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Clases en el colegio y liceo Sagrada Familia.

Foto: Sin dato de autor

¿Cómo utilizan los colegios privados las plataformas educativas virtuales?

8 minutos de lectura
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Más de 500 instituciones educativas utilizaron el entorno Ceibal durante 2020.

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Leído por Virginia Recagno
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Virtualidad, plataformas educativas, modelo híbrido. Durante el 2020 muchas de estas palabras inundaron los discursos sobre educación y se concluía que habían “llegado para quedarse”. La suspensión de las clases presenciales determinó que la educación a distancia fuera una de las pocas herramientas para mantener el vínculo entre docentes y estudiantes y continuar con los aprendizajes, lo que obligó a miles de maestros y profesores a volcarse a los sistemas virtuales.

En el ámbito público funciona desde 2007 el Plan Ceibal, que reparte dispositivos tecnológicos a los niños y adolescentes y que puso en marcha plataformas educativas como CREA, PAM o Matific. En 2020, además del crecimiento exponencial que tuvo en escuelas y centros de educación media públicos, Ceibal tuvo un crecimiento importante entre colegios y liceos privados: según datos a los que accedió la diaria, 314 escuelas privadas utilizaron las plataformas de Ceibal, llegando a más de 28.000 estudiantes en CREA y unos 25.000 en las plataformas de matemática (PAM y Matific). En educación media, 185 liceos y siete centros de educación técnica privados utilizaron las plataformas, 15.000 estudiantes accedieron a CREA y unos 10.000 a las plataformas de matemática.

“Nuestro cometido es el sistema público, sin duda, pero es el sistema educativo en su totalidad”, apunta Leandro Folgar, presidente de Plan Ceibal, que aclara que los usuarios de colegios privados son una minoría en el universo total de cuentas, que en 2020 y pandemia mediante creció a 790.000 en todas las plataformas. Pero Folgar asegura que “es una muy buena noticia que varios centros privados, que podrían elegir otras plataformas, elijan Ceibal, porque significa que estamos ofreciendo un servicio de altísima calidad”.

Uno de los colegios que a raíz de la suspensión de clases presenciales en marzo comenzó a utilizar CREA fue la Scuola Italiana. “Al principio apelamos a Classroom, como muchos colegios, porque no teníamos acceso todavía a CREA, por más que veníamos haciendo los trámites”, contó a la diaria Ana María Méndez, directora de Primaria del centro educativo. “Pero nuestra intención era entrar a CREA, porque es un sistema de administración de los aprendizajes de los alumnos, y nos encontramos con una plataforma educativa increíble, diseñada especialmente para niños”.

La directora destaca tres grandes ventajas de esta plataforma en comparación a otras. En primer lugar, está “hecha específicamente para niños, o para secundaria, teniendo en cuenta los programas, la maduración, la edad cronológica, y respeta los distintos tiempos de aprendizaje, porque el maestro va administrando los ejercicios, y puede ponerle uno a un alumno con una dificultad específica y no a otro que no la tiene”, señaló.

En segundo lugar, Méndez consideró que Ceibal tiene “más prestaciones” que otras herramientas; además de CREA y de las plataformas de matemática, Ceibal cuenta con foros, la Biblioteca País y espacios de recreación. Según Folgar, entre 80% y 85% de los colegios privados utiliza alguna de estas herramientas del entorno Ceibal. El acceso a las plataformas es gratuito incluso para los centros privados, que sí tienen que pagar por los dispositivos en caso de querer adquirirlos.

Por último, la directora de Primaria de la Scuola Italiana destacó que la seguridad de los datos en las plataformas de Ceibal es muy buena: “hay ciertas garantías de la información que tenés sobre los niños, los resultados educativos o la comunicación con las familias. En Crea hay un usuario por institución, que tiene su propia clave y no es posible que se ingrese a los datos de la institución de otra manera”. “En otras plataformas es más fácil que otras personas puedan ingresar”, añadió.

Cambio acelerado

Pero además del entorno Ceibal, hay muchas otras plataformas, como Moodle, Google Suite for Education, Edmodo, con distintas prestaciones. El colegio y liceo Sagrada Familia venía trabajando con Google desde hacía tres años, con los correos institucionales primero entre los directivos y los docentes de Secundaria, que tímidamente comenzaron a utilizar algunas de las herramientas de la plataforma en sus clases, y luego extendiendo a los docentes de inicial y primaria.

