¿Por qué sólo se concibe que la famosa sustentabilidad deban pagarla trabajadoras y trabajadores trabajando más, aportando más y cobrando menos y por menos tiempo?
Como era de prever, los dueños del capital no pagan un solo peso más. Se fortalecen gigantescamente las AFAP y se achica en la misma proporción el BPS (y también los demás subsistemas estatales o paraestatales).
Hay una opción verdaderamente alternativa. Se trata de difundirla y aglutinar vastos sectores del pueblo dispuestos a defenderla y –si es necesario– incorporarla en la propia Constitución de la República.
Somos los trabajadores y trabajadoras –de ayer y de hoy– y también los pequeños y medianos empresarios los que “subsidiamos” al gran capital. ¿Quién habla de esta “solidaridad invertida”?
Si la ley es mala y logramos incorporar al movimiento a la mayoría en la defensa de una seguridad social verdaderamente solidaria, lo que pasó en 1989 y dos veces en 1994 se repetirá inexorablemente.
Es posible encontrar en el segundo borrador de diagnóstico de la Comisión de Expertos en Seguridad Social la reiteración de sombras que pueden transformarse en futuros perjuicios para las trabajadoras y los trabajadores.
La cobertura casi universal del sistema que hoy nos enorgullece pasará a ser parte de la historia si el parámetro “años mínimos de servicios” para obtener causal jubilatoria no se modifica en la reforma a estudio.