Jóvenes de Colombia improvisaron una clase de baile champeta para adolescentes griegos; el equipo chileno le comentaba al alemán sobre la comida picante de su país; los estudiantes italianos trataban de aprender alguna palabra en español de sus nuevos amigos argentinos. Esa mezcla de culturas es producto del Open First Lego League, que comenzó hoy en el Antel Arena y continuará hasta el sábado. Allí los stands de proyectos científicos sobre el espacio exterior y los robots construidos con piezas Lego que deberán pasar por varios desafíos en pistas de juego se mezclan con las anécdotas de viaje y los intercambios en las redes sociales. Unos 700 estudiantes de entre nueve y 16 años, provenientes de 27 países, participan en esta instancia, que se celebra por primera vez en un país latinoamericano.
Rommi, de 14 años, llegó a Uruguay desde Israel junto con sus compañeros de Space Sheep. Le dijo a la diaria: “Hasta ahora Uruguay es impresionante. Llegamos ayer de mañana y fuimos a la Embajada de Israel, donde pudimos conocer a otros equipos de Uruguay. Todos son muy buenos y pudimos ver la playa en el camino, que creo que es hermosa”. Entre los invitados de la embajada estaba Santiago Carabajal, también de 14 años, estudiante de la Fundación Los Pinos, de Casavalle, quien aseguró estar muy sorprendido de conocer a sus compañeros israelíes: “A mí me dieron una bofetada de guante blanco, porque pensé que iban a ser tal como en las películas, bien ese estereotipo de las túnicas y el gorrito, pero no: se visten como nosotros y a mí me sorprendió”. También resaltó que de todo el proyecto lo más difícil fue aprender inglés, porque les llevó mucho tiempo de estudio: “Pero no me arrepiento de nada, porque gracias a eso estamos hablando con montones de personas de otros países”.
Charrúas
El país con mayor representación es Uruguay: 13 equipos se dedicaron a compartir sus experiencias con los extranjeros. Entre ellos está Creative Tecno, de Atlántida; Emiliana Abbate comentó que su proyecto de robot de compañía seguirá evolucionando porque lo están mejorando para su próximo viaje a la NASA, que harán en julio. Junto con ellos irán los chicos de Guaracatá, del liceo de Toscas de Caraguatá, que ya están acostumbrados a viajar porque ganaron el mismo premio en 2017, lo que los llevó a conocer California tiempo atrás.
Cada equipo debe enfocarse en dos áreas: un proyecto científico de carácter social y la construcción de un robot construido con piezas Lego. Como este año el tema era “en órbita”, todos los estudiantes buscaron soluciones para los problemas que enfrentan los astronautas cuando salen del planeta. Por ejemplo, el equipo Milky Way Stem 504, de Honduras, ideó una granja sustentable que, en vez de tener tierra, es de algodón, por lo que ocupa mucho menos espacio. Alan, de 12 años, detalló: “Creamos una cápsula sustentable en la que se introduce agua y oxígeno para las plantas y se pueden cultivar en las condiciones del espacio”. El equipo italiano también pensó en la comida, e ideó una forma de llevar hasta el espacio todos los ingredientes para hacer una pizza casera.
Este tema también preocupó a los colombianos de SkyLab: “Unimos un fotorreactor que es una máquina que se usa para producir y cosechar microalgas, con una cámara de biomasa que es un sistema que se usa para el cultivo de alimentos y vegetales en el espacio”, explicó Santiago. Las chicas españolas de Las Acacias Bot hicieron algo parecido; según comentó Ángela, de 13 años, idearon una cápsula que genera microalgas y devolverá oxígeno.
La salud mental de los astronautas también es muy importante para los niños y adolescentes, por eso varios proyectos giraron en torno a cómo hacer del viaje espacial una instancia agradable. El equipo uruguayo de Los Pinos ideó un cuarto desestresante, donde la técnica de mindfulness permite a los astronautas relajarse y mejorar su convivencia. Los jóvenes de Creative Tecno crearon un robot de compañía parecido al de la película de Disney Wall-e, para que en el espacio tengan alguien con quien hablar.
La basura fue un tema elegido por varios equipos. Por ejemplo, las mujeres israelíes crearon una aspiradora de vómito, porque hasta ahora si el astronauta se siente mal y vomita todo queda flotando, debido a la falta de gravedad. El equipo de Argentina generó un dispositivo que por medio de sensores aspirando la basura y la coloca en un contenedor que, cuando se llena, convierte los desechos en energía. Para Victoria, de 16 años, viajar desde el vecino país ya era algo bueno, pero conocer tanta gente lo hizo mejor: “Ves las diferentes formas en que los países encaramos los problemas. Todos regalamos algunas cosas de nuestro país. Vienen con emoción a contarnos lo que hacen, y es genial”.
En valores
Los estudiantes serán evaluados sobre su proyecto científico, el desempeño del robot y los valores de trabajar en equipo. Desde las bases de la competencia se establece que estas tres categorías son igual de importantes. Yanina Happel es maestra y jurado de valores en esta edición: “Miramos el trabajo en equipo, la colaboración, cómo han organizado las estrategias a la hora de pensar en el proyecto. Preguntamos sobre el respeto, sobre cómo llegaron al acuerdo y a unificar criterios, cómo se han respetado para tender redes, porque no es un trabajo que se puede hacer solo. El trabajo colaborativo es fundamental”.
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