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Sarandí Grande, Florida (archivo, diciembre de 2007).

Foto: Javier Calvelo, adhocFOTOS

Los desafíos del trabajo, determinantes para la seguridad social

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En nuestro sistema previsional el acceso a las prestaciones depende en gran medida de la trayectoria en el mercado laboral, así como el financiamiento depende principalmente de las contribuciones de trabajadores y empleadores, por lo que las características del mercado de trabajo y su evolución son una dimensión clave para el futuro de las jubilaciones y pensiones. En ese marco, se presenta aquí un brevísimo panorama del mercado de trabajo uruguayo, procurando dar cuenta de la relevancia que tienen los resultados alcanzados en las primeras décadas del siglo XXI, así como de la grave situación económica, social y laboral que atraviesa Uruguay, al igual que la enorme mayoría de los países.

Luego de la profunda crisis con centro en el año 2002, el país inició la trayectoria de crecimiento económico más duradera de su historia, de 16 años, con tasas altas hasta 2014 y desempeños modestos a partir de entonces, hasta detenerse en 2019. La crisis actual derivada de la covid-19 ha tenido terribles efectos, con una caída del producto en el segundo trimestre de 2020 de 10,6% respecto de igual período de 2019. Para 2020 se estima una contracción de 4% anual aproximadamente.

El período de crecimiento referido, a diferencia de otros anteriores, estuvo asociado a una importante reducción de la pobreza, la casi erradicación de la indigencia y una disminución de la desigualdad de ingresos. Nuevamente debe señalarse que la crisis actual tendrá graves efectos, y se estima un aumento importante de la pobreza durante 2020, que la llevaría de 8,8% de las personas en 2019 a valores superiores a 11%.

El mercado de trabajo tuvo también su mejor desempeño histórico en este siglo, con aumentos relevantes en las tasas de actividad y de empleo, explicados fundamentalmente por la mayor participación de las mujeres, acompañando el crecimiento de la economía. A partir de 2015 el empleo cayó, y el crecimiento económico se observó en actividades con menor intensidad en el factor trabajo. La misma trayectoria se registró en el desempleo, que descendió hasta niveles nunca alcanzados, 6% en 2011, y creció a partir de 2014 para ubicarse en 9% en 2019. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la situación de las y los jóvenes mejoró en el período, pero en menor medida que la de trabajadores adultos, y se mantuvieron brechas muy importantes: desempleo de 25% para el tramo 19 a 24 años y próximo a 8% para el tramo 30 a 44 años.

Este año las tasas de actividad y empleo han caído de manera abrupta con una pequeña recuperación en junio respecto del piso alcanzado en abril: tasa de empleo 52,1% en abril y 53,6% en junio de 2020, lo que supone una pérdida de aproximadamente 80.000 puestos de trabajo, según números del INE. El desempleo en junio de 2020 se estimó en 10,7%. Debe mencionarse que estos deterioros afectaron especialmente a las mujeres, lo que aumentó las brechas de participación laboral. En qué medida y en qué tiempos se recuperen (y superen) los niveles de empleo es muy relevante también en términos de seguridad social, dada la afectación que implica sobre los períodos de contribución (sobre la densidad de cotización) y las probabilidades futuras de alcanzar los requerimientos para recibir jubilación.

El impacto del empleo formal y un mayor salario

Un aspecto destacado del período ha sido el crecimiento del salario real, que aumenta más de 50%, y del Salario Mínimo Nacional, que se multiplica por cuatro en términos reales. La negociación colectiva reinstalada, ampliada y fortalecida desde 2005, mediante los Consejos de Salarios, ha tenido impactos positivos en el crecimiento del salario, al igual que la política de crecimiento sostenido del Salario Mínimo Nacional (Brum, Perazzo, 2020). Los Consejos de Salarios contaron, en todas las rondas de negociación, con porcentajes de acuerdo entre trabajadores y empleadores mayores a 84% (incluyendo acuerdos tripartitos y bipartitos).

La situación económica que atraviesa el país, junto a los actuales lineamientos propuestos por el Poder Ejecutivo para la ronda de Consejos de Salarios, implica pérdida de salario real, cuya magnitud dependerá del desempeño efectivo de la economía uruguaya en 2020 (ya que se “descuenta” la caída del Producto Interno Bruto del porcentaje de ajuste salarial). Al igual que con los niveles de empleo, la trayectoria salarial es muy relevante en términos de contribución al sistema de seguridad social, aunque la afectación también ocurre sobre las jubilaciones pagadas (hoy), ya que estas ajustan siguiendo la evolución del índice medio de salarios nominales.

