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La inocencia de Manini

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El senador Guido Manini Ríos viene anunciando largamente que votará su propio desafuero, para demostrar que es inocente de lo que se le imputa. Gran parte de la coalición que integra ha sugerido que no lo dejará demostrar su inocencia, que no votará el desafuero y negará así los 21 votos necesarios en el Senado para aprobarlo. Así delineado, es un hecho que demandaría más explicación que la conveniencia política, pues ¿cómo sería la convivencia en la coalición de gobierno con el dirigente de la importante tercera fuerza de la coalición, si de aquí en más pesa sobre él la sombra de la duda?

El fiscal Rodrigo Morosoli alega en contra de Manini que se debe aclarar si “se tomó conocimiento de la ocurrencia de hechos con apariencia delictiva, y en caso positivo establecer si los mismos fueron oportunamente denunciados ante el sistema de justicia penal uruguayo por parte de los funcionarios públicos jurídicamente obligados a ello”. Quien escribe estas líneas encuentra razón en el alegato fiscal, lo que se consigna sólo a efectos de inventario. Pero no consideran así la situación los senadores de Cabildo Abierto Guillermo Domenech y Raúl Lozano. Los contradice el diputado Eduardo Lust, que está de acuerdo con el voto de Manini. Cabe preguntarse cuánto le falta al novel Cabildo Abierto para alcanzar la madurez y coherencia de un sector político establecido y en condiciones de encarar la larga y azarosa carrera por el poder político de estos años; y además, la carrera que Manini sugiere que buscará ya en las próximas presidenciales.

En todo caso, ¿por qué van Domenech y Lozano contra la posibilidad de que Manini se empeñe en demostrar su inocencia? ¿No le afectaría eso el honor, acaso, al general retirado?

La posición de Julio María Sanguinetti y su sector del Partido Colorado de no votar el desafuero es previsible, cuanto más que ve en Manini un serio competidor por las simpatías políticas de la derecha del electorado. Basta recordar que en setiembre de 2018 se opuso Sanguinetti a que se pasara a retiro a Manini por una falta muy grave para no victimizarlo; el episodio se zanjó con la inédita sanción a un teniente general de 30 días de arresto a rigor. La otra mitad del Partido Colorado, Ciudadanos, tomó la decisión de votar el desafuero, en una demostración de independencia de criterio.

¿Por qué se empeña buena parte del Partido Nacional en exámenes jurídicos de copiosa documentación que lleva a sus legisladores a contradecir, ejerciendo un oficio que no le es propio, el criterio fiscal, lo cual tiene como consecuencia que el asunto no se dirima en uno de los otros poderes del Estado, el que tiene a su cargo la materia?

Ser abogado, como pueden serlo una parte de los legisladores que se oponen al desafuero, es una buena base para ser fiscal o juez. Pero hay una especificidad en la administración de justicia que constituye una diferencia cualitativa: un parecer puede ser de recibo para fundar un alegato, pero no una sentencia. No se ha escuchado, por ejemplo, el argumento manejado en otras solicitudes de desafuero, y que se entiende pertinente, de que los fueros son, en última instancia, para defensa de los legisladores en el ejercicio de sus funciones.

Esta semana de postergación del debate que pidió el Partido Nacional tiene como fin el análisis político, informaron sus integrantes. Pese al pedido de Manini, el jueves El País publicó que “los blancos entienden que existe el riesgo de que en la investigación judicial una de las principales figuras de la coalición resulte imputada”. El paternalismo nacionalista para con Manini no habla para nada bien de la prestancia del general senador.

¿Está la inocencia de una persona, y con ella su honor, relegada a la interpretación de las leyes por una biblioteca confesamente teñida de interés político, y que además se impone a la equilibrada función de la Justicia? No es ese el predicamento de Manini, según viene demostrando desde que sus consideraciones motivaron su pase a retiro.

Pero más específicamente referida al caso está la nota adjunta que entregó al Ministerio de Defensa Nacional junto con el oficio 06/L/19, y que contiene los dos fallos de los tribunales hechos a José Nino Gavazzo, una nota añadida que no era parte del procedimiento. Manini afirmaba, entre otras consideraciones sobre el tema: “[...] A juicio del suscrito, la posición de los miembros del Tribunal refleja la opinión generalizada entre los integrantes del Ejército Nacional de que en los temas referentes al juzgamiento a militares por violaciones a los Derechos Humanos ocurridas hace más de cuatro décadas, la Justicia uruguaya en muchas oportunidades se apartó de los más elementales principios del Derecho, no dando garantías a los acusados. En definitiva, aplicó una suerte de Derecho para el enemigo”. Pese a este parecer tan radical, Manini quiere someterse a la Justicia en nombre de su inocencia. Sus aliados quieren torcer su voluntad.

Diferirá a la de hoy la estatura política de Manini si el desafuero es rechazado. Con la sombra de la duda pesando sobre él, deberá atravesar sus cinco años de actuación en el Senado y, peor aún, la carrera política que intenta proseguir. ¿Se imagina Manini en la presidencia de la República con esa deuda pendiente? Sin ir tan lejos, ¿se imagina polemizando en el actual Senado? Ante la posibilidad de cualquier momento de fragor político, es por demás previsible que se le imputen a Manini componendas, en mérito a la aritmética de los votos parlamentarios, para lograr la complicidad del voto en contra, mientras él vota a favor. Eso, en política, no suma cero, sino que establece una sombra que no cederá, y que, como yuyo malo, brotará en cualquier debate, en cualquier circunstancia. Teniendo el debe de la cuenta no saldada con el juez, la oposición al tercer poder republicano en la que Manini viene ejercitándose una y otra vez no logrará hacer inane a la Justicia; no es razonable tener esa expectativa: la República Oriental tiene a sus tres poderes más enraizados que eso. Y así las cosas, la posición de un pedido de desafuero no votado implica para Manini una posición comprometida ante los tres poderes republicanos.

La decisión de no darle a Manini la posibilidad que insiste en pedir de probar su inocencia involucra también a la parte de la coalición que se comprometa con este juego de la mosqueta, y en política –dice el adagio– se puede hacer muchas cosas, menos evitar pagar las consecuencias. No deberían mirar el corto plazo, sino medir el mediano. Si el anunciado voto de Manini a favor de su desafuero es sincero, no acompañarlo es algo más que un error; es una tontería.

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