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Competencia de robotica Sumo.UY en la Facultad de Ingeniería (archivo, setiembre de 2019).

Foto: Nicolás Celaya, adhocfotos

Pese a las dificultades de la pandemia, proyectos y actividades educativas de robótica y programación siguieron su marcha

6 minutos de lectura
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Ambas disciplinas siguen ganando lugar en todos los subsistemas de la educación.

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Leído por Abril Mederos.
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La robótica y la programación llegaron para quedarse al sistema educativo uruguayo. Más allá de los talleres y actividades optativos que se desarrollan con más fuerza desde que en 2011 el Plan Ceibal comenzó a capacitar a maestros y profesores y a ofrecer kits de robótica y programación en centros educativos, hay quienes consideran que deberían ser contenidos que se impartan con la misma importancia que la lengua o la matemática.

Además del impulso inicial, Plan Ceibal organiza todos los años la Olimpíada de Robótica y Programación, competencia que en 2021 reunió a más de 1.200 estudiantes de 160 centros educativos en distintas categorías. Pero también se organizan actividades que no tienen el formato de competencia, como la Semana de Robótica y Programación que impulsan la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y la Dirección General de Educación Secundaria (DGES).

En diálogo con la diaria, José Miguel García, del Departamento de Tecnología Educativa de la ANEP, y Alexandra Suárez, coordinadora de Informática de la DGES, explicaron que el evento, que el año pasado se realizó del 18 al 22 de octubre, apunta a que los equipos que están trabajando en proyectos puedan compartir lo elaborado y, al mismo tiempo, que docentes y estudiantes con interés se acerquen a la temática. Señalaron que antes los eventos se concentraban en un día, pero con la idea descentralizadora de que pudieran hacerse muestras, talleres y conferencias locales en el interior, las actividades pasaron a repartirse en una semana.

Ambos hicieron énfasis en lo rico de las instancias de intercambio que se generan, y Suárez lo ilustró con dos ejemplos. Uno de ellos es el de una docente de Tranqueras que fue a unas jornadas sin tener nada para mostrar y, a partir de conocer los trabajos de equipos de profesores y estudiantes del departamento de Rivera, comenzó a desarrollar actividades de robótica y programación con sus estudiantes. En 2021 ya estuvo en condiciones de participar en la muestra local con dos proyectos que desarrolló con sus estudiantes. El otro ejemplo tiene como protagonistas a estudiantes del liceo 4 de Rivera, que expusieron en la muestra pero tenían dificultades para resolver un aspecto concreto de su proyecto. En esa instancia, compartieron la dificultad con un grupo de estudiantes de otro liceo que les explicaron cómo habían solucionado un caso similar, lo que los ayudó a seguir adelante.

Algunos proyectos

Precisamente, Rivera es un departamento con mucho desarrollo de actividades de robótica y programación. Los profesores Pablo Macedo, Marcelo Núñez y Maicol Belén imparten talleres en los que desarrollan proyectos con los estudiantes del liceo 4, que funciona bajo la modalidad María Espínola; el 6 y el 8, que son de tiempo extendido, y en el Colegio Teresiano.

Consultado por la diaria, Macedo contó que después de cuatro años de organizar actividades en el marco de la Semana de Robótica y Programación a nivel local y de que en 2020 se tuviera que hacer de forma virtual, en 2021 definieron organizar varias actividades presenciales porque existía una necesidad importante de encuentro e intercambio. Después de unos primeros meses en los que fue difícil trabajar a distancia, definieron que la ciudad sede no fuera solamente la capital departamental, contó el docente.

En 2021, la actividad en Rivera incluyó muestras, conferencias de invitados, un desafío de drones y carreras con robots, que permitieron el intercambio de estudiantes que se encontraban en distintos momentos de su trayectoria educativa y en diferentes niveles de involucramiento con la temática. Uno de ellos fue Isaac Rodríguez, que cursaba primer año en el liceo 4. Se sumó a las actividades virtuales que se mantuvieron en los primeros meses del año y después pudo combinar horarios para ir a los talleres presenciales.

Además de desarrollar habilidades de pensamiento computacional, trabajo en equipo y resolución de problemas, otra de las virtudes de la programación y la robótica es que son herramientas para abordar otros contenidos. Para participar en las olimpíadas de Plan Ceibal, los estudiantes del liceo 4 debieron abordar un proyecto vinculado con la comunicación o el transporte, que eran los temas del año. Por eso se propusieron elaborar un robot al que llamaron Wally, que funciona como recolector móvil de residuos.

Por su parte, el desarrollo de proyectos en estas áreas también propicia el trabajo interdisciplinario. Paulina Saravia, quien pasó a tercer año de liceo en el Teresiano, recordó que en 2021 los profesores de informática se juntaron con los de matemática y física para el desarrollo de una regadera inteligente. Además, destacó que también es frecuente que estudiantes den talleres para otros estudiantes, lo que en su caso hizo con niños de primaria. También mencionó que es importante que la participación de mujeres en este tipo de proyectos sea vista por niñas más chicas, que muchas veces creen que es una actividad para varones, según dijo. Al respecto, Macedo señaló que por suerte es una realidad que viene cambiando y que cada vez es más frecuente ver a niñas trabajar en proyectos de robótica, incluso con roles de liderazgo.

