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El delantero de Racing, Tomás Verón Lupi, celebra con sus compañeros tras anotar ante Argentinos Juniors, el 9 de abril, en el estadio Diego Armando Maradona, en Buenos Aires.

Foto: Marcos Brindicci, AFP

Racing y su mayor triunfo en el extranjero

4 minutos de lectura
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Los de Sayago derrotaron por la Sudamericana en Buenos Aires a Argentinos Juniors 3-0 y quedaron en la cima del grupo F junto a Corinthians.

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En un partido que fue tan sufrido como gozado, Racing derrotó 3-0 a Argentinos Juniors en el Diego Armando Maradona de La Paternal. Así trepó a la primera colocación del grupo junto con Corinthians, que en San Pablo goleó a Nacional de Asunción 4-0.

Los goles del equipo uruguayo fueron de Tomás Verón Lupi, uno en cada tiempo -el segundo fue un golazo de antología-, y Jonathan Urretaviscaya, también en el segundo tiempo, y también antológico.

Fue la más grande victoria en el exterior de Racing en la historia de sus participaciones en las copas de la Confederación Sudamericana de Fútbol y fue, además, ante unas centenas de aficionados racinguistas que llegaron hasta la cancha donde se hizo real la magia de Diego Armando Maradona.

Hugo Magallanes, de Argentinos Juniors, y Enzo Pérez, de Racing, el 9 de abril, en el estadio Diego Armando Maradona, en Buenos Aires.

Foto: Marcos Brindicci, AFP

Primero hay que saber sufrir

Como si fuera en tiempos de auge del tango, sacándole viruta al piso, la crónica se regodea de volver a encontrar un espacio de utilidad, necesidad y disfrute a través de una concatenación de signos en los que se decodifica la epopeya.

Un partido de los que los medios masivos no tienen entre sus prioridades, de los que además coyunturalmente queda montado a otras transmisiones televisivas y donde los y las hinchas se gastan los botones del control remoto entre la desesperación, el fastidio y la frustración de no encontrarlo y tener que apelar a la antigua: la radio, para sufrir y gozar y querer que no termine nunca el recuerdo de esa noche.

Cientos y miles no lo pudieron ver, pero ya todos lo saben, lo que no quita que a la antigua, mañana o dentro de un rato los y las hinchas, henchidas de gloria, chiquita y fatua pero única, no salgan a buscar los diarios y los sitios donde haya un recorte del maravilloso triunfo.

Fue complejo el inicio del partido para Racing, que debió recibir en su campo continuos ataques de los argentinos, que además llevaron la pelota a las redes a los cuatro minutos, pero, por una posición adelantada de Romero, que ya el línea había advertido y el VAR confirmó, el gol no subió el marcador.

Un cachetazo de inicio, pero que no despertó al equipo de Eduardo Espinel, que se veía desbordado por la superioridad casi total de los rivales. Esta es una de las situaciones casi modélicas en que un colectivo supera a otro por optimización de sus líneas de juego y su plan, y no porque el otro haga las cosas mal o erradas.

Era mejor, mucho mejor, Argentinos Juniors y chau. Racing, sostenete como puedas. Y pudo. Los embates continuos de Argentinos, su buen posicionamiento y ocupación del campo contrario, la capacidad de algunos de sus delanteros, como el joven Luciano Gondou, permitieron al equipo de La Paternal transformarse casi en un aluvión continuo y perturbador en el que a Racing le costaba muchísimo hacer pie.

Hubo nuevas jugadas de extremo peligro como un remate que dio en el travesaño y su rebote que fue limpiado abajo del arco, y jugadas de pelota quieta que ponían en alto riesgo el arco de Renzo Bacchia.

En el sufrido equipo uruguayo destacaba la zaga central, sacando, pechando y dándole de punta y lejos cuando se podía, pero fundamentalmente dos articuladores futbolistas de mediacancha, que algún día fueron y querrán seguir siendo delanteros, pero ahora son como centromedios amasados en campos pelados y desprolijos con zigzagueante línea de cal, y lo hacen como los viejos 5 de Uruguay: Lucas Rodríguez y José Rulo Varela.

Racing, a los tumbos, se fue sosteniendo sin caer, pero Argentinos no dejaba de buscar el arco uruguayo, mientras que, por el contrario, el equipo de Sayago sólo pudo llegar en una extraña contra en la que Verón Lupi eligió definir él cuando tenía posibilidad de pase.

