“La imaginación es más importante que el conocimiento.
El conocimiento es limitado, mientras que la imaginación no”.
Albert Einstein
Hay gente valiosa y querida que tiene dudas respecto de la enmienda constitucional sobre seguridad social, con la que, por supuesto, no me pienso pelear ni un segundo. Creo sí necesario defender otra vez mi postura a favor, porque tengo la impresión de que no nos estamos comprendiendo, tal vez por incompetencia mía a la hora de dar fundamentos, y porque me ha faltado explicitar dos partes claves que completan la totalidad de lo que, estimo, debe ser nuestra posición global, vista como proceso. Obviamente esta es mi visión personal y no compromete en absoluto al llamado Comando de la Campaña por el Sí.
Intentaré probar la existencia de tres tiempos: uno de aquí al último domingo de octubre (con eje en la papeleta); otro a partir del “día después” (con centro en la Ley Reglamentaria e Interpretativa), y uno tercero con la energía puesta en la verdadera reforma del sistema que deberá hacerse en el marco de lo plebiscitado.
Así, el triunfo del Sí, indisolublemente unido a esas soluciones programáticas, estará muy lejos de significar un camino al infierno o a una catástrofe. Por el contrario, cristalizarán un cambio de estructura y un paradigma de refundación, en el que la seguridad social –vista como solución y no como problema–, además de mejorar sustancialmente su sostenibilidad democrática, social y financiera, se transformará también en un puente a través del cual empecemos a superar otras carencias esenciales en el próximo período de gobierno, privilegiando el comienzo de la erradicación de la mal llamada pobreza infantil ya en el año próximo.
Quiénes ganan con el plebiscito y quiénes no se favorecen
Con franqueza, hay que decir que afecta a quienes tengan ingresos superiores a los 256.821 pesos, porque deberán aportar por el 100% de su sueldo2, y obviamente a los dueños de las AFAP que verán cómo se les termina este formidable negocio que les ha permitido tener un patrimonio de 165 millones de dólares.
Los favorecidos serán: 1) de inmediato, unos 308.000 jubilados, jubiladas, pensionistas por sobrevivencia y pensionistas a la vejez e invalidez que ganan menos de un salario mínimo nacional. 2) Los familiares cercanos de esos 308.000 compatriotas que son abuelos y abuelas, padres y madres, hijos e hijas que van a recibir un aumento en su jubilación o pensión que servirá para ayudarse a sí mismos y a sus seres queridos más cercanos. 3) Los pequeños y medianos comerciantes, productores e industriales del mercado interno –muchos de los cuales viven literalmente de “los pagos del BPS”, como me lo han dicho a lo largo y ancho del país, sobre todo en el “interior profundo”– que comprobarán una mejoría de su propia situación al recibir nuevas compras por muchos millones de dólares cada mes. 4) Los trabajadores y trabajadoras afiliados a una AFAP, que tendrán la garantía de que sus actuales aportes serán custodiados por un fideicomiso similar al de la ley de cincuentones, manteniendo cristalinamente la trazabilidad de sus aportes. 5) Los mismos trabajadores y trabajadoras actuales y los futuros, que no sufrirán el aumento obligatorio de los 60 a los 65 años de edad, o más, para tener derecho a la jubilación si reúnen 30 años de servicios (aunque si desean trabajar más tiempo, obviamente podrán hacerlo). 6) Quienes ganen menos de 256.000 pesos por mes, ya que al eliminarse las AFAP cuando vayan a jubilarse van a cobrar una jubilación por el BPS que será más plata junta, que la que se paga ahora sumando el régimen mixto de BPS más la AFAP (vía Banco de Seguros del Estado). 7) Los empleados y empleadas afiliados a las cajas paraestatales (bancarios, profesionales, policías y soldados), que no se verán perjudicados por ingresar al régimen de AFAP eliminadas. 8) La situación financiera del BPS, por lo que veremos a continuación. 9) Rentas Generales, es decir, los bolsillos de todos nosotros, porque se producirá un “ahorro” importante al dejar sin efecto el artículo 259 de la Ley 20.130 del que no se habla3. Según lo informado por el Poder Ejecutivo al Parlamento, el costo total es de 5.342 millones de dólares, que corresponde descontarlo totalmente del “costo” de la reforma constitucional. (Los que tildan de “regresivo” nuestro planteo de fijar nuevamente en 60 los años de edad: ¿por qué ocultan esta barbaridad? ¡Desempleados y muy pobres financiando a las AFAP y a las cajas paraestatales!).