También gradualmente los estudiantes de secundaria tuvieron su cuenta institucional, y 2020 iba a ser el año en que comenzara una transición hacia un uso más fuerte de la tecnología: todos los estudiantes de primero y cuarto de liceo tendrían que adquirir un Chromebook para empezar las clases y utilizar esa herramienta de forma cotidiana, explicaron a la diaria Beatriz Estefan, directora general del colegio, y Marcelo Mónico, adjunto a la dirección.

La Chromebook es una computadora o tablet que en lugar de funcionar con un sistema operativo como Windows o Linux utiliza Chrome OS, un sistema operativo desarrollado por Google. “La ventaja es que la podemos sincronizar y queda en función de nuestra consola para poder limitar las opciones: si hay un examen lo ponemos en modo prueba y los estudiantes no pueden navegar por ninguna página. Si bien las computadoras son de los estudiantes, todos están avisados que nosotros vamos a tener ese control mientras el estudiante esté en la institución, si pide pase se detiene la sincronización y la Chromebook queda liberada”, explicó Mónico.

Preparando ese primer contacto con los estudiantes de primero y cuarto de liceo, en febrero y marzo se hicieron jornadas de formación a los educadores de esos años. “Veníamos con toda esa planificación y lo que hizo el 13 de marzo fue acelerar todos los procesos para todo el colegio”, señaló el docente. Ese fin de semana se crearon cuentas para todos los estudiantes de inicial y primaria, se les pidió a las familias la autorización para los menores de 11 años, y el lunes el Consejo de Dirección resolvió que la plataforma de Google Classroom pasara a ser el aula virtual obligatoria para todos los educadores. “Veníamos con un proceso lento de cambios, gradual, con una proyección a cinco años, y en 48 horas estábamos todos subiendo materiales y utilizando Meet”, graficó Mónico.

Según contó a la diaria Fernanda Montes de Oca, gerenta de Ecosistemas Educativos para Hispanoamérica de Google, antes de marzo en Uruguay había 17.000 usuarios activos, que crecieron a 47.000 cuentas a fines de 2020. “En general hemos visto un crecimiento del uso de las herramientas de educación a distancia, y específicamente en Uruguay hemos visto mucho crecimiento”, señaló la funcionaria, que remarcó que esas 47.000 cuentas son las registradas exclusivamente con fines educativos. A nivel mundial, Classroom tenía 50 millones de cuentas en marzo, y para fines de 2020 había crecido a 180 millones, informó.

Con la pandemia, opinó Montes de Oca, “se aceleró una tendencia que ya venía creciendo, pero que al menos en América Latina todavía iba a tomar muchos años. La adopción de la tecnología se veía como algo que iba empezando, pero no había una necesidad de implementarla. Ahora, por la necesidad, ya la tecnología va a ser parte de la educación”.

Ensayo y error

Uno de los primeros ajustes que fueron necesarios en el pasaje a la virtualidad fueron los horarios, porque no es posible replicar la jornada completa, incluso en muchos colegios con doble horario, frente a la pantalla. “Fue algo que decidimos de entrada, que no íbamos a hacer horario completo en la virtualidad, porque los estudiantes no podían estar todo el tiempo frente a la Chromebook, por una cuestión del cuidado del estudiante, de los docentes, de las familias”, explicó Mónico, que añadió que resolvieron organizar nuevas grillas de horarios.

En secundaria tenían tres clases de mañana y tres de tarde, de una media hora de duración y con cortes en el medio, mientras que en primaria e inicial se fueron regulando los horarios, se comenzó con dos días a la semana, después tres, con los grupos enteros al inicio y luego con grupos fragmentados para hacer una propuesta más individualizada; “a medida que se estiraba la pandemia hemos ido haciendo cambios”, señaló. “La tecnología la teníamos a mano, pero varias veces tuvimos que pensar si lo que estábamos haciendo era lógico, si estaba alineado a nuestros valores como colegio, a la propuesta educativa”, apuntó Estefan, que añadió que además hubo cambios luego de contemplar las adecuaciones curriculares de los estudiantes.

Algo similar pasó en la Scuola Italiana, donde en primaria los maestros comenzaron enviando trabajos y tareas para que hicieran los niños. Luego comenzaron los encuentros por videoconferencia, de 40 minutos, y uno por idioma (en el colegio tienen maestros de español, italiano e inglés). “A medida que fuimos viendo que los chicos iban respondiendo, que la instancia de clase virtual era sanadora, que se veían, fuimos avanzando. Primero uno por día, después dos, y después fuimos subiendo”, llegando a tener en promedio entre tres y cuatro encuentros por Zoom por día, explicó la directora de Primaria del colegio. Además de los encuentros con los maestros, comenzaron a convocar también a otro tipo de actividades, como educación física, tareas de cocina y meriendas compartidas cada uno desde su casa.

