Son las 12.00 del sábado 7 de setiembre y en la plaza Las Pioneras apenas finaliza la mesa de apertura del Festival de Educación Sexual Integral (ESI). Allí dieron la bienvenida las organizadoras: Instituto de Formación Sexológica Integral (Sexur), Cotidiano Mujer, Maestras Feministas, Atelier Educativo (Argentina), Espacio Feminista Plaza Las Pioneras e Intendencia de Montevideo, que apoyó el evento.
Mientras, la feria se va armando de a poco. Aún quedan por instalarse algunos de los 15 stands, con manteles violetas, para que los diferentes colectivos expongan sus materiales y experiencias. Todavía están vacías las tres carpas blancas, una al lado de la otra, donde comenzarán los primeros talleres y las charlas que sucederán a lo largo del día. Ya hay cola para comprar el almuerzo en el café Las Pioneras, operado por la Mercada Feminista. Al final de la feria, se levanta imponente una carpa roja que albergará información y sensaciones en torno al ciclo menstrual.
El sol va calentando de a poco. Quienes asisten a la feria y quienes exponen se saludan y se abrazan; la alegría está latente porque, aseguran, no hay muchos espacios donde encontrarse de forma presencial en torno a la ESI. También hay personas de todas las edades que cercan la feria sobre patines, bicicletas y skates. A lo lejos, un grupo de adolescentes practica una coreografía. Así será toda la tarde, hasta que la luz del sol se apague.
El festival y la ESI
Originalmente, el festival fue una idea de la educadora sexual argentina Magalí Ostrovsky, de Atelier Educativo, que lo pensó como un espacio de encuentro para tejer redes y compartir conocimiento sobre la ESI en el país vecino, en un contexto de regresión de derechos con el actual gobierno del libertario Javier Milei.
Ese festival se hizo recientemente en Buenos Aires, donde participó la médica y educadora sexual uruguaya Anahí Balbuena, que junto con Ostrovsky decidió replicar la idea en Montevideo. “Así surgió; se fue armando y tomando una dimensión bastante grande que nunca imaginamos”, explican en diálogo con la diaria.
Es que el Festival ESI en la plaza Las Pioneras cuenta con 22 charlas y talleres, siete presentaciones de trabajos que relatan experiencias realizadas en torno a la ESI y 15 presentaciones de materiales educativos. Participan personas de diversos puntos de Uruguay, así como de Argentina y Puerto Rico.
En sus diferentes formatos, se aborda la sexualidad en relación con las vejeces, las primeras infancias y el activismo gordo; se trata de la menstruación (desde la salud menstrual hasta la menstruación ecológica), las relaciones sexoafectivas, el placer y el cuerpo, las masculinidades, el rol de las familias y los referentes de la ESI que acompañan a jóvenes, la ESI anticapacitista y la ESI en el aula educativa.
Los talleres con más asistencia, según las organizadoras, son el que trata el lugar de las familias y referentes en la educación sexual de los y las jóvenes que acompañan, y el de pensar la sexualidad en la primera infancia. “Se ve que son temas sensibles que tenemos que empezar a mirar”, agrega Mirta Ascué, educadora sexual y referenta de Sexur.
Para Ascué, esto demuestra “la soledad y confusión” con la que viven muchas familias el acompañar a sus hijas e hijos adolescentes: “En los últimos años, el lenguaje sobre educación sexual y diversidad sexual ha sido un lenguaje muy prolífico en palabras, que para la gente no es entendido ni comprendido. No saben qué hacer. Además, en las clases de sus hijos emergen compañeros trans, no binaries, los cambios de identidad. También existen mensajes contradictorios sobre estos temas y no hay una persona cercana que oriente, que ayude a reflexionar y conversar”. Por eso, ella considera que los acompañantes de infancias y adolescentes se “sienten muy perdidos”, y muchas veces “optan por el miedo y por encerrarse”.
Lo otro, según Ascué, es que la educación sexual en la primera infancia y en la escuela es un gran ausente. “En la última evaluación que se hizo al programa de educación sexual (cuando todavía existía) las maestras manifestaban no tener formación; hacer cosas, pero sin guía y sin orientación, cuando la educación sexual es transversal al programa”, explica.
“No te toques”
Claudia Galván tiene 65 años, el pelo corto con algunas canas y caravanas largas. Invita a un grupo de unas ocho personas de entre 23 y 70 años a caminar dentro de la carpa donde guía el taller “Saberse sexual en la vejez. ¿Nos permitimos el placer?”, junto con Pilar Morales, de 22 años. Ambas se forman como educadoras sexuales integrales en Sexur. Les pide a los asistentes que respiren lento, que piensen qué les trajo a este espacio, qué les da placer. Las respuestas a esta última pregunta son de lo más variadas: dormir, danzar, estar solo, caminar, desayunar, comer, estar en movimiento, la libertad de no tener horarios.
Mientras pega algunas preguntas disparadoras en la pared de la carpa, Galván le cuenta a la diaria que es enfermera y que empezó a formarse como educadora sexual en 2019, por un debe que tenía con ella misma. “La formación me aportó mucho para desaprender las ideas que me inculcaron en la crianza. Me ayudó con la falta de herramientas que tuve para enfrentar a lo largo de mi vida la anticoncepción, un aborto, la crianza, la maternidad”.
Como si estuvieran en sintonía con Galván, una mujer de 68 años, de Lavalleja, la mira a los ojos y dice: “Nosotras estamos en edad de desaprender”. Más tarde agregará que las mujeres de su edad fueron criadas de pequeñas en el “no te toques”: “A los siete años me cuidaba una persona de 78 que no me dejaba usar el bidé porque servía para masturbarse; ella también me acostaba en la cama con las manos y brazos fuera de las sábanas para que no me toque”. Luego, mira a la derecha a su pareja, un hombre de unos 70 años, con una sonrisa reveladora, y le dice: “Ahora sabés por qué siempre duermo con los brazos fuera de las sábanas”.
