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Militar ucraniano en la línea del frente con separatistas respaldados por Rusia, cerca de Avdiivka, sureste de Ucrania, el 8 de enero.

Foto: Anatolii Stepanov, AFP

Las tensiones entre Rusia y los países de la OTAN crecen pese al diálogo que mantuvieron esta semana

6 minutos de lectura
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Estados Unidos acusó a Rusia de planear un falso ataque como excusa para invadir Ucrania.

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Leído por Abril Mederos.
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El portavoz del Pentágono, John Kirby, dijo ayer en una conferencia de prensa que Estados Unidos tiene información de que Rusia trabaja “activamente” para crear un pretexto para invadir Ucrania. Agregó que se trataría de una operación de “bandera falsa”, es decir, “diseñada para que parezca un ataque contra [...] la gente de habla rusa en Ucrania, como una excusa para entrar”, para invadir ese país.

Poco antes, la vocera de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo algo similar: “Tenemos información que indica que Rusia ya ha posicionado a un grupo de agentes para llevar a cabo una operación de bandera falsa en el este de Ucrania”. Agregó que, según esas informaciones, los agentes están “entrenados en la guerra urbana y en el uso de explosivos para llevar a cabo actos de sabotaje contra las propias fuerzas de Rusia”.

Según Kirby, al mismo tiempo, “actores de influencia rusa” comenzaron a difundir información falsa sobre provocaciones de Ucrania para “intentar justificar por anticipado algún pretexto para una incursión”.

Esta acusación y la denuncia de Ucrania de que ayer sufrió un ciberataque con “huella rusa” cerraron una semana en la que el diálogo sobre seguridad, y sobre la situación ucraniana en particular, centró la agenda de Rusia, Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

El gobierno de Ucrania afirmó que el país sufrió un ciberataque masivo dirigido contra distintos sitios del gobierno, entre ellos el del gabinete de ministros, algunos ministerios y el Servicio para Situaciones de Emergencia.

El Centro de Comunicaciones Estratégicas y de Seguridad Informática manifestó en un comunicado que “para ocultar la ‘huella rusa’” los hackers hicieron alusiones a territorios que en el pasado estuvieron bajo control polaco, “deliberadamente, para responsabilizar a Polonia del ciberataque”. Agregó que “Rusia y sus satélites hace mucho que trabajan para enfrentar a los dos países vecinos y amigos”. Sin embargo, las autoridades del Servicio Estatal de Comunicaciones Especiales y Protección Informativa manifestaron que no tienen pruebas de que Rusia esté implicada en el ataque.

“¡Ucraniano! Todos tus datos personales han sido colgados en la red. Todos los datos que hay en el ordenador se destruyen y es imposible recuperarlos. Toda tu información es pública. Teme y espera lo peor. Esto es por vuestro pasado, presente y futuro”, publicaron los autores del ataque en ucraniano, ruso y polaco, junto a una bandera ucraniana tachada, según la agencia Efe. Las autoridades ucranianas informaron que los datos personales de los ciudadanos están seguros y manifestaron también que en el último mes bloquearon casi 60 ciberataques.

“Desgraciadamente, esperábamos que pudiera ocurrir”, dijo a su vez el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell. Sobre la responsabilidad del ataque, manifestó: “No tengo pruebas, pero nos lo podemos imaginar”.

Historia reciente

El ataque ocurre cuando aumenta la tensión entre Rusia y las potencias occidentales sobre la situación en Ucrania. Este país, que fue una de las repúblicas que integraron la Unión Soviética, ha alternado en las últimas décadas gobiernos prorrusos y proeuropeos. Unos y otros sintonizan con distintas áreas de su población: en el oeste hay una identidad nacional más fuerte que rechaza la influencia rusa, mientras que el este es favorable a Rusia a tal punto que parte de esa región llegó a declarar su independencia.

En 2014, poco después de que una ola de protestas forzara un cambio de gobierno en Ucrania, de uno prorruso a uno proeuropeo, la península de Crimea proclamó su independencia de ese país y votó por su anexión a Rusia en un referéndum que Kiev no reconoció, pero Moscú sí.

Por entonces, también las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk –en la zona conocida como el Dombás– manifestaban su voluntad de independizarse, y poco después lo hicieron. En abril de 2014 se desató en la región un enfrentamiento armado por la independencia, y finalmente Donetsk y Lugansk se autoproclamaron repúblicas independientes. En ese conflicto Ucrania acusó a Rusia de intervenir a favor de los separatistas armados.

Si bien se intentó establecer un cese el fuego en los acuerdos de Minsk, el conflicto no está resuelto. Por otra parte, la anexión de Crimea llevó a que Estados Unidos y la UE dispusieran sanciones contra Rusia.

