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Foto: Pablo Nogueira

Investigación, desarrollo e innovación: tres pilares que identifican al Parque Científico-Tecnológico de Pando

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Con una superficie de siete hectáreas recostadas contra el arroyo Pando, el Parque Científico-Tecnológico de Pando (PCTP) está a 15 minutos del Aeropuerto de Carrasco y a unos 30 kilómetros de la capital. Y además, ubicado estratégicamente en el Corredor de las Ciencias, como se le llama a la mayor zona de crecimiento empresarial del país.

Es el primer y único parque de estas características en Uruguay. Surge en 2008 por medio de la Ley 18.362, con el propósito de articular entre el sector empresarial y el sector científico para promover el desarrollo local y nacional. La Junta Directiva del Parque está integrada por representantes de la Facultad de Química de la Universidad de la República, la Intendencia de Canelones, el Ministerio de Industria, Energía y Minería y la Cámara de Industrias del Uruguay.

“Un parque científico-tecnológico es una organización profesional que estimula y gestiona el flujo de conocimiento y tecnología entre universidades, instituciones de investigación y empresas afiliadas, con el objetivo de aumentar la riqueza de su comunidad”, ilustró, en diálogo con la diaria, el presidente del PCTP, Fernando Amestoy. Explicó que “se trata de un parque inteligente que constituye un ambiente ideal para hacer posible que empresas de base tecnológica lleven adelante sus proyectos vinculados con áreas como biotecnología, nanotecnología, alimentos y nutrición, química fina, farmacéutica y medio ambiente”.

En el Parque también está instalado el Polo Tecnológico de Pando, una unidad académica de la Facultad de Química dedicada a la investigación y al desarrollo, que atiende demandas de empresas del sector productivo que a su vez están asociadas al PCTP a través de una incubadora de empresas llamada Khem. Una incubadora de empresas es una organización diseñada para asegurar el crecimiento y el éxito de proyectos emprendedores, proporcionando variedad de recursos empresariales como espacios, equipos, apoyo administrativos y más. Desde hace 15 años, la incubadora y el Polo conviven en el mismo edificio de laboratorios cedido por ANCAP a la Facultad de Química, en el año 2000, en forma de comodato por 100 años. “El financiamiento del Polo se cubre mitad gracias a la Facultad y la otra mitad debe salir de los servicios vendidos al sector industrial”, informó Amestoy, que además de ser presidente del PCTP, es director del Polo Tecnológico de Pando.

“En este momento, el Parque cuenta con 16 empresas: ocho radicadas en la incubadora y otras ocho instaladas a lo largo de las siete hectáreas del Parque”, ilustra su director, y agrega que la plataforma aún dispone de capacidad para acoger más empresas de perfil innovador. Amestoy garantiza que el beneficio principal es pertenecer al ecosistema. “En el Polo hay unos cinco millones de dólares en equipos avanzados que pueden ser utilizados por las empresas asociadas, para su desarrollo en biotecnología, química analítica, análisis fisicoquímicos, síntesis de materiales y tecnología farmacéutica. Además de obtener facilidades como apoyos patronales, renuncias fiscales por mérito innovativo, alquileres flexibles a modo de comodato de hasta 50 años, entre otras ventajas”, señaló.

La apuesta del Parque es que sus avances beneficien el desarrollo de la comunidad del municipio, fortaleciendo las cadenas productivas. El tema es que para favorecer este progreso es imprescindible la generación de recursos humanos capacitados. De hecho, un estudio realizado por la Intendencia de Canelones en conjunto con el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) en 2013 reveló que las empresas situadas en el Corredor de las Ciencias demandaban mano de obra. Atendiendo esta preocupación, el PCTP ha conseguido, en conjunto con la ANEP, la generación de tres nuevas carreras en Pando (una ciudad industrial que curiosamente hasta entonces no ofrecía cursos relacionados al sector científico tecnológico). Es así que en 2014 se inauguró, por medio de la UTU de Pando, un bachillerato tecnológico en química de nivel secundario. Luego, en 2016, con el apoyo del Polo de la Facultad de Química, comienza la Tecnicatura en Biotecnología Industrial, de nivel terciario. Finalmente, este año, se presentó el Centro de Formación de Trabajadores de la Industria Farmacéutica y Química, radicado dentro del Parque y financiado por el Inefop, con el fin de agilizar la inserción laboral de recursos humanos capacitados, recibiendo además a personas que no estudian ni trabajan.

