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Concentración de estudiantes, ayer, frente al Codicen.

Foto: Mariana Greif

Gremios estudiantiles consideraron que fallo sobre las pancartas es “un aberrante acto de censura”

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Aseguran que “laicidad no es neutralidad” y reclaman por la autonomía de la ANEP.

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Varias decenas de estudiantes de los liceos Zorrilla, IBO, 63, del IPA y de la Escuela Figari, de UTU, se concentraron ayer en la tarde frente a la sede del Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), en avenida Libertador y Colonia. “Más autonomía, menos censura”, “Laicidad no es neutralidad” y “Codicen, basura, apoya la censura”, se leía en algunos de los carteles que se colocaron frente a la sede, que adelantaban el motivo de la movilización convocada por los gremios de Secundaria y UTU, la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay, la Asociación de Estudiantes de Educación Social y el Centro de Estudiantes del IPA (CEIPA).

El reclamo por la autonomía de los centros de la ANEP no es nuevo, pero resurgió a partir de los reclamos del diputado nacionalista Pablo Abdala (Alianza Nacional) por los carteles que colocaron, originariamente, el gremio estudiantil del liceo 28, del liceo 10 y del Centro de Estudiantes de Magisterio, y que luego se reprodujeron en decenas de liceos, escuelas técnicas, facultades y centros de formación docente. “¡Si querés seguridad no pidas militares, priorizá la educación! La reforma no es la forma”, decían varios de los carteles, en claro rechazo a la reforma constitucional que promueve Jorge Larrañaga bajo el nombre Vivir sin Miedo. Abdala presentó una acción de amparo para que el Codicen bajara las pancartas, en el entendido de que violaban la laicidad que deben asegurar las instituciones educativas. El juez del Juzgado Letrado de lo Contencioso Administrativo de primer turno, Gabriel Ohanian, le dio la razón y condenó a la ANEP a retirar los carteles.

Así ocurrió, y en muchos centros, como en el IPA, los estudiantes colocaron la pancarta de vuelta. Las autoridades volvieron a bajarla, pero integrantes del CEIPA nuevamente la colocaron; hasta el momento, ha durado una semana colgada. Maximiliano Santos, del CEIPA, contó que las autoridades del Consejo de Formación en Educación (CFE) se comunicaron con el gremio para transmitirle que, “quisieran o no, tenían que retirar la pancarta porque tenían una intimación judicial, y si no lo hacían había una multa”.

En su proclama, los gremios estudiantiles aseguraron que el fallo judicial es “un aberrante acto de censura, que atenta contra la libre expresión de los estudiantes”, y que “trata a los ciudadanos de imbéciles, que leyendo una pancarta firmada por el centro de estudiantes no podrán reconocer que la misma pertenece al centro de estudiantes y no a las autoridades educativas”. Aseguran que, “comprometidos con el cambio social y político que esta sociedad requiere, manifestamos nuestro total rechazo a la reforma Vivir sin Miedo, así como a toda militarización”.

Ayer, durante la concentración, los estudiantes organizaron una charla sobre la laicidad, “para reflexionar sobre lo importante que es la autonomía, y cómo repercute en nuestra vida estudiantil que la ANEP no sea efectivamente autónoma”, contó Lucas Arismendi, también del CEIPA. Para Arismendi, tanto en el reclamo de Abdala como en el fallo de Ohanian hay “una mala interpretación de lo que es la laicidad. Abdala la entiende sobre la base de la neutralidad y el abstencionismo”, concepto que, añadió, “viene más bien de la última dictadura cívico-militar”. “En realidad la laicidad es todo lo contrario; expresamente el artículo 17 de la Ley de Educación habla de la oposición racional de saberes. Nosotros en ningún momento violamos la laicidad”, aseguró, y consideró que las bibliografías de José Pedro Varela, Reina Reyes o Julio Castro transmiten que “la laicidad no es neutralidad”.

Por otra parte, otro de los argumentos que manejaron tanto el recurso de amparo de Abdala como el fallo judicial apunta a que los carteles en cuestión fueron colocados en el frente de los edificios, por lo que, según Ohanian, “parecen expresar que esa es la posición de las autoridades educativas, es decir, se ‘oficializa’ el contenido del cartel violentando la libertad de conciencia de los alumnos, profesores, trabajadores, transeúntes, del actor o cualquier individuo que válidamente pueda tener una opinión divergente, o bien, ninguna opinión”. Romina Sodano, otra estudiante del IPA e integrante del gremio, consideró que la opinión expresada en los carteles “no es una postura cualquiera, individual, es una postura que se toma en una asamblea del centro de estudiantes, discutiendo y debatiendo con todo tipo de argumentos, y está firmada. Hacemos valorar lo que es nuestra opinión. Obviamente vamos a marcar postura y queremos que la gente se entere de ella”. Añadió que la falta de autonomía de la ANEP queda clara con este episodio, ya que los centros de estudiantes de varias facultades de la Universidad de la República que colocaron carteles similares “no tuvieron problemas”.

Arismendi agregó que una docente de Pedagogía, que tenía que abordar el tema laicidad, “nos decía que quería trabajar lo que estaba pasando, pero sentía miedo por lo que es esta censura”. “Ahí es donde más nos duele, porque está pegando a la autonomía profesional: ella tiene toda una bibliografía, una tradición académica que la respalda, pero sin embargo, por no ser autónoma la educación, al ser susceptible a la injerencia de la sociedad toda, queda desvalorizado el rol profesional docente”, opinó. “La Udelar no tiene ese problema, porque tiene la autonomía consagrada”, agregó. Sodano contó también que el gremio del liceo Dámaso puso una pancarta que decía: “Con violencia no se enseña, se adiestra”, pero las autoridades “entendieron que venía relacionada a la reforma y por lo tanto violaba la laicidad. No puede pasar eso y hacer silencio, porque, ¿hasta dónde vamos a permitir que nos bajen las pancartas?”.

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