En ese contexto, los despliegues militares que Rusia hace actualmente en la frontera con Ucrania subieron la tensión. El gobierno ucraniano sostuvo que Moscú tenía planes de atacar su territorio a comienzos de enero. Rusia lo negó. “No tenemos ningún plan, ninguna intención de atacar a Ucrania, y no puede haberlos”, dijo el viceministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Riabkov, en conversaciones sobre seguridad que mantuvo con Estados Unidos el martes. Si bien se apostaron allí miles de militares y armamento pesado, Riabkov insistió en que se trata de ejercicios militares que Rusia despliega dentro de su territorio, sin relación con Ucrania.

Un día después de esas conversaciones, el miércoles, más de 10.000 soldados rusos participaron en maniobras tácticas en polígonos militares en zonas cercanas a las fronteras con Ucrania y Georgia.

Diálogo sin acercamiento

En las conversaciones que Rusia mantuvo con Estados Unidos y la OTAN esta semana cada parte presentó sus argumentos sin ceder ante la otra. Rusia reclamó que la OTAN no se extienda hacia sus fronteras, es decir, que no incorpore entre sus miembros a países vecinos y exrepúblicas soviéticas, y que acuerde no mantener bases militares en el área ni misiles de corto y mediano alcance apostados cerca de su territorio.

Lo que preocupa a Rusia en particular es la posibilidad de incluir Ucrania y Georgia en esa alianza militar liderada por Estados Unidos, y sostiene que necesita garantías de no expansión de la OTAN porque son necesarias para su seguridad.

Por su parte, Washington argumentó que cada país puede decidir qué alianzas hace y, por lo tanto, puede sumarse a la OTAN. A su vez, reclamó que se retiren las tropas rusas de la frontera ucraniana y se respeten los acuerdos de Minsk.

Si bien las partes destacaron la importancia del diálogo, que no mantenían desde mediados de 2019, dejaron en claro que no hubo acercamiento de posiciones y Rusia transmitió su malestar al respecto. “En cuanto a los elementos clave de los textos [de garantías de seguridad], Estados Unidos y sus aliados, de hecho, nos dicen que no”, dijo Riabkov al canal de televisión internacional ruso RTVI.

“El principal problema es que Estados Unidos y la OTAN no están dispuestos a hacer ninguna concesión de ninguna clase sobre las demandas clave acerca de la no ampliación de la OTAN, el despliegue de infraestructura de la alianza y su retorno a los límites de 1997 [cuando tenía una menor presencia en Europa del este]”, dijo Riabkov, y también afirmó que Washington continúa acercándose cada vez más a Moscú con la “asimilación militar geopolítica” de nuevos territorios. Por eso, agregó, no ve motivos para volver a reunirse a discutir estos asuntos.

Por su parte, Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional del presidente estadounidense, Joe Biden, dijo el jueves que con 100.000 soldados apostados en la frontera “la amenaza de invasión militar es alta”. “Estamos preparados para seguir con la diplomacia para mejorar la seguridad y la estabilidad en la zona euroatlántica. También estamos preparados si Rusia elige un camino diferente”, dijo Sullivan. Según informó la agencia Efe, el asesor señaló que una respuesta prevista es la imposición de “sanciones financieras significativas” que no serán graduales, sino que irán directamente a “lo alto” de “ciertas industrias estratégicas fundamentales”.

Gas, crisis y misiles

Como consecuencias a esta crisis se abren varios frentes. En el canal ruso RTVI se le preguntó a Riabkov incluso sobre un eventual despliegue de misiles en Cuba y Venezuela como respuesta a la negativa estadounidense. “No quiero confirmar nada [...] ni descartar nada”, respondió.

También fue consultado al respecto el presidente del Comité Militar de la OTAN, Rob Bauer, quien respondió: “Venezuela y Cuba no son territorio de la OTAN, pero puedo imaginar que hay países aliados que están preocupados por tal posibilidad”.

“Estamos dispuestos a implicarnos en el diálogo, pero no a comprometer nuestros principios básicos, como la política de puertas abiertas [a la OTAN]”, dijo el secretario general de esa alianza, Jens Stoltenberg, después de reunirse con la delegación rusa. En conferencia de prensa, dijo también que en el encuentro se dejó claro que “cualquier nueva agresión contra Ucrania conllevaría un alto precio para Rusia”.

A su vez, Borrell dijo el jueves que de la resolución de esta crisis dependerá que se emita la autorización para el gasoducto Nord Stream II, que une Alemania con Rusia. El alto representante de la UE para Asuntos Europeos y de Seguridad afirmó que “no se puede imaginar que por un lado pensamos en imponer sanciones y por otro lado, en abrir una infraestructura”. Está previsto que el gasoducto se inaugure este año. “El funcionamiento de esta infraestructura dependerá del desarrollo de los acontecimientos en Ucrania y la actitud de Rusia”, manifestó Borrell.

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