El ritmo del barrio

De esta forma, el Parque logró uno de sus principales objetivos: fusionar la academia con la industria, de manera ejemplar. Para ilustrar mejor esta articulación, conversamos con Carolina Botta, una de las ocho estudiantes de la primera generación de egresados del bachillerato tecnológico.

Carolina tiene 18 años, vive en Barros Blancos y hace cinco meses que trabaja en una empresa que se dedica a la microbiología dentro del PCTP. Gracias a un reciente convenio con ANEP, los estudiantes avanzados de estos cursos tienen la oportunidad de trabajar en empresas asociadas al Parque, contribuyendo en la cadena productiva, asistiendo a la demanda de mano de obra que presenta esta industria. Este año ya son ocho los primeros estudiantes en trabajar cuatro horas de forma remunerada en distintas empresas del Parque, que a la vez rotan cada cuatro meses por las diversas áreas, como biotecnología, nanotecnología, farmacéutica y alimentos.

“A los 15 años, cuando empezaba a plantearme qué orientación elegiría para mi futuro, me encontré con una adscripta de la UTU de Pando, que en su recorrido por liceos de la zona, dio una charla en Barros Blancos sobre los distintos bachilleratos. A mí me gustaba la química, así que entre todos los cursos elegí este de química básica”, cuenta la bachiller egresada en Química Básica Industrial.

“Al final aprendés cómo se maneja cada uno de los laboratorios. Todo es muy profesional, nos formamos académicamente y de oficio”, cuenta Carolina, que no imaginaba una inserción tan pronta en el mismo lugar que estudia, ni tan cerca de su casa. “Todo es en grupo. Los equipos y los laboratorios con los que nos relacionamos son de un nivel muy avanzado”, comenta.

Durante una recorrida por los salones del Parque, el director del Polo contó: “Desde la Universidad contribuimos en todo lo que pudimos: adecuamos salones con laboratorios nuestros, facilitamos equipos, proporcionamos profesionales químicos para dar clase y para coordinar los programas. No cobramos nada. Es nuestra manera de ganar al sistema, formando capital humano a través de cursos multivalentes”.

Las empresas de base científica-tecnológica no sólo demandan químicos, también personal hábil para desarrollar tareas de química básica. Por eso, entre el PCTP, la ANEP e Inefop se intenta alcanzar un sistema de pasantías remuneradas que llegue a unas 20 becas por año, destinadas al sector productivo científico-tecnológico de esa zona (actualmente las pasantías comprenden ocho plazas).

Gestión desde el derecho privado

El PCTP trabaja en la esfera del derecho privado, con la agilidad y las garantías que le brinda a la plataforma, por ejemplo, a la hora de firmar contratos. Para la Junta Directiva, este liviano modelo es una fortaleza. Responde a los tiempos y a las lógicas de la industria sin dejar de ser transparente. De hecho, cuenta con una auditoría que arroja resultados positivos, según comentó el director, quien da cuenta de un sistema de gestión profesional. El equipo titular del Parque se constituye de sólo cinco personas. Los restantes servicios son tercerizados: jurídica, informática, contaduría, limpieza, todo. Las dinámicas del sistema industrial y sus requerimientos han impulsado al Polo como unidad de la Facultad de Química de la Universidad de la República, a responder a las lógicas de la industria. “Es una manera de funcionamiento distinta, dedicada a superar las dificultades de la industria. Un modelo diferente de la Universidad, que busca estar presente con la relación industrial”.

El soporte que falta | El PCTP tiene una lógica de negocios innovadora para la región, y es tomado como modelo en países como Panamá, Argentina y Brasil, donde solicitan la asistencia de su directiva para explicar el modelo de gestión. Sin embargo, este Parque aún no ha gozado de un soporte financiero suficiente. De hecho, se encuentra paralizado desde este punto de vista. Sucede que el Poder Ejecutivo no apoya al Polo Tecnológico porque entiende que corresponde a la Universidad de la República, mientras que esta ubica al Polo en el ámbito de desarrollo industrial y presupuestalmente maneja otras prioridades. “Al ser un modelo de negocios innovador, hay poco derrame [de dinero] para la articulación con el sector industrial. Hace falta una política pública en la que el PCTP encuadre, que promueva estas articulaciones que demanda el sector productivo, y que le saque provecho al sistema”, consideró Amestoy.

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