“Puedo mencionar muchas contradicciones actuales. Este modelo es uno más de los que están vigentes y tienen un montón de otros aspectos negativos, como la corrupción o el clientelismo. Muchos dirigentes de los clubes grandes no tienen idea de dónde queda el baño, porque no conocen el club”, enfatizó.
Racing, dos caras de una moneda
Dos instituciones hermanas vivieron experiencias completamente opuestas bajo el mismo modelo de gestión. Racing Club de Avellaneda y Racing Club de Montevideo. El de Avellaneda optó por el gerenciamiento a fines del año 2000 y cedió el activo fútbol a Blanquiceleste SA por diez años con el objetivo de sanear la economía del club y neutralizar el pasivo, que ascendía a 65 millones de pesos argentinos. A menos de un año de su comienzo, logró salir campeón luego de 35 años cuando obtuvo el Apertura 2001.
Toda escoba nueva barre bien, pero cuando el espíritu triunfal se extinguió, como narra un trabajo de grado de la UBA que analiza el proceso de gerenciamiento: “El campeonato de 2001, la remodelación parcial del estadio y el ingreso a la Libertadores prolongaron la vida de Blanquiceleste. Los hinchas disfrutaban del presente deportivo, pero la felicidad por el título obtenido luego de 35 años no logró atenuar totalmente el descontento grupal por la existencia de la empresa gerenciadora”.
El mismo documento evidencia que además del cuantioso pasivo y las deudas, “Blanquiceleste SA tuvo diez solicitudes de quiebra, otros tantos juicios sumarísimos, ordinarios o ejecutivos y la comprobación de que la sociedad anónima precedida por Fernando de Tomaso (último presidente) emitió en un año un importante número de documentos (cheques) sin respaldo –acción económica que en Argentina es fraudulenta– por montos que superaban el cuarto de millón de pesos”.
En contraste, desde Racing Club de Montevideo, Matías Ceretta, jefe de prensa y marketing del club, contó a la diaria que no cree que haya un solo motivo por el que el club tuvo esta transformación a nivel administrativo. Llegó una oferta por intermedio de conocidos del exjugador argentino Fernando Cavenaghi, que tenía en la cabeza el proyecto y Nicolás Núñez, presidente en ese entonces, y se puso a consideración de los socios, que eran hasta ese momento los dueños del club. “Luego se dispuso una votación a la que podían asistir los socios con antigüedad y decidieron por una votación ajustada que Racing pasara a ser una SAD”, resumió Ceretta.
Respecto de la gestión hasta el momento, que les ha valido un ascenso a Primera División y una posición fuera de los puestos de descenso, el funcionario valoró que “la realidad para los clubes chicos es muy difícil, y una inyección de capital así o la administración de una SAD les podría favorecer, yo creo que en muchas cosas nos ha repercutido positivamente”.
Aunque el tiempo de gestión es similar al de la luna de miel del equipo homónimo de Argentina, es imposible anticipar que seguirán por el mismo camino. Para el encargado de marketing hasta el momento el proceso es auspicioso: “En dos años de trabajo la estructura del club está en orden y no tiene ninguna deuda. Si Racing volviera a ser una sociedad civil, por el motivo que fuera, tendría cero deuda, cuando antes tenía un pasivo importante”.
La hinchada del club de Sayago también ofreció resistencias, según recuerda Ceretta: “Venía gente de afuera a gestionar el club que amás, pero esas rispideces se superaron y ahora cada uno aporta al club desde su lado. La responsabilidad de la SAD es poner el equipo en la cancha de la mejor manera posible, cuidar la imagen y respetar la identidad del club”.
La gente no estaba convencida al momento de decidir “porque hay muchos casos de SAD que no han sido para nada exitosos, como los de Atenas de San Carlos que se fueron, los de Rampla Juniors que los dejaron prácticamente en quiebra, y el de Racing de Argentina que no fue del todo auspicioso”, admitió el jefe de prensa.
A pesar de una ajustada votación, lo que inclinó un poco la balanza a favor de la SAD fue la condición de que el club iba a mantener elementos identitarios fundamentales, como el escudo, los colores, la localía en el Parque Roberto. “Quizás un poco influyó en la gente el momento en el que estaba el club, en Segunda División, tras perder una final por el ascenso con Rampla”, contextualizó.
Dentro del proyecto de Racing existen compromisos de obras, proyectos y objetivos deportivos que, de no lograrse, “le pueden dar en el futuro la posibilidad a la sociedad civil de rescindir este vínculo y volver a ser una sociedad civil autoadministrada”, explicó el funcionario del cervecero.
Fomentar la inversión extranjera
Otro de los casos locales de preferencia por el modelo de gestión de SAD, con un detalle especial, es Montevideo City Torque (MCT), gerenciado por el City Football Group Limited, una sociedad de cartera que a nivel local en Uruguay funciona como una SAD.
la diaria conversó con el director de negocios de MCT, Javier Noblega, quien especuló que “es parte del instinto conservador del ser humano tenerle miedo al cambio” y que “por ahí va la cuestión de la demonización de las SAD”.
“Está demostrado que ser gestionado por SAD o asociación civil no es que algo esté bien o mal; de ambos modelos de gestión hay buenos y malos ejemplos”, expresó Noblega, que aseguró que es “simplemente una estructura jurídica y lo que importa son las personas que llevan adelante la gestión del club”.
