Karina Funes, de 53 años, fue asesinada de un disparo en la cabeza el 6 de mayo pasado. La mató un hombre con quien había comenzado una relación apenas dos meses antes, unas horas después de haberlo denunciado por violencia y amenazas. El femicidio conmocionó a la comunidad de Punta Colorada, balneario del municipio de Piriápolis donde Karina se radicó durante la pandemia.
“Se hizo querer por su solidaridad. Era muy luminosa y espiritual, inteligente y culta”, dice la vicepresidenta de la Comisión pro Fomento de Punta Colorada (CFPC), Viviana Misurraco, que era su amiga y nunca sospechó lo que pasaba, porque Karina apenas le comentó que “había conocido” a alguien del Cerro de los Burros por una red social. “Fue una relación con una intensidad que pasó de cero a cien, él la mató el mismo día que ella lo denunció”, recuerda.
Al día siguiente del femicidio, Misurraco y otras cuatro mujeres se juntaron espontáneamente para contenerse y pensar formas de reflexionar y generar más cercanía entre las personas de la comunidad. La CFPC se sumó enseguida a la propuesta de una jornada de reflexión.
“Quizás sea esta una señal de que necesitamos estar más cerca, sentirnos parte de una comunidad más amable y atenta, que nos dé confianza y contención cuando la necesitemos”, expresaba la convocatoria a los vecinos, que abarrotaron la sala.
“En esa reunión hablamos mucho con los hombres, que reconocieron que entre ellos no hablan de estos temas, y pensamos que, si no logramos que se concienticen sobre la violencia, no vamos a resolver nada. Varios propusieron hacer charlas y una vecina, que es fiscal en materia de violencia de género, también se ofreció para esa tarea”, contó Misurraco a la diaria.
Después de dispararle a Karina con una escopeta, Miguel Ángel Toledo intentó suicidarse. Pero sobrevivió y el 17 de mayo fue a prisión por un “homicidio especialmente agravado por la premeditación y muy especialmente agravado por femicidio”, violación de domicilio, desacato, violencia doméstica y porte de armas de fuego en espacios públicos.
Un banco para pensar
La justicia no menguó el dolor ni la necesidad de seguir trabajando en comunidad para evitar otros casos. En las conversaciones entró la periodista y vecina Margarita Michelini, quien propuso sumarse a la campaña “Banco rojo contra la violencia hacia las mujeres”, surgida en Italia en 2014 y extendida en los años siguientes a otras partes del mundo.
Consiste en instalar un banco de ese color –que simboliza la sangre derramada por las víctimas– en un espacio público o privado como forma de involucrar a la comunidad y llamar a reflexionar sobre la violencia de género.
La CFPC acordó instalar el banco rojo en la rambla del balneario, entre las calles La Blanca y El Embarcadero. “Buscamos el lugar más tranquilo de la rambla para que sea un punto de reflexión, de paz y contemplación, y que todas las personas que pasan por allí sepan de qué se trata”, explica Misurraco.
“En memoria de Karina y de todas las víctimas de feminicidio. #NiUnaMenos CFPC”, se lee en letras blancas. “Aunque otros bancos no llevan el nombre de las víctimas, pusimos el de Karina porque somos una comunidad pequeña y su caso nos golpeó mucho. Es muy simbólico y los vecinos quedaron conformes con eso”, aclara la vicepresidenta.
La presentación oficial del banco, que fue autorizado por el Municipio de Piriápolis, se hará este sábado 15 a las 11.00. “Allí nos vamos a juntar, hablaremos de lo que significa la campaña y de comprometerse, de que es posible denunciar de manera anónima. Que no es ‘meterse en la vida de alguien’, sino entender que hay personas que corren riesgo de vida y que el compromiso de todos es importante”, remarca.
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La tragedia de Karina Funes también abrió la puerta para estrechar vínculos entre vecinos, mediante una red solidaria que apunta a la contención de personas solas –hay muchas, dice Misurraco– que sufran depresión, que necesiten ayuda en los cuidados de otras personas a su cargo, por ejemplo.
Vecinos y vecinas ya están nucleados en un grupo de Whatsapp creado con este fin, que pronto contará con la posibilidad de que los integrantes que lo deseen sean geolocalizados mediante una aplicación.
“Se trata de estar atentos y alertas a diversos temas: una red solidaria, de ayuda material, pero sobre todo de contención emocional”. Eso incluye estar dispuestos a responder ante un pedido, pero también organizar caminatas y actividades sociales “para estar cerca de la gente y que estas cosas se puedan charlar”.