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Ilustración: Luciana Peinado

Materias primas, riesgos geopolíticos y transición energética

5 minutos de lectura
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La fragmentación de los mercados de minerales críticos que son necesarios para la fabricación de vehículos eléctricos, paneles solares y turbinas eólicas es una manifestación más de los riesgos que enfrenta la economía mundial ante la convulsión global y las tensiones geopolíticas. De cara a la necesaria transición energética, es clave evitar que este proceso se profundice.

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Según advierte el Fondo Monetario Internacional (FMI), las restricciones comerciales que afectan a los mercados de materias primas se han duplicado desde que Rusia invadió a Ucrania, ejerciendo presiones alcistas sobre los precios en un marco signado por tensiones geopolíticas y crecientes riesgos de fragmentación en bloques rivales no cooperantes. Si bien este es un fenómeno relativamente generalizado, actualmente afecta con mayor intensidad a los minerales que se utilizan para la fabricación de vehículos eléctricos, paneles solares y turbinas eólicas, complejizando todavía más los desafíos inherentes a la transición energética. Se trata de minerales como el cobre, el níquel, el cobalto y el litio.

Incluso en ausencia de las barreras adicionales que se han ido acumulando durante estos últimos años al influjo de los conflictos y enfrentamientos, los países necesitan aumentar sus provisiones de este tipo de minerales, en tanto son críticos para mitigar los efectos del cambio climático y alcanzar la meta de cero emisiones netas, que ya comienza a lucir como otra quimera de este mundo convulso y resquebrajado.

Por ejemplo, la Agencia Internacional de Energía estima que la demanda de cobre se multiplicará por 1,5, que la de níquel y cobre se duplicará, y que la de litio se multiplicará por seis antes del año 2030. Este fenómeno empujará los precios al alza y podría reposicionar a estos minerales en términos de su importancia global, que representarían por ese entonces lo mismo que representa hoy el petróleo. Para dimensionar lo anterior, debe tenerse en cuenta, por ejemplo, que una batería para un vehículo eléctrico normal suele requerir aproximadamente 8 kg de litio, 35 kg de níquel y 15 kg de cobalto. Y lo que hace que estas materias primas sean tan susceptibles a los vaivenes de la geopolítica y a las perturbaciones comerciales es su fuerte concentración. A modo ilustrativo, dos tercios del cobalto mundial se extraen sólo de minas que se encuentran en la República Democrática del Congo, y los tres principales productores de níquel y litio controlan actualmente más del 60% de la oferta. De hecho, en contraste con ellos, la producción del petróleo está hoy mucho más diversificada.

La consideración conjunta de todo lo anterior pone de relieve el problema y la magnitud de los desafíos que se avecinan a corto y a mediano plazo: la oferta está muy concentrada y la demanda se extiende cada día más, ante la necesidad de profundizar los esfuerzos para mitigar los impactos del cambio climático. Y todo ello tiene, como telón de fondo, una economía turbulenta, fragmentada y con dos potencias en disputa que no parecen contribuir a aliviar la situación. En otras palabras, cada vez más países dependen de importaciones que se concentran en apenas unos pocos proveedores que podrían estar alineados con el bloque contrario impidiendo los intercambios.

Transición energética y la fragmentación de mercados

¿Cómo afecta la fragmentación de estos mercados –enmarcada en la fragmentación global más general– a la transición energética? Esta fue la interrogante que tomaron como punto de partida los investigadores del equipo técnico del FMI1 y que intentaron responder a partir de un ejercicio hipotético de quiebre global en dos bloques que se rehúsan a comerciar entre sí (tomando como referencia la votación sobre Ucrania que tuvo lugar en el seno de las Naciones Unidas en 2022).

¿Qué resultados arrojó el ejercicio? Que la incapacidad del hipotético bloque integrado por “China-Rusia+” para importar cobre, níquel, litio y cobalto de países como Chile, la República Democrática del Congo e Indonesia conduciría a un nuevo aumento de precios del 300%, en promedio. De esta manera, la compra de minerales se encarecería, reduciendo tanto la inversión en paneles solares y turbinas eólicas como la cantidad de vehículos eléctricos.