Las únicas bocanadas de aire que pudo tomar Racing fueron en jugadas en las cuales la pelota quedaba quieta para su ejecución cerca del área, con la posibilidad de sus cabeceadores de viajar de lado a lado. Tuvo tres de esas que no fueron aprovechadas debidamente y en la última, siempre con Urretaviscaya como ejecutante, el Rayo, en vez de mandar el centro, la jugó de acuerdo a una jugada ensayada en Sayago para el ingreso desde la medialuna de Verón Lupi, que le pegó de primera y de derecha y, ayudado además por un desvío de un futbolista de Argentinos, la pelota fue a morir a las redes; fue el impensado 1-0 al final del primer tiempo, aquel primer tiempo en el que Racing había sido casi avasallado. Primero hay que saber sufrir...

Jonathan Urretaviscaya, de Racing, y Franco Moyano, de Argentinos Juniors, el 9 de abril, en el estadio Diego Armando Maradona, en Buenos Aires.

Foto: Marcos Brindicci, AFP

Después amar

En el arranque del segundo tiempo sucedió lo imprevisto, dado que a los tres minutos Argentinos perdió una pelota en la salida; allá lejos la recuperó Racing. Verón Lupi avanzó con tres pasos de elefante y, antes de llegar a la medialuna, sacó un zapallazo inolvidable para los hinchas de Racing, que justamente estaban detrás de ese arco, anotando así el segundo gol del equipo de Sayago. Verón Lupi avanzó, avanzó, y tenía el arco entre ceja y ceja. Metió un derechazo inolvidable que hizo aletear sus manos en vano al Ruso Rodríguez, que, a pesar de que estaba adelantado y cubría más el arco, ni la vio.

Racing se zarpó mal y después del segundo gol empezó a presionar en todo el campo, se disfrazó de Manchester City y sólo tres minutos después, cuando a pura dinámica habían robado la pelota en tres cuartos de cancha, Urretaviscaya, que últimamente no había repetido goles tan maravillosos como este, le pegó cruzado de lejos, fuerte, excepcional, para dormirla en el rincón de las arañas: golazo, 3-0.

Urreta la había robado en el centro, pero agarró corriendo para la derecha, alejándose del área y yendo a su primer hábitat, cuando se ve que le gritaron algo, metió el zapatazo icónico, divino: otro golazo.

Después, aunque no lo creyeran, había que aguantar aquel 3-0 soñado -Argentinos no perdía en su casa desde noviembre de 2023-, y siguió metiendo y metiendo, pero además jugando y haciendo correr la pelota de tal manera que, al final, se convirtió en un triunfo inolvidable.

Después partir y al fin andar sin pensamientos. Racing, naranjo en flor.

Dylan Nandin, de Racing, y Tobías Palacio, de Argentinos Juniors, el 9 de abril, en el estadio Diego Armando Maradona de Buenos Aires.

Foto: Marcos Brindicci, AFP

Detalles

Copa Sudamericana - Grupo F
Estadio: Diego Armando Maradona, Buenos Aires.
Árbitros: Yender Herrera, Lubin Torrealba y Erizon Nieto (Venezuela).

Argentinos Juniors (0): Diego Rodríguez, Alan Rodríguez, Jonathan Galván, Tobías Palacio (77′ Damián Batallini), Román Vega, Alan Lescano (65′ José Herrera), Franco Moyano (77′ Sebastián Prieto), Nicolás Oroz, Gastón Verón (65′ Santiago Montiel), Maximiliano Romero y Luciano Gondou. Entrenador: Pablo Guede.

Racing (3): Renzo Bacchia, Guillermo Cotugno, Hugo Magallanes, Lucas Monzón, Oscar Quiñónez (63′ Martín Ferreira), Erik de Los Santos, Lucas Rodríguez, José Varela (74′ Agustín Pereira), Jonathan Urretaviscaya (63′ Santiago Mederos), Tomás Verón Lupi (83′ Agustín Alaniz) y Dylan Nandin (74′ Nicolás Sosa). Entrenador: Eduardo Espinel.

Goles: 42′ y 48’ Tomás Verón Lupi (R), 54′ Jonathan Urretaviscaya (R).

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