Este grupo también se cuestiona por qué la sociedad juzga a las mujeres viudas que forman otra pareja, qué es ser un “viejo verde”, por qué no ven en la calle demostraciones de afecto de parejas viejas (heterosexuales o gays), qué es la belleza para la mujer y para el hombre, por qué la importancia de la sabiduría de las personas viejas se perdió, cuál es el lugar de la masturbación y de las relaciones sexuales con penetración en la vejez, cuándo comienza a envejecer el ser humano.
Generar “deseo gordx”
Minutos después de finalizado el taller de sexualidad y vejez, en la misma carpa, Victoria Marichal, Stefani Tedros y Norina Torres se disponen a mover los cuerpos junto con otras 15 personas, en su mayoría mujeres. “El deseo desde el activismo gordx” es la propuesta de taller que comparten las especialistas en sexualidad y activistas por la diversidad corporal.
“Hoy vamos a hablar del deseo y lo que es habitar el mercado del deseo con un cuerpo gorde. También sobre qué nos pasa, con el cuerpo que sea que tengamos, con las personas gordas dentro del marco de las personas que deseamos”, comienza Marichal. Las activistas comparten una pregunta que se expandirá por toda la carpa: “A mí me han negado el mercado del deseo, pero ¿a quién deseo yo?”.
Antes de las preguntas, ellas explican algunos aspectos para entender cómo funcionan los activismos gordos. Dicen que se activan contra el gordoodio, que es la discriminación y el rechazo hacia las corporalidades gordas. Ponen sobre la mesa lo que significa habitar el mundo con un cuerpo gordo y cómo unos cuerpos pueden sentirse más cómodos que otros. Ellas denuncian el gordoodio médico (“llegás a una consulta y te dicen que lo que sea que te pase es porque estás gorda y tenés que adelgazar”) que las somete a riesgos por no identificarles enfermedades o darles diagnósticos a destiempo. También aseguran que hay evidencia en contra de que un cuerpo gordo significa no estar saludable, y que el gordoodio pone en riesgo permanentemente la salud mental y emocional de las personas con cuerpos diversos.
Tedros hace hincapié en que las personas con cuerpos no hegemónicos no están representadas en los espacios culturales, y eso hace que queden por fuera del espectro del deseo. Será por todo esto que cuando a las participantes les toca identificar los “placeres negados”, surgen cuestiones como “que me hagan upa, algunas posturas sexuales, la playa, una cena romántica”. Todos los cuerpos en este taller terminarán escuchando reguetón, perreando, cruzándose, generando “deseo gordx”.
La feria
A lo largo de la feria hay unos 15 stands en los que se exponen materiales sobre sexualidad. La oferta va desde las experiencias en torno a la ESI que se han desarrollado en diferentes puntos de Montevideo, Uruguay y el extranjero, pasando por experiencias en bachilleratos y centros educativos, hasta la exposición y venta de materiales enfocados a educadores sexuales.
El colectivo Girová, integrado por las educadoras sexuales Sofía Rodríguez, Lucía Varela y Verónica Burgos, presenta el proyecto “El diverso mundo de las relaciones sexoafectivas”, que contiene un póster, una guía y 20 tarjetas ilustradas que representan, con un enfoque realista y positivo, diferentes situaciones que pueden ocurrir en encuentros sexuales íntimos. El material está orientado a personas jóvenes y adultas, y promueve la comunicación, la conversación y el consentimiento. Las educadoras aseguran que se puede usar tanto en talleres de ESI como en la consulta psicológica o con estudiantes en aulas educativas.
En otro stand, sobre la mesa, se ven modelos impresos en 3D que representan un útero, vulvas de diferentes tamaños y un pene. El proyecto se llama Anato3d y es impulsado por Gian Franco Caserta e Inés Lena, quienes imprimen modelos de biología en general y, entre ellos, los relacionados con la genitalidad humana. Por otra parte, dos estudiantes de la carrera de diseño industrial presentan Cíclico, un juego de cartas y un amuleto para que jóvenes y adolescentes puedan aprender y derribar tabúes sobre el ciclo menstrual.
Detrás de diversas fotos que muestran a personas de la tercera edad besándose y abrazándose, Juliana Acosta explica en qué consiste el proyecto “Género, sexualidad y vejez” que impulsan desde el Programa Ibirapitá en Lavalleja y Canelones. Desde el año pasado, un grupo de personas mayores en ambos departamentos replican talleres sobre sexualidad y vejez para otras personas mayores. Al menos en Lavalleja, Acosta cuenta que dan cinco talleres por año, que la aceptación es muy buena y que la apuesta a futuro es por lo intergeneracional, es decir, que el grupo de personas mayores ofrezca talleres de sexualidad para jóvenes.
La asociación civil Iniciativas Sanitarias también tiene un stand en el que expone el proyecto “Sexualidad sin fakes”, una forma de llevar la discusión sobre sexualidad al espacio público y de deconstruir las falsedades que hay en torno al tema. Quienes se acercan interactúan con un dado gigante, una ruleta y una caja con juegos para derribar mitos sobre la sexualidad.
Al final del recorrido hay una carpa roja en la que Belén Frugoni y Mayra Rocha invitan a explorar la ciclicidad menstrual. Ofrecen material sobre la legislación menstrual, la anatomía y fisiología del ciclo, lecturas de tarot, tarros pequeños con líquidos que simulan los diferentes tipos de fluidos menstruales. Todo organizado en cuatro estaciones, como las cuatro fases del ciclo menstrual.