Respecto de su proyecto, le dio una expectativa de obtención de frutos a los diez años de proceso, aunque aclaró que actualmente se encuentran a mitad de camino con “buenos resultados deportivos, buena performance en la copa regional y además con venta de jugadores”.
Personalmente, aseveró que la discusión entre SAD y asociación civil le parece obsoleta puesto que “la verdadera discusión es sobre la gestión de los clubes y no tanto de las estructuras jurídicas que hay detrás”. En este sentido, consideró las variables de participación de socios e hinchas y la posibilidad de un sistema híbrido para los “clubes históricos o con arraigo barrial”.
Para el funcionario de MCT la norma equipara los beneficios de las sociedades civiles con los de las SAD a nivel tributario y eso es beneficioso porque atrae muchos inversores extranjeros. “El City Football Group, que es el grupo de fútbol más importante del mundo, llegó así a Uruguay. Sé que hay otros grupos muy interesados en desembarcar acá y eso es súper beneficioso para la liga, para el país, para generar más fuentes de trabajo, mejorar la competitividad, generar más productos, vender más caro y producir más jugadores”, argumentó.
Sobre la coordinación de las SAD bajo un mismo frente en el Ejecutivo de la AUF, explicó que “en un principio nos reunimos por normas y un estatuto que se había empezado a trabajar hace un par de años con aspectos perjudiciales para las SAD. Encontramos muchos puntos en común y se formó un equipo de trabajo espectacular entre clubes totalmente independientes”.
En consecuencia, sostuvo que tenían “el poder de elegir la que creíamos que era la mejor opción para el fútbol uruguayo” y, por esto, en esta última elección las SAD votaron en bloque a Ignacio Alonso para continuar en la presidencia de la AUF. “Obtuvimos un lugar en el Ejecutivo, pero es simplemente para velar por los intereses de todos los clubes, no por los intereses de unos pocos. Buscamos mejorar la competitividad, la competición, la organización del fútbol local, y ahí es donde pondremos el foco en este nuevo período”, finalizó.
Lo que se viene
Con los años se evaluará si el modelo de asociación civil funciona. Según el abogado Adrián Leiza, “es un modelo bueno”, pero Uruguay no cuenta con una regulación legal para él. “Creo que habría que sacar una ley de una buena vez que regule la asociaciones civiles, porque hasta ahora se basan en normas dispersas, como el artículo 21 del Código Civil, la Ley 15.089, que le da el control de policía administrativa al Ministerio de Educación y Cultura, y no mucho más”, lamentó Leiza y concluyó: “Estaría bueno que el Estado lo plasmara en una ley”.
Gustavo Viñales, contador público especializado en Hacienda Pública y Administración Tributaria, explicó a la diaria que la tendencia a futuro es muy evidente puesto que “el viejo modelo de ‘club social y deportivo’ cada vez ocupa menos espacio en la sociedad moderna”. Desde su perspectiva, “deberíamos dejar las exoneraciones tributarias amplias para las instituciones culturales y de enseñanza, como dice la Constitución, y lo atribuye a una subvención por sus servicios” a la sociedad.
El contador público sostiene que se da una dicotomía entre socios en los clubes que son asociaciones civiles y los accionistas en los clubes gestionados por SAD. Mientras que los accionistas “se estructuran bajo formas comerciales para producir un valor económico que les va a remunerar con utilidades o dividendos”, en una institución de tipo asociación civil sin fines de lucro el socio “participa por un objeto o cometido que no persigue beneficios económicos, pero además y principalmente, nunca se remunera al socio por su condición de tal. Nunca va a reclamar dividendos para sí en una asociación civil”.
En la misma línea, el abogado admitió que “al hincha le importa que gane su cuadro. Pasa en los clubes grandes del mundo: mientras gane, no importa quiénes son los accionistas”. Recordó el caso de Liverpool de Inglaterra, que al convertirse en una SAD, al principio hubo enfrentamientos grandes que luego se zanjaron. “A veces cuesta culturalmente adaptarse a estas cosas. El mundo está cambiando y los accionistas de los clubes más importantes del mundo son empresas multinacionales como Adidas, Audi, BMW o Red Bull”, concluyó. A su vez, relató que Apple invierte en el capital accionario de Inter Miami desde la llegada de Lionel Messi y que esto sucede porque “todas las empresas multinacionales ven en el deporte un atractivo para fomentar su marca y hacer negocios”.
Manta, por su parte, explicó que en el horizonte habrá aún más SAD y que para muchos clubes de barrio que “no llegan” es posible que este modelo los “lleve a la desaparición”. Pero distinguió entre “un gerenciamiento deportivo, que no tiene ninguna garantía de nada, donde los tipos se aburren de poner dinero si no les va bien y te dejan tirado”, y “un proyecto con avales y garantías” para responder sobre todos los costos que implica tener un club compitiendo a nivel profesional.
Hay instituciones que “jamás van a poder ser SAD”, como Nacional o Peñarol, debido a sus “masas sociales muy grandes”, aseveró el representante de las SAD en la AUF, y prosiguió: “Por lo general, para una SAD la institución no tiene que tener mucha masa social, debe tener números más dominables. Las SAD trabajan con instituciones que no pueden subsistir por sí mismas y que no tienen mucho arrastre de gente”.