Los docentes

Para los educadores la adaptación a los escenarios virtuales no fue fácil. Según comentó Méndez, para su generación, con más de 30 años de docencia, “esto hubiese sido impensable”, y sin embargo pasó “de no saber que existía Zoom a entrar a cursos, investigaciones”. La directora de la Scuola Italiana consideró que hay varios niveles: aquellos docentes que necesitan aprender a manejar la herramienta, otros más jóvenes, que tienen gran dominio, y un nivel intermedio al que le costó menos manejarla. Contó que hicieron muchos cursos virtuales para los docentes, y evaluó que en diciembre se habían cumplido con los programas: “Entendemos que 2020 es un proceso hasta mayo de 2021, y en ese sentido los resultados fueron magníficos, pero terminamos muy cansados”, señaló.

En el Sagrada Familia habían comenzado el proceso de capacitación a los docentes, pero sólo con 20 de los 200 educadores del colegio, por lo que la primera semana hubo muchas capacitaciones rápidas a los educadores. “El que aprendía algo se grababa y lo compartía con el resto, entonces en términos de la comunidad hubo mucho sostén”, resaltó Mónico, mientras que la directora general destacó que los docentes fueron “absolutamente resilientes, ante la innumerable cantidad de obstáculos veían oportunidades de mejora”.

Mónico también reconoció que hubo resistencias por parte de algunos docentes: “Educadores a los que capaz les cuesta la tecnología, y que con el cambio no había opción, era la opción para ejecutar. Ahí con la ayuda de todos se iba logrando que las clases se dieran y tuvieran los resultados esperados”. Otra de las reflexiones que surgieron desde los educadores fue que “no todos tenían ganas de que sus clases las viera toda la familia. Algunos se entusiasmaban más y a otros hubo que tratar de respetarlos”, comentó Estefan.

Con el regreso a las clases presenciales, la situación cambió. En primaria todos los niños pudieron ir todos los días, pero en secundaria al comienzo los grupos fueron divididos. En esas circunstancias los docentes daban las clases presencialmente y a la vez se transmitían en simultáneo a quienes las seguían por videoconferencia, o quedaban grabadas para que las vieran después. La grabación de las clases fue opcional, pero según ambos, los docentes optaron por comenzar a grabarlas para que los estudiantes pudieran seguirlas con mayor facilidad.

Porque uno de los aspectos implícitos en la educación a distancia es la necesidad de contar con dispositivos tecnológicos, algo difícil con lo que contar cuando muchos padres pasaron a teletrabajar o, por ejemplo, en familias con hermanos. Tanto en la Scuola Italiana como en el Sagrada Familia, las instituciones tuvieron que prestar dispositivos a familias y docentes.

Lo que queda

Uno de los elementos que aparentemente llegaron para quedarse, según los funcionarios de las instituciones, son las reuniones de padres virtuales, o al menos buena parte de ellas. “Hay reuniones informativas, que hacíamos a las 19.00, con los padres cansados, en noches heladas, que seguramente las hagamos virtuales, y hagamos presenciales otros tipos de encuentros con las familias”, opinó Estefan.

En ambos casos, por más que lograron volver a la presencialidad casi por completo, las dos instituciones apuestan a que la tecnología esté más presente en las aulas. “La famosa y antigua tarea domiciliaria, de llevarte un deber por escrito a tu casa, ya no va a existir más. Seguimos con CREA, y toda la estandarización del trabajo va a seguir siendo por la plataforma”, consideró la directora de Primaria de la Scuola Italiana, que agregó que la idea es “prescindir de todo lo que sea impreso, y apelar al uso de la plataforma como forma de aprender y retroalimentar el aprendizaje llegó para quedarse”.

“La presencialidad es sumamente importante, sobre todo en los niveles más chicos, de inicial y primaria; en secundaria también es necesaria, pero es verdad que lo pueden regular de otra manera. Pero la virtualidad vino para quedarse”, concluye Mónico, que considera que el desafío para este año lectivo que comienza es, “como docentes, cómo sacar mejor jugo desde la virtualidad para que se potencie la presencialidad”. Consideró que, por ejemplo, el formato de aulas virtuales, que consiste en que los estudiantes tomen contacto con un tema antes de trabajarlo en clase “es una buena herramienta, porque amplía el contacto desde otro lugar con el docente”. “Tenemos que seguir aprendiendo para ver cómo aprovecharlo mejor”, señaló.

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