Del otro lado, en lo que refiere al hipotético bloque compuesto por “Estados Unidos-Europa+”, la fragmentación se traduciría en una sobreoferta de la mayoría de estos minerales de extracción. Sin embargo, señala la investigación, el uso de estos minerales por parte de este conjunto de países se vería obstaculizado por el período de tiempo que tardaría en ampliarse la capacidad de refinamiento. Como consecuencia de ello, a pesar de la oferta con la que cuenta, la fragmentación no produciría más que pequeños avances en este segundo bloque: el bloque produciría unos cuantos vehículos eléctricos más, pero no aumentaría su capacidad en términos de generar energía renovable.

En suma, la descarbonización de la economía mundial sería más difícil si el mercado de los minerales estuviera fragmentado, a pesar de que es difícil cuantificar la dimensión que tendría este problema más allá de estos escenarios hipotéticos de investigación. No obstante, restringiéndonos a las herramientas con las que contamos para aproximarnos a esta problemática, el documento concluye que, en términos generales, la inversión neta mundial en tecnologías de energías renovables y producción de vehículos eléctricos sería aproximadamente un 30% menor. La no cooperación, como enseña el famoso dilema del prisionero, conduce a un escenario subóptimo que nos deja a todos peor.

¿Qué hacer entonces? Cooperar

Como subrayan los investigadores, la cooperación multilateral es esencial para evitar caer en círculos viciosos que impliquen olas sucesivas de restricciones comerciales como herramienta de gestión de riesgos (extraeconómicos y extrambientales). “La mejor solución sería llegar a un acuerdo en cuanto a las normas mejoradas de la Organización Mundial del Comercio sobre restricciones y aranceles a la exportación, así como sobre subsidios discriminatorios”.

Y si no se logra establecer estos parámetros de plena cooperación, las iniciativas multilaterales deberían al menos establecer una suerte de “corredor verde”, que podría consistir en acuerdos mínimos para preservar el libre flujo de minerales críticos y no hacer diferencias entre las empresas según el país al que pertenezcan. Asimismo, una iniciativa internacional para mejorar el intercambio de datos y la estandarización en los mercados de minerales podría reducir la incertidumbre del mercado, agrega la publicación. Para avanzar en esa dirección, la comunidad internacional debería promover la creación de una institución o plataforma que fuera de similar inspiración que la Agencia Internacional de Energía o la Organización para la Alimentación y la Agricultura, pero centrada únicamente en estos minerales críticos.

Medidas alternativas

Complementando lo anterior, los países deberían adoptar medidas proactivas ante los riesgos de fragmentación crecientes en estos mercados. Entre ellas, las más obvias pasan por promover mejores estrategias para diversificar las fuentes de suministros de estos commodities y aumentar la inversión en extracción minera, prospección y almacenamiento.

Por otra parte, las políticas industriales –nuevamente en discusión a nivel global– deben diseñarse de forma de garantizar un tratamiento equitativo para las empresas que evite generar efectos indirectos sobre el comercio transfronterizo, reduciendo al mínimo las distorsiones y las ineficiencias. Esto supone contemplar los riesgos fiscales y las restricciones que naturalmente impone la economía política ante un escenario de tensión y confrontación global como este. “Las políticas de localización por afinidad ideológica y las prescripciones en materia de contenido nacional también pueden distorsionar los mercados y aumentar los costos”, agrega el estudio.

En suma

La fragmentación de los mercados de minerales críticos es un riesgo que crece y que podría encarecer la transición hacia energías limpias y demorar las necesarias políticas de mitigación del cambio climático que el mundo debe desplegar –mucho– más temprano que tarde. Cooperar a nivel multilateral en materia de políticas comerciales, que no es la norma al día de hoy, contribuiría a evitar generar obstáculos adicionales en la transición hacia un sistema energético mundial “más limpio” como el que se requiere. Dado que algún día los minerales críticos podrían ser tan importantes para la economía mundial como lo es hoy el petróleo, es clave comprender mejor sus complejas cadenas de valor y evitar introducir distorsiones y prohibiciones sobre su comercio.


  1. Boer, Lukas, Pescatori, Andrea y Stuermer, Martin. Forthcoming (2023). Energy Transition Metals: Bottleneck for Net-Zero Emissions? Journal of the European Economic Association

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