Quizás el rasgo más relevante del mercado de trabajo desde la perspectiva de la seguridad social sea, precisamente, su formalización (o sea, su registro en el sistema de seguridad social). Entre 2005 y 2014 hubo un destacado proceso de formalización del trabajo, con tasas de no registro a la seguridad social que pasaron desde niveles cercanos a 40% a situarse en aproximadamente 25% del total de ocupados. Los puestos de trabajo registrados en el Banco de Previsión Social (BPS) aumentaron de aproximadamente 900.000 en 2005 al millón y medio en 2014, y se perdieron algo más de 50.000 puestos hasta 2019. Este proceso de formalización constituye una importante fortaleza que debe cuidarse, avanzando en la reducción de esa importante proporción de trabajadores que aún no cuentan con cobertura, con las implicancias que esto tiene para el bienestar de trabajadoras y trabajadores y la protección social de sus familias.

Jubilación y cuidados

La formalización del trabajo es muy diferente según la categoría de ocupación. Mientras los asalariados públicos son siempre formales, y con empleos muy estables, los asalariados privados tienen una informalidad relativamente baja (15% aproximadamente), los trabajadores por cuenta propia con local o inversión rondan el 65% de informalidad y los trabajadores por cuenta propia sin local ni inversión son prácticamente todos informales (98%). Los empleadores (patrones) tienen una informalidad cercana a 7%. Este panorama, por demás desafiante para la seguridad social, puede sintetizarse observando las cantidades de personas en situación de informalidad: cerca de 250.000 trabajadores no dependientes y 150.000 asalariados privados.

Téngase en cuenta que para acceder hoy a la jubilación se requieren 30 años de aportes a la seguridad social, con excepciones, por lo que las situaciones de trabajo no registrado en la seguridad social que se prolongan o se reiteran a lo largo de las trayectorias laborales suponen graves dificultades (cuando no imposibilidad) para acceder a la jubilación.

Las mejoras en la calidad del trabajo (en los niveles de trabajo decente, siguiendo la definición de la Organización Internacional del Trabajo) ocurridas desde 2005 pueden observarse en otro conjunto de indicadores, como la disminución de la carga de trabajo excesivo (más de 48 horas semanales), desde niveles en torno a 27% en 2006 hasta 16% aproximadamente en 2018 en el total de ocupados, o la disminución de los accidentes de trabajo registrados en el Banco de Seguros del Estado y el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, que pasaron de más de 40.000 en 2014 a menos de 30.000 en 2018.

Un relevante desafío aún pendiente de resolución en el mercado de trabajo uruguayo es la carga excesiva, cuando no exclusiva, de las mujeres en la responsabilidad de los cuidados y de las tareas del hogar. El desarrollo de un Sistema Nacional Integrado de Cuidados, como el que ha iniciado el país recientemente, junto a mayores niveles de corresponsabilidad entre varones y mujeres, es una dimensión clave del mundo del trabajo y de la seguridad social, en la medida en que permitiría avanzar en la participación laboral femenina, reducir las brechas salariales y los obstáculos para las trayectorias profesionales de las mujeres (eliminar los “techos de cristal”), generando así contribuciones mayores y más sostenidas a la seguridad social.

Finalmente, el ritmo acelerado del cambio tecnológico en la producción y la automatización de tareas es un desafío central del trabajo y el empleo, con evidentes impactos sobre la seguridad social. Debe señalarse, en primer lugar, que esta tendencia global no tiene, a priori, un efecto claro sobre el empleo, combinando impactos negativos (al sustituir tareas rutinarias que suelen desarrollar trabajadores y, por lo tanto, disminuyendo la demanda de algunas ocupaciones) con impactos positivos (generando nuevos empleos y posibilitando ganancias significativas de productividad). Esto es particularmente relevante si se considera también el proceso de envejecimiento poblacional del país (que no es nuevo, pero sí muy relevante).

