Por principio respeto a todas las personas y sus opiniones. Tienen todo su derecho a pensar y actuar como les parezca. No demonizo a nadie, y lo que sigue es una opinión más.

¿En la democracia uruguaya tenemos ese derecho a pensar distinto en cualquier aspecto de la vida? ¿Puede uno decir que le da vergüenza ajena cuando pasa delante de las mansiones de Carrasco, de los barrios privados, o de algunos verdaderos palacios en Punta del Este u otros lugares del país? ¿No es escandaloso que nos hayamos acostumbrado a que además de esa exposición casi obscena de la riqueza de algunos, estemos conviviendo a la vez con la pobreza de casi 350.000 personas?

En medio de una ofensiva política y mediática a favor de la “reforma”, ¿es posible tener otra visión del problema? ¿Somos, como dice Jorge Gandini, un grupito de izquierda radical del movimiento sindical, cuando coincidimos con más de 30 años de posturas de la Organización Internacional del Trabajo en cuanto a lo extremadamente negativa que resulta la existencia de sistemas como las AFAP? ¿Se le permite al economista y exdirector de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez, el economista Carlos Viera, plantarse decididamente en contra de las AFAP, al igual que Antonio Elías, magíster en Economía y exprofesor universitario? ¿Puede hacerle críticas profundas otro profesor e investigador del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve), el contador Gustavo Viñales? ¿Pueden hacerlo la Asociación de Trabajadores de la Seguridad Social (ATSS) y el Movimiento Nacional en Defensa de la Seguridad Social (Mondess)? ¿Puede el PIT-CNT defender in totum las resoluciones unánimes de su Congreso? ¿Pueden las organizaciones de quienes cobramos una pasividad reclamar no tener más pérdida de valor real y mejorar sensiblemente las más bajas? ¿Debemos pedirles permiso a los dueños del poder para alertar a nuestro pueblo de todo lo que consideramos malo que tiene el régimen propuesto, y también el actual, y pretender sustituirlo por uno de seguridad social (que incluya otras prestaciones del Banco de Previsión Social -BPS- hoy sin contribución alguna), verdaderamente universal y solidario?1

¿Me permitirán que fundamente en contra de la propuesta del señor presidente que, como en su momento denunciamos, se dio vuelta como una media en cuanto al aumento de la edad para jubilarse?

Los ganadores y ganadoras de siempre, con o sin “reforma”

Dice uno de los principales filósofos uruguayos vivos, Sandino Núñez, que frente a la expresión “hay pobres y hay ricos”, “la dialéctica antepone un juicio: hay pobres porque hay ricos”. A la luz de estos conceptos hay que analizar todo, teniendo especialmente en cuenta el libro Los de arriba publicado por la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua, cuyas conclusiones citaré casi textualmente porque es necesario difundirlas una y mil veces.

Resulta que el 1% más rico percibe el mismo ingreso que la mitad de la población más pobre junta; los 90 barrios privados del país ocupan más superficie que los 589 asentamientos irregulares juntos; las personas de más altos ingresos son en su mayoría varones, quienes dominan y controlan las grandes empresas y los principales grupos económicos. Hay una alta presencia de los grupos sociales de altos ingresos en la política; los que están en la parte de arriba construyen y desarrollan una serie de acciones en pro de mantener sus privilegