“Un guerrillero no muere para que se lo cuelgue en la pared”. La frase, en letras blancas sobre fondo rojo, está colgada en una pared.
Así se abría la muestra principal de Giro gráfico, que estuvo hasta el 25 de febrero en el Espacio de Arte Contemporáneo (EAC) de Montevideo. Muchos hilos pueden tirarse de esa madeja para conectar con el tema de este número. No solamente de su obra de apertura, hecha cartel y hecha camiseta. Conceptualizada por Roberto Jacoby, fue impresa por primera vez en 1969. Un “incómodo artefacto” lo llamó Ana Longoni. Ese “afiche que reclama no ser usado como tal” habilita, por un lado, una convocatoria a la acción, más que a la exhibición. La revolución no será televisada, se decía en algún momento. Hay que salir a la calle en vez de quedarse protestando en las redes sociales, se agregó más tarde. “Pero a la vez —continúa Longoni— el antiafiche propone un temprano señalamiento de la mitificación mediática”. Es decir, alerta sobre la rebeldía como producto. Sean los pósteres del Che Guevara o las campañas de gestualidad feminista de las marcas de ropa transnacionales.
Ocurre que la rebeldía es una cuestión compleja. Indómita, en el sentido en que la retórica didáctica del siglo pasado pretendía embalsamar a los indígenas de estas pampas. Rara, en el sentido dariano del término, de revulsivo estético. Por eso la puntería polémica de la película de Yorgos Lanthimos, hoy en cartel gracias a su pelea por el Óscar. Pobres criaturas es, quizá, menos áspera que anteriores films del director griego, pero pone en los ojos de muchos la revelación de todo lo que cuesta aprender la “rienda propia”.
En el Giro gráfico del EAC había también piezas sobre los campesinos colombianos que buscan retener, con el auxilio del verso y la música, la memoria de las masacres. Componen vallenatos y los repiten de comunidad en comunidad como rapsodas sin tiempo. Es la contraparte sonora del mudo bogar de la performance que llevó, en balsa, grandes retratos de desaparecidos por el río Magdalena y que estaba presente en la segunda base de Giro gráfico, en el Museo de la Memoria.
Giro gráfico tuvo una tercera sede montevideana, en el Museo Blanes, donde se expusieron algunas de las fotografías de Colectivo Boicot que antes habían sido premiadas y que, por lo tanto, también se habían podido ver en el Salón Municipal del Subte.
No debe extrañar. El arte contemporáneo, el arte conceptual, cuando no se deja vencer por la tentación del negocio, que demasiadas veces lava las culpas propias y las vaquitas ajenas, es una de las formas efectivas de decir lo que muchos no quieren que se diga. En la generación de esa incomodidad se activan la música de Eli Almic, que abre este número, la gambeta institucional y deportiva de Juan Román Riquelme en Argentina o la lucha del feminismo indígena en Brasil. Hay criaturas rebeldes quizá sin causa noble, como el jefe de las bandas haitianas, que contrastan con otras cuya causa ha tenido más relecturas que encarnaciones, como el Lenin de la camisa tropical. Transitan, como dice la canción de Tacuarembó, años que albañilean y años de derrumbamientos. Son la maza en la cantera.