Los estudios realizados en el país parecen indicar que este proceso de cambio tecnológico no ha impactado de manera relevante en los niveles de empleo, pero sí ha comenzado a modificar aspectos de su estructura. En este sentido, el mercado de trabajo uruguayo se encuentra ante el enorme desafío de revertir el proceso de polarización laboral que suele tener la introducción acelerada de tecnología en las tareas más rutinarias y no cognitivas, lo que tendrá efectos distributivos negativos en el mediano plazo si no se adoptan políticas públicas apropiadas. Estudiar los escenarios y trayectorias posibles que estas dinámicas imponen sobre el mercado de trabajo es prioritario para diseñar de la mejor manera los cambios en nuestro sistema de seguridad social.

Desafíos laborales para el sistema previsional

En síntesis, nuestro país tiene hoy algunos desafíos (claves) en materia laboral que son determinantes para el fortalecimiento y la sostenibilidad del sistema previsional. Uno de ellos consiste en aumentar los niveles de empleo de manera sostenida, en particular de las mujeres. Las trayectorias laborales con largos o recurrentes períodos sin empleo o con subempleo implican baja probabilidad de alcanzar la cantidad de años de aportes requerida para acceder a una jubilación, y afecta los montos de esta.

El Sistema de Cuidados puede jugar un rol clave en este sentido, inhibiendo los incentivos para que las mujeres abandonen (total o parcialmente) el mercado de trabajo en contextos de menor empleo y menores salarios.

Otro desafío es el de continuar y profundizar el proceso de formalización del trabajo (dependiente y no dependiente), revisando incentivos, mejorando los controles y adecuando los costos de cumplimiento, de modo que las y los trabajadores hagan efectivamente aportes a la seguridad social, contribuyendo a la financiación del sistema y accediendo a las prestaciones correspondientes con adecuados niveles de suficiencia.

Un tercer desafío es el de impulsar crecimientos de productividad generalizados y sostenidos, que impidan la polarización del mercado de trabajo, posibiliten el crecimiento del salario y contribuyan al financiamiento genuino del sistema de seguridad social.

Fuentes consultadas:

Apella, I, Rofman, R, Rovner, H (2020). Justo a tiempo. Envejecimiento, cambio tecnológico, habilidades y regulaciones laborales en el Uruguay que viene. Banco Mundial.

Araya, F (2019). “Estrategia y políticas para la formalización laboral y la extensión de la protección social a las familias de la economía informal en Uruguay 2005-2017”. En Juan Pablo Martínez y Pablo Casalí (Coords.), Informalidad y políticas para la formalización laboral en Uruguay. MTSS-OIT.

Araya, F, Lado, L (2016). “Evolución del trabajo decente en Uruguay en la última década”. En Juan Pablo Martínez (Coord.), Estudios sobre Trabajo y Seguridad Social N°1. MTSS.

Brum, M y De Rosa, M (2020). Estimación del efecto de corto plazo de la covid-19 en la pobreza en Uruguay. Blog del Departamento de Economía. Iecon/FCEA-MTSS. Universidad de la República.

Brum, M, Perazzo, I (2020). “Efecto de los Consejos de Salarios en los sueldos de asalariados privados 2005-2015”. En Juan Pablo Martínez (Coord.), Estudios sobre Trabajo y Seguridad Social N°4. Edición especial: Consejos de Salarios. Montevideo. Iecon/FCEA-MTSS.

Cabrera, V, Martínez, R, Triaca, L (2020). “Beneficios y otros contenidos establecidos en las decisiones de Consejos de Salarios 2005-2016”. En Juan Pablo Martínez (Coord.), Estudios sobre Trabajo y Seguridad Social N°4. Edición especial: Consejos de Salarios. Montevideo. MTSS.

INE (2020). Demografía y estadísticas sociales. Trabajo. Actividad, empleo y desempleo. Series históricas. http://www.ine.gub.uy/web/guest/actividad-empleo-y-desempleo

Marinakis, A (2020) (Coord). Uruguay. Impacto de la covid-19 sobre el mercado de trabajo y la generación de ingresos. Organización Internacional del Trabajo. Nota técnica país. Panorama Laboral en tiempos de la covid-19.

Pedetti, G, Rudnitzky, F, Villamil, L (2019). “Estrategia y políticas para la formalización laboral y la extensión de la protección social a las familias de la economía informal en Uruguay 2005-2017”. En Juan Pablo Martínez y Pablo Casalí (Coords.), Informalidad y políticas para la formalización laboral en Uruguay. MTSS-OIT.

Este trabajo forma parte de las reflexiones del grupo de Seguridad Social del Instituto Juan Pablo Terra.

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