El calendario de la justicia social I: supuestos
Aunque aún está pendiente dirimir jurídicamente algunos aspectos relevantes en la Ley Reglamentaria que pueden impactar en los números económico-financieros respecto del eventual impacto de la reforma hechos por el BPS, igualmente me basaré en ellos –en su hipótesis más “cara” o “costosa” con relación al aumento de los mínimos, que es la que manejan quienes se oponen–.4 Tomaré esos números sólo para imaginar un escenario sobre lo que puede pasar (bajando un poco a tierra la discusión, a partir de datos comunes).
Supongo también que una vez aprobado el plebiscito la enmienda constitucional entrará en vigencia a partir de la aprobación de esa ley que reglamente por lo menos lo que considero más urgente: a) la definición del aumento del mínimo jubilatorio y pensionario; b) el comienzo de la prohibición del lucro para que el BPS comience a recaudar la totalidad de los 1.460 millones de dólares anuales que hoy van a las AFAP; c) la causal jubilatoria común con 60 años de edad y 30 de servicios; d) la encomienda al BPS para que cuide los ahorros de los actuales trabajadores y trabajadoras, celebrando un contrato de fideicomiso con una persona jurídica pública (el desarme de las AFAP tiene un plazo máximo de 24 meses para ser reglamentado). Para dar algunos ejemplos, supondré también que los cuatro puntos anteriores regirán a partir del 1º de enero.
El calendario de la justicia social II: hechos comprobables
Desde esa fecha la realidad económico-financiera del BPS será sustancialmente distinta a la actual, como surge del propio informe del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve) de diciembre pasado que muestra que en los próximos años el mejor escenario de sostenibilidad financiera es el del triunfo del plebiscito. Nadie honesto intelectualmente lo puede discutir: será una bocanada de oxígeno como hace años no se tiene para abordar en simultáneo otros problemones que sufrimos como sociedad.
Como primer mojón, ya en enero del año que viene el BPS empezaría a recaudar mensualmente 120 millones de dólares más que ahora, y al mes siguiente destinaría casi 90 de esos millones a pagarles un aumento importante a los compatriotas que mencioné. ¿Qué habrá de pasar en el país? Lo pienso todos los días porque algo muy parecido a eso es lo que va a suceder si gana el Sí... y me alegro profundamente, ya que esas 308.000 personas serán beneficiadas con todas las repercusiones sociales señaladas, reduciendo también de este modo la pobreza.
El triunfo del Sí estará muy lejos de significar un camino al infierno o a una catástrofe. Por el contrario, cristalizarán un cambio de estructura y un paradigma de refundación.
Así, conforme a este ejercicio, al empezar a recaudar 1.460 millones de dólares más y pagar 1.038 millones de dólares más por el aumento de las pasividades mínimas, sólo el año que viene el BPS reducirá su “déficit” anual –reitero, en la hipótesis más “cara” del aumento– en unos 422 millones de dólares, por lo que ese dinero se podrá redestinar, insisto, rápidamente a resolver por partida doble la erradicación de la pobreza que tanto afecta a la infancia y ayudar, por ejemplo, a desarrollar el sistema de cuidados.
¿Cuál es el cambio de paradigma que proponemos?
Es necesario ir a lo mejor de nuestra historia como sistema de jubilaciones y pensiones que supo ser (muy) superavitario y con capitalización colectiva, como surge en la nota “El ‘déficit’ del BPS: entre llamas, solidaridades, subsidios y los “malla oro”.5 ¿Cómo hacerlo posible? Sabemos que hoy hay más de 24.000 millones de dólares en el Fondo de Ahorro Previsional que pasarán a un fideicomiso en el que “se administrará las inversiones vigentes hasta que el plazo de las mismas se extinga”, pasando luego ese dinero “trazable” al BPS.
Pues bien, dado que la situación financiera del BPS será notoriamente mejor en los próximos años, la propuesta es muy sencilla: que esos 24.000 millones de dólares sean reinvertidos y capitalizados colectivamente por el propio organismo previsional, incluyendo el otorgamiento de préstamos sociales, de modo tal de continuar obteniendo intereses (calculados en millones de dólares anuales) y aumentando simultáneamente las reservas para blindar los pagos de jubilaciones y pensiones futuras.6
¿Cuáles serán las obligaciones del sistema político?
Hacer cuanto antes la Ley Reglamentaria e interpretativa de lo plebiscitado (en mi opinión debe ser inmediatamente después de conocidos los nuevos gobierno y Parlamento electos).
