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Diego Garcia de Liverpool y Nicolas Queiroz de Wanderers en el empate 1 a 1 en el Estadio Belvedere

Foto: Mara Quintero

Liverpool y Wanderers igualaron 1-1 en el inicio de la fecha

2 minutos de lectura
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Nicolás Royón para el bohemio y Abel Hernández para el negriazul convirtieron los goles.

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Fue un lindo partido, entretenido, dinámico. Incluso dio más que lo que marcaba el presente cercano de los dos equipos en el Clausura. Wanderers jugó con uno menos desde los 20 minutos por expulsión de Mateo Acosta, pero bancó el temporal e incluso lo pudo ganar en la última, que pegó en el palo.

Nicolás Royón puso en ventaja a los del Prado. Sobre el final del primer tiempo se equivocó en la entrega Edgard Elizalde y dejó mal parado a su equipo. Matías Fonseca interceptó y puso a correr a Royón, que remató cruzado para cumplir con la ley del ex. Sebastián Lentinelly pudo hacer algo más, pero la pelota se le fue por debajo del cuerpo.

En el segundo tiempo lo igualó Abel Hernández, que, como pescador, mandó un rebote a la red tras floja resistencia de Jhonny da Silva. El centro llegó desde la derecha, Jean Pierre Rosso cabeceó y dio la sensación de que el meta bohemio pudo retener el balón sin dejarla flotando en el área. Fue el primer gol de la Joya con el negriazul.

Si bien el local hizo el gasto, lo pudo ganar cualquiera. Hubo pelotas en los palos para ambos lados y jugadas de peligro constantes, sobre todo en el complemento. El punto obtenido no le sirvió a ninguno de los dos. Wanderers se mantiene en posición de Copa Sudamericana mientras que Liverpool está hundido en la Anual, lejos de torneos internacionales y, de a poco, comienza a preocuparse por el descenso de 2025.

Ataca Liverpool, gol de Wanderers

La historia cuenta que cuando la información de los partidos internacionales llegaba por telegramas una frase que se repetía en los añejos clásicos entre vecinos del Río de la Plata era: “Ataca Argentina, gol de Uruguay”. Reiterados encuentros en que el dominio era albiceleste pero terminaban ganando los uruguayos.

El primer tiempo en Belvedere fue lo mismo. Atacó y mereció Liverpool, pero se fue ganando Wanderers. El bohemio, además del gol, sólo tuvo un tiro libre lejano de Tabaré Viudez que tapó Lentinelly abajo. Todo el resto fue negriazul. El hombre de más influyó: Acosta hizo una falta al borde del área, en primera instancia Esteban Guerra lo amonestó, pero luego del llamado del VAR cambió la decisión a la expulsión.

En ese tiro libre se dio la primera clara: Renzo Machado remató al palo derecho. En el rebote, Facundo Perdomo -sin arquero- la estrelló en el horizontal. Tan increíble como real. En la tribuna locataria se empezó a preguntar por el llamado a una bruja y, a juzgar por la realidad de ese pasaje del cotejo, los parciales no estaban tan equivocados.

Una vez que quedó con uno menos, Antonio Pacheco reordenó el equipo con el ingreso del zaguero Emiliano García por Viudez. Línea de cuatro, tres volantes con poca subida por delante y arriba solitarios Royón y Fonseca. La postura de Wanderers le dio campo libre a Liverpool, que tuvo paciencia para manejar el balón pero careció de profundidad.

Aun así, tuvo otra clara en un buen centro de Perdomo -el mejor del primer tiempo, que inexplicablemente no entró al complemento- que cabeceó Toto Núñez -el otro que salió dejando su lugar a Abel-, y el arquero Da Silva desvió al tiro de esquina. El negriazul se fue al descanso mezclando entrevero y ansiedad por ir por el resultado.

El segundo tiempo fue una joya y no sólo por el gol de Hernández, también porque los dos fueron a buscarlo. Liverpool, con dominio de terreno y balón, se repitió en centros al área. Hubo dos que tímidamente desvió Abel y otro de Machado, que de pique al suelo no le pudo dar dirección. La más clara fue del centrodelantero de la sub 20, que rompió el travesaño con un remate de afuera del área.

Wanderers fue sometido en los últimos cinco minutos, pero tuvo las dos más claras. El bohemio salió del fondo, donde Mario Risso fue una muralla. En el cierre tuvo un tiro cruzado de Lucas Morales que, solitario, se debatió entre tres defensores para obligar a un atajadón de Lentinelly. La del estribo fue en un entrevero en el área, le quedó a Bruno Veglio, que le dio al palo cuando el golero rival no tenía nada para hacer.

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