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Crisis sanitaria y económica: una oportunidad para los beneficios de la renta básica

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La justicia social tiene como una de sus tareas pendientes el traducir sus principios y criterios normativos a las sociedades democráticas. Esto normalmente se logra por medio de diferentes políticas y diseños institucionales que tienen por meta garantizar lo que se les debe a los ciudadanos en virtud de su igual dignidad.

Uno de los mejores ejemplos de un trabajo que busca la realización de dicha tarea ha sido realizado por el filósofo belga Philippe Van Parijs, a través de su propuesta de la renta básica universal. Esta propuesta consiste en la asignación universal e incondicionada de cierta cantidad de dinero a todos los ciudadanos como forma de asegurar su “libertad real”. Esto implica que todos los miembros de una sociedad, pobres y ricos, recibirán un monto de dinero igual, que si bien no será mucho, les permitirá tener un mínimo asegurado. Como la estructura impositiva se mantiene, los sectores mejor situados “devuelven” este monto al Estado por medio de los impuestos a la renta que los afectan. Van Parijs explica que esta dinámica es más eficiente porque reduce toda la burocracia y multiplicidad de controles que supondría generar una medida exclusivamente destinada a los sectores más vulnerables de la sociedad. Por lo tanto, una vez que se asigna la renta básica y se recauda por los impuestos a la renta que afectan a los sectores más beneficiados de la sociedad, son los más vulnerables quienes terminan siendo protegidos en última instancia. Esto también permite que las políticas sociales destinadas a paliar la pobreza sean retiradas, ahorrando el Estado en los costos burocráticos que suponen su implementación. Detrás de la medida hay una justificación de eficiencia, y una justificación normativa; en particular esta última consiste en asegurar la libertad de los ciudadanos, de ahí el título del trabajo de Van Parijs, Libertad real para todos.1

Esta medida tiene como gran virtud, además de su simplicidad y eficiencia, el tener efectos inmediatos en la garantía de mínimos sociales tales como alimentación, vestimenta u otros bienes básicos. La renta básica universal ha tenido diferentes interpretaciones, pero creo que en la actual situación mundial, en la que la pandemia del coronavirus arrincona a las economías mundiales, podría también presentársela como un camino de protección mínima de los ciudadanos ante situaciones de crisis económicas.

Una propuesta como la de la renta básica universal podría contribuir a dinamizar la economía y, a su vez, proteger a los ciudadanos de la pobreza.

Es un hecho que los países afectados por el virus, debido a las medidas de aislamiento, sufren una importante merma de la actividad económica que tiene un alto impacto en la vida de las personas. La recesión es inminente. Ante la casi paralización de la economía, ningún seguro de desempleo es capaz de resistir por mucho tiempo, además de que estos seguros solamente cubren a sectores económicos formalizados y es un hecho que en una parte importante de las economías del mundo existen sectores informales que no tienen ningún tipo de protección, de tal manera que si no trabajan no tienen ingresos. Las consecuencias que la paralización de la actividad económica puede tener constituyen una seria amenaza a la estabilidad de una sociedad democrática, por lo que es de cierta urgencia atender esto de la mejor forma.

Una propuesta como la de la renta básica universal podría contribuir a dinamizar la economía y, a su vez, a proteger a los ciudadanos de la pobreza y asegurar el mínimo de estabilidad requerido por una democracia. Una de las ventajas que tiene contar con un ingreso básico es que en un alto porcentaje de la población este dinero va a ser destinado a comprar elementos de subsistencia; es decir, se va a volcar completamente en el mercado interno y eso contribuirá a dinamizar la economía. Una segunda ventaja es que amortiguará la incidencia de la pobreza en la población y sus terribles consecuencias (mendicidad, saqueos, resentimiento social, desmoralización); este ingreso mínimo tendrá efectos en la nutrición y el bienestar de las personas, no cambiará situaciones en forma drástica pero será una ayuda significativa. La tercera ventaja es que el contar con una mínima contención ante estas situaciones dejará en mejores condiciones a quienes tienen luego que reinsertarse en el mercado laboral. Seguramente podemos continuar indicando ventajas para la economía y la sociedad, pero creo que lo mejor en lugar de eso es instar a nuestros gobernantes a que tomen en serio esta posibilidad. Es un indicador de un buen gobernante el poder anticipar resultados y tomar medidas estratégicas que además de solucionar una situación de urgencia puedan ser también radicalmente transformadoras del bienestar de las personas de nuestra sociedad.

El actual gobierno tiene todo para llevar adelante esta medida; solamente necesita un poco de visión estratégica y un mínimo de valentía para tomar una decisión que sea un ejemplo para el mundo. También el gobierno está en inmejorables condiciones de acceso a la mejor información y asesoramiento técnico, porque uno de sus ministros (Pablo Da Silveira) tuvo como director de tesis en su doctorado al propio Van Parijs, el creador de esta medida, y esto le da al gobierno la posibilidad de acceder de primera mano a las investigaciones y conocimiento técnico que se han desarrollado en torno a esta propuesta en la Universidad de Lovaina. A esto cabe agregar que se puede contar con el trabajo de investigadores locales en conexión con esta propuesta que realicen simulaciones de aplicación, y esa información empírica sería de enorme ayuda y está disponible. La urgencia de la inminente situación demanda actuar con grandeza, y el gobierno, sin duda, contará con el respaldo no solamente de los investigadores locales, sino seguramente también de buena parte del sistema político. La dignidad de las personas y el inminente riesgo imponen la urgencia.

La libertad, que es constitutiva y definitoria de nuestra condición de iguales en las sociedades democráticas, puede llegar a ser trivializada y reducida a la libertad de un agente del mercado, un simple consumidor. Si la libertad es algo más que eso, la propuesta de renta básica universal es un excelente mecanismo para asegurarla. En esta sintonía está el título del libro que funda la propuesta, Libertad real para todos. Ojalá el gobierno entienda este alcance de la palabra libertad.

Gustavo Pereira es profesor titular de Ética y Filosofía Política en la Universidad de la República.


  1. Philippe Van Parijs, Libertad real para todos, Barcelona, Paidós, 1996. 

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