Comenzar enseguida con el redestino mes a mes de los dineros producidos por la reducción importante del “déficit” del BPS, con foco, insisto, en financiar la erradicación de la pobreza en hogares con menores a cargo, y también en ayudar a la mejora presupuestal de la educación, los cuidados y la salud pública.
Luego ellos, y nosotros como sociedad civil organizada activa y vigilante, tendrán un plazo de dos años (puede hacerse antes) para hacer la reforma de la seguridad social que el país necesita, incluyendo lo siguiente: A) definición de que el BPS podrá crear ese Fondo de Solidaridad Social de su propiedad, reinvirtiendo, como dije, los 24.000 millones de dólares con dos objetivos: i) destinar la mitad de lo producido por intereses a las propias finanzas del organismo para su sostenibilidad y ii) sumar la otra mitad al Fondo Acumulado para su crecimiento constante.1 B) Reforma tributaria revisando las exoneraciones empresariales, las tasas del IRAE, el IRPF a los ingresos del capital e Impuesto al Patrimonio, apuntando a las 1.000 empresas más grandes, y resolviendo la actual situación de endeudamiento con el BPS de miles de pequeños y medianos empresarios. C) Modificaciones que mejoren el sistema actual en materia de cobertura atacando el problema de la informalidad. D) Modificaciones al régimen jubilatorio, pensionario y de prestaciones de actividad del BPS (revisión del hoy vigente, atención a viudas jóvenes, estímulos económicos a la postergación del retiro a quien lo desee; redefinición de las tasas de reemplazo estableciendo nuevas por tramos de ingresos, yendo porcentualmente de mayor a menor; derogación del diezmo cobrado a los cincuentones a partir de la nueva reforma). E) Resolución de las inequidades por razones de género. F) Consolidación del sistema nacional de cuidados. G) Universalización del sistema previsional a todas las cajas paraestatales teniendo en cuenta sus particularidades.
¿No estaremos recuperando un proyecto nacional de justicia y solidaridad?
Un nuevo modelo como el planteado a partir del triunfo del Sí, junto a la propuesta complementaria que acabo de desarrollar en tres partes, establecerá bases muy sólidas para alcanzar bastante más temprano que tarde la tan necesaria “pública felicidad” que desea la inmensa mayoría del pueblo, cualesquiera sean sus opciones político-partidarias.
Se trata de ir avanzando significativamente año a año en todas las áreas, y saber aprovechar la enorme puerta de oportunidades que se nos abre como nación. Tal vez al retomar lo mejor de nuestra historia encontremos lo que venimos buscando en seguridad social desde la recuperación democrática.
¿No será profundamente verdadera la enseñanza que nos legó Albert Einstein y lo que nos ha estado faltando es tener una imaginación creadora, dispuesta a dejarse sorprender por lo que somos capaces de edificar cuando actuamos sin egoísmos y sin anteojeras partidarias?
Adolfo Bertoni fue presidente de la Asociación de Trabajadores de la Seguridad Social
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Diputados que ganaban 341.983 pesos (el año pasado, sin contar partidas), senadores que ganan 360.518 (sin contar partida de 222.541), ministros que ganan 360.000, subsecretarios que ganan 306.000 y el presidente que gana 1.007.793, deberán aportar por la totalidad al BPS. ↩
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El 5% de aporte de los trabajadores y trabajadoras a estas cajas con destino a las AFAP será “subsidiado” por todos nosotros durante 30 años con opción a diez más. ↩
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Si el “costo” fuera bastante menor, como han estudiado los compañeros y compañeras que dirigen la campaña, las cuentas deben corregirse sustancialmente a mi favor (la situación del BPS mejoraría aún más, y habría más dinero estatal para redireccionar el “gasto” público social). ↩
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https://ladiaria.com.uy/opinion/articulo/2021/6/el-deficit-del-bps-entre-llamas-solidaridades-subsidios-y-los-malla-oro/ ↩
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Obviamente las inversiones sociales deben regularse: sector productivo saludable (no en proyectos como UPM, por ejemplo), y otros sectores que posibiliten un desarrollo genuino del país creando empleos de buena calidad y atendiendo a las necesidades elementales (vivienda, alimentación, etcétera). ↩
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Los porcentajes son a vía de ejemplo: pueden ser otros, conforme lo vaya resolviendo el directorio del BPS oportunamente como ente autónomo (pienso que con el voto conforme de por lo menos dos directores sociales). ↩