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No es correcto decir que “el gobierno fracasó”: en realidad, logró gran parte de sus objetivos

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Un pasacalle de la oposición muy difundido, con el eslogan “El gobierno fracasó”, no ayuda a comprender la realidad. De algún modo está sugiriendo que el gobierno “se equivocó” o que “cometió algún error”, cuando lo cierto es que la derecha no es lo mismo que la izquierda, y que aquella actuó sabiendo lo que hacía. Los mensajes políticos transformadores deberían ser lo más didácticos que sea posible. Y debemos partir de la idea de que buena parte de la ciudadanía tiene ideas muy vagas sobre política y sobre economía.

¿Qué porcentaje de ciudadanos recuerda –en forma completa– los nombres de todos los ministerios? ¿Cuántos pueden brindar los nombres de todos los entes autónomos y saben algo de sus competencias? El fárrago de información política que reciben destaca lo peculiar, lo sorprendente (lo que es noticia), pero es muy poco lo que se explica o enseña. Por el contrario, se fomenta el descrédito sobre lo político.

La teoría política habla de democracia (gobierno del pueblo), que la Revolución francesa de 1789 popularizó con el lema “Libertad, igualdad, fraternidad”, lo que conduce a la idea de que la función del Estado debería ser procurar mayor solidaridad.

Lo económico, en tanto, aparece todavía como más incomprensible. Se suele informar hasta el cansancio sobre personajes exitosos que ascendieron socialmente, cuando los datos estadísticos nos hablan de 28 multimillonarios en el planeta que disponen de tanta riqueza monetaria como la que reúne un tercio de la humanidad (tres mil millones). Parecería lógico que los medios analizaran esta contradicción, pero la eluden: su función no es enseñar, educar, sino emocionar, vender. Y la mejor interpretación posible no es atribuir esta situación a la maldad de los multimillonarios, sino a los batallones de gerentes que dirigen las multinacionales y que aplican las leyes de competencia para obtener el mayor lucro posible.

Los partidarios del capitalismo sostienen que la competencia de todos contra todos es lo que permite producir más y por eso sostienen este sistema, pero la evidencia muestra que en los últimos decenios sigue aumentando la capacidad productiva, pero, en paralelo, también aumentan la miseria y la desigualdad. Un informe de la ONU de 2022 sostiene que el mundo desperdició 1.000 millones de toneladas en alimentos, mientras que 800 millones de personas pasan hambre todos los días.

¿Cómo se articula –en el imaginario colectivo– lo político con lo económico?

El eslogan “el gobierno fracasó” es un desacierto, pues refuerza la idea de la inmediatez. Es necesario conquistar conciencias, no votos circunstanciales.

Se vota cada cinco años, y en cada elección es muy probable que buena parte del electorado decida su voto pensando en las urgencias que tiene (desocupación, inflación, inseguridad) y esperando que la política (el Estado) las resuelva a la brevedad sin tener en cuenta que la estructura económica reclama plazos mayores. Esta es otra razón por la cual el eslogan “el gobierno fracasó” es un desacierto, pues refuerza la idea de la inmediatez.

Es necesario conquistar conciencias, no votos circunstanciales. Es cierto que estamos invadidos por publicidad (con mensajes breves, simples, percutores) y que los medios audiovisuales han ido reduciendo la reflexión y la capacidad crítica, pero no podemos incorporarnos a las técnicas que aplican.

La derecha privatizó el puerto de Montevideo por más de medio siglo; comenzó a privatizar Antel y proyecta continuar en esa tarea; redujo los aportes en educación, en salud y en asistencia social; dejó de cumplir la ley de medios al no aplicar el canon que deben pagar los canales de TV (lo que, además de ser ilegal, es una notoria compra de servicios: yo no les cobro lo que debiera y ustedes apoyan mi gestión).

No estoy proponiendo hacer la apología de la gestión anterior. Propongo “educar al soberano”. Con ejemplos que pueden extraerse de nuestro pasado.

Veamos uno: Uruguay se distingue, en todo el mundo capitalista, por lo que sigue: su energía eléctrica. Ésta: 1) es generada por el Estado; 2) cubre el 98% del territorio; 3) aproximadamente es producida, el 80%, por fuentes renovables; 4) aplica tarifas diferenciales con orientación de solidaridad social; 5) ha llegado a exportar energía eléctrica a sus dos poderosos vecinos; 6) el financiamiento de sus infraestructuras se realizó predominantemente con empréstitos nacionales.

Todo ello se realizó por la acción (en distintos períodos) por dos movimientos que pueden ser llamados “de centroizquierda”: el batllismo y el Frente Amplio.

Entonces: mencionar esas acciones, evocarlas y explicarlas resulta fundamental. Porque esas acciones sobrepasan en mucho a otras que puedan ser consideradas erróneas, desacertadas o inconvenientes, que hayan sido llevadas a cabo por cada uno de los dos movimientos evocados. Es una manera didáctica, simple, para situar de modo correcto lo económico y lo político. Al Frente Amplio le cabe el mérito –muy excepcional– de haber instalado las torres eólicas, y esa acción de gobierno (que aborda lo político y lo económico), así como recorrió el mundo, posibilita –divulgándola en el marco de todo nuestro pasado– ir elevando la formación de buena parte del electorado y conquistar o reconquistar conciencias, no sólo votos.

Roque Faraone es escritor y docente.

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