En la mañana del martes llegaron a Bogotá 201 ciudadanos colombianos procedentes de Estados Unidos, de donde habían sido expulsados por la administración de Donald Trump por tratarse de personas sin autorización para estar en territorio estadounidense, situación que generó una crisis diplomática rápidamente superada entre ambos países. El presidente colombiano, Gustavo Petro, recibió a sus compatriotas en la base del Comando Aéreo de Transporte Militar, situada en el mismo predio que el Aeropuerto Internacional El Dorado.
En detalle, según informó el diario bogotano El Espectador, en un primer vuelo procedente de la ciudad de El Paso, en el estado de Texas, llegaron 91 personas, 46 hombres y 45 mujeres, y una hora después arribaron desde San Diego, en California, otros 110 colombianos, entre ellos 32 mujeres y 16 menores de edad.
Las autoridades migratorias colombianas confirmaron que ninguna de las personas que llegaron a Bogotá tiene deudas pendientes con la Justicia, al menos en Colombia. El lunes, Trump se había referido a los colombianos deportados como “asesinos, capos de la droga y miembros de pandillas”. Este martes, y tras el arribo de sus connacionales, Petro escribió en su cuenta de X: “Son colombianos, son libres y dignos y están en su patria, donde se les quiere. El migrante no es un delincuente, es un ser humano que quiere trabajar y progresar, vivir la vida”.
La tensión diplomática entre los gobiernos de Colombia y Estados Unidos había comenzado con otro mensaje de Petro publicado en X en la madrugada del domingo, en el que expresó su negativa a recibir a los aviones estadounidenses que traían a los deportados, porque estos estaban esposados y sufriendo un trato degradante.
“Estados Unidos no puede tratar como delincuentes a los migrantes colombianos. Desautorizo la entrada de aviones norteamericanos con migrantes colombianos a nuestro territorio. Estados Unidos debe establecer un protocolo de tratamiento digno a los migrantes antes que los recibamos nosotros”, expresó Petro.
El mandatario actuó sin consultar previamente al canciller, Luis Gilberto Murillo, ni tampoco al embajador colombiano en Washington, Daniel García Peña, quien era en primera instancia el encargado de tratar el tema.
La respuesta desde Washington no demoró en llegar y el domingo Trump dijo que la acción de Petro ponía en riesgo la seguridad nacional de Estados Unidos y ordenó a su administración tomar medidas de represalia urgentes. Entre ellas, la imposición de aranceles de emergencia del 25% a todos los bienes colombianos que llegaran a Estados Unidos, que subirían al 50% en una semana. Además, se les revocó la visa para ingresar a territorio estadounidense a funcionarios del gobierno colombiano.
Petro redobló la apuesta y anunció también la imposición de aranceles para las importaciones de Estados Unidos. El mandatario dijo, además, que en Colombia hay más de 15.000 migrantes irregulares estadounidenses que debían presentarse ante las autoridades para arreglar su situación.
Según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística colombiano, Estados Unidos es el principal socio comercial de Bogotá, al que le vende casi el 30% de sus exportaciones y le compra el 25% de sus importaciones. Para Estados Unidos, en cambio, el comercio con Colombia no llega al 1% del total de sus operaciones, por lo que la guerra arancelaria iba a terminar impactando de manera mucho más fuerte y directa sobre el país sudamericano.
La crisis diplomática, que duró casi todo el domingo, se resolvió en la noche de ese día cuando el canciller Murillo anunció que el “impasse” en el vínculo entre los países había sido superado.
Estados Unidos aceptó que los colombianos vuelvan a Bogotá en aviones de su país, obviamente sin estar esposados, y además Washington dejó sin efecto las medidas que había impuesto, aunque algunos detalles quedaron por resolver.
Fue por este motivo que este martes, de acuerdo a lo que informó W Radio, el canciller Murillo y el embajador García Peña se reunieron en la capital estadounidense con Mauricio Claver Carone, expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo, quien actualmente se desempeña como enviado especial para América Latina del Departamento de Estado estadounidense.