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Médicos palestinos tratan a una niña que resultó herida en los ataques israelíes contra un campo de refugiados de Bureij, el 8 de octubre, en el hospital de los Mártires de al-Aqsa en Deir al-Balah, en el centro de la Franja de Gaza.

Foto: Eyad Baba, AFP

La prolongación de la ofensiva de Israel en Oriente Medio ahonda la división de la UE

4 minutos de lectura
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Macron cuestiona que se siga suministrando armamento a Israel; España e Irlanda presionaron para convocar a ese país en el marco del acuerdo comercial, mientras que Alemania, Hungría o República Checa contemporizan con Tel Aviv.

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Leído por Andrés Alba.
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Los atentados de Hamas en Israel provocaron la condena unánime de la denominada comunidad internacional. Un día después, hace ahora un año, se le empezaron a ver las costuras cuando Benjamin Netanyahu inició una masacre sobre Gaza que ha dejado ya más de 42.000 muertos. La respuesta de la Unión Europea (UE) fue tibia desde el primer momento al reconocer el derecho a la autodefensa de Israel, y los primeros síntomas de división se produjeron apenas unos días después cuando la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, viajó a Israel y dio su apoyo incondicional al líder ultraderechista, a quien los socios europeos ya reclamaban respeto al derecho internacional y humanitario, que le impide –en la teoría– atacar a la población civil.

La UE se ha ido moviendo con lentitud a medida que se ha prolongado el conflicto en Oriente Medio en buena medida por las divergencias dentro del club comunitario, que tardó cinco meses en pedir un alto el fuego en Gaza, donde ya habían muerto 30.000 personas. La decisión la bloqueó durante un mes Hungría, que es uno de los países más alineados con Netanyahu, y el paso no se dio hasta que Estados Unidos promovió una resolución en esa dirección en el seno de Naciones Unidas.

España e Irlanda han sido los países, junto con Bélgica, que han mantenido una posición más dura contra el gobierno israelí –lo que les ha ocasionado conflictos diplomáticos–. Madrid y Dublín plantearon en febrero una revisión del acuerdo comercial para dar un tirón de orejas a Tel Aviv por la vulneración de derechos humanos en Gaza. La propuesta fue acogida con frialdad por el resto de los socios y tres meses después se decidieron a dar el paso de convocar al ministro de Exteriores en el marco de ese tratado como reproche por saltarse la resolución de la orden de la justicia internacional de detener la ofensiva en Rafah. La invitación no se ha aceptado y el asunto permanece en un cajón, al mismo tiempo que las capitales más alineadas con Israel, como Berlín, advierten que el asunto no se puede convertir en un “tribunal” contra ese país.

El último en elevar la voz ha sido Emmanuel Macron, que planteó que se deje de proporcionar armamento a Israel (el embargo de armas es una exigencia de las fuerzas de la izquierda desde hace meses), en un mensaje dirigido especialmente a Estados Unidos, que es el principal suministrador.

Además de Hungría y Alemania, República Checa es uno de los principales protectores de Tel Aviv en la UE. Recientemente bloqueó una resolución en la que se aludía a contención ante la inminente invasión de Líbano. El texto se limitaba a decir que esa intervención militar “agravaría dramáticamente la situación y se debe evitar”. Horas después, esa operación se produjo y el silencio se impuso en la mayoría de las capitales europeas, hasta el día siguiente, cuando Irán respondió con misiles sobre Israel.

Von der Leyen, que calló sobre el ataque a Líbano, emitió un comunicado en el que decía que “tales acciones [en referencia al ataque de Teherán] amenazan la estabilidad regional y aumentan las tensiones en una situación ya de por sí extremadamente volátil. Insto a todas las partes a proteger la vida de los civiles inocentes”.

En el aniversario de los atentados, Von der Leyen acudió a una ceremonia en una sinagoga en Bruselas en la que condenó los atentados de Hamas y clamó por la protección de “todas las víctimas” sin señalar en ningún momento los ataques de Netanyahu.

Borrell lamenta la división y critica a Netanyahu

Si la alemana verbaliza la opinión de algunas capitales (aunque la política exterior no le corresponde a ella y tiene que ser consensuada), el alto representante, Josep Borrell, lidera las voces más críticas con Netanyahu. “Se le diga lo que se le diga, hace lo que quiere”, admitió el viernes en una entrevista en Onda Cero en la que recordó que la diplomacia lleva trabajando en la “persuasión” desde que empezó la guerra en Gaza: “El resultado es como quien oye llover”.

En buena medida Borrell atribuye el fracaso de los esfuerzos de la UE a su “profunda división”. “Estados Unidos y algunos países europeos no están dispuestos a tomar ninguna medida que se pueda tomar como un condicionante para Israel”, reconoció Borrell: “No se puede comparar la intensidad de los ataques de un lado y de otro, pero Irán se equivoca en seguir esta escalada. A cada acción sucede una reacción infinitamente más potente”.

“En una guerra no hay ni buenas ni malas víctimas, hay simplemente víctimas civiles, sean israelitas o palestinos”, afirmó Borrell el lunes en una intervención en la Eurocámara que comenzó tras un minuto de silencio por las víctimas de los atentados de Hamas; una diferencia respecto a los 42.000 muertos en Gaza que evidencian la “hipocresía de la élite europea”, según ha denunciado la eurodiputada de Podemos Irene Montero: “Queremos denunciar la hipocresía y la complicidad de la élite europea con el Estado genocida de Israel. Hacer hoy un minuto de silencio sólo por unas víctimas negando ese mismo reconocimiento y ese mismo respeto a las más de 42.000 víctimas palestinas y también las víctimas de Líbano no sólo es una muestra de hipocresía de las élites europeas, sino que muestra su complicidad con el genocidio”.

Pero la división fue patente en el Parlamento Europeo. El portavoz del Partido Popular Europeo, Daniel Caspary (de la CDU alemana), dijo que “la respuesta a veces es demasiado brutal”, pero justificó los ataques. “El que tenga cuarteles y arsenales en barrios civiles tiene que asumir la responsabilidad de los muertos civiles”, señaló en referencia a Hezbolá.

La ultraderecha, por su parte, cuestionó el apoyo de la UE a la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, a la que intenta vincular con Hamas. El delfín de Marine Le Pen, Jordan Bardella, vinculó los fondos europeos con la organización terrorista, a pesar de que la Comisión Europea llevó a cabo una investigación que concluyó que no había ningún problema. “Los auditores deben ser más tontos que usted, señor Bardella, tendrán menos información”, le reprochó Borrell, que lo emplazó a presentar “pruebas”: “Si no, espero que retire esa acusación”.

Una versión más extensa de esta nota se publicó en Eldiario.es.

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