Traducción

El año pasado, el taller de robótica del turno matutino del Centro Educativo Comunitario (CEC) de Casavalle también participó en las olimpíadas, y por ello trabajaron en la elaboración de una máquina traductora de braille desarrollada con placas micro:bit. Kevin González, uno de los tres estudiantes que desarrollaron el proyecto, contó a la diaria que con un teclado, una tabla de madera y tapitas de botellas generaron un sistema por el que al teclear cualquier letra del alfabeto se formaba la respectiva letra en braille con el levantamiento de las tapas, que emulan los puntos con los que se escribe.

Ignacio Lozano, el tallerista de robótica del CEC, una propuesta de UTU que este año dejará de funcionar como tal, dijo que siempre plantea a los adolescentes que “el fracaso es lo primero” al enfrentarse a un desafío en robótica. En ese sentido, afirma que “hay que tener el temple” para afrontarlos “hasta que te empiezan a salir las cosas”. Lozano señaló que cuando se presenta públicamente un proyecto de este tipo, en general siempre se muestra el producto final y no el proceso previo. Según agregó, ello lo hace parecer sencillo, pero en realidad cada proyecto puede llevar años.

Además del proyecto de braille, en 2021 en el taller también se desarrolló una “silla de ruedas todoterreno” con un giroscopio integrado, que permitía a la silla mantener el equilibrio. Por su parte, el docente valoró especialmente la posibilidad de mostrar lo hecho en actividades abiertas, ya que, para él, un proyecto no existe si no se exhibe.

A programar y jugar

En el caso de la escuela 339 de Flor de Maroñas, el proyecto en el que trabajaron durante todo el año consistió en la elaboración de un patio inclusivo con juegos en los que también pudieran participar estudiantes con discapacidad. Después de haber trabajado el tema con el profesor de Educación Física durante el período de virtualidad, las maestras de cuarto año y los niños comenzaron a trabajar en su implementación cuando volvió la presencialidad, y lo esperan inaugurar el año que viene.

Florencia Grassi, una de las maestras de cuarto, explicó que muchos de los juegos que pensaron son programables y que trabajaron a partir de los intereses de los niños, que son quienes mejor saben qué actividades serán las más atractivas. De ello estuvieron hablando en la actividad de la Semana de Robótica y Programación que se realizó en el edificio central de la ANEP. Allí surgieron nuevas ideas y obtuvieron información de otras opciones para programar grúas, calesitas y una caminadora. “Pensamos que les iba a costar, pero aprendieron muchísimo más rápido que nosotras las maestras”, planteó Grassi.

La maestra señaló que con este tipo de propuestas se logra “la apertura mental necesaria para después trabajar otras cosas que queremos en la escuela”. “Con la motivación que tienen hacia esto lográs engancharlos y que cada uno encuentre su propia potencialidad”, dijo, y explicó que el tipo de trabajo les permite dividir tareas y que cada uno realice la que quiera.

Formación docente

Si bien los proyectos se concentran en otros subsistemas, en 2021 estudiantes del profesorado de Informática del Centro Regional de Profesores de Colonia participaron en la semana de Robótica y Programación. Marisabel Acosta, Hernán Reyes y Diego Comunale explicaron a la diaria que junto a otro compañero de carrera tuvieron que pensar sus prácticas de grado en un contexto de pandemia y de enseñanza virtual. Uno de los parciales de la materia Didáctica I consistió en el diseño de una propuesta de clase a desarrollar con placas micro:bit que contemplara el formato híbrido. Luego debieron aplicarla en una clase del liceo 1 departamental, donde llegaron a abordar los cuatro pilares del pensamiento computacional ‒descomposición de problemas en pasos sencillos, reconocimiento de patrones, abstracción y diseño de algoritmos‒, para lo que planificaron dinámicas con materiales que pudieran ser desinfectados con alcohol.

Por ejemplo, Acosta diseñó un juego de ruleta con tarjetas de preguntas y desafíos para liceales, mientras que Comunale planteó a los estudiantes que arreglaran una lámpara mediante los pasos del pensamiento computacional. En el caso de Reyes, después de abordar teóricamente el tema, con otro compañero colocaron una tabla con palabras que marcaban un patrón temático por el que los estudiantes debían completar las celdas vacías.

Además, en el marco de la Semana de Robótica y Programación en Colonia, participaron en un taller dirigido a estudiantes de formación docente, profesores y maestros ya en ejercicio, en el que compartieron las actividades que diseñaron. Al respecto, Acosta la tomó como una instancia de enriquecimiento que considera clave para los docentes. “Compartir es fundamental en nuestro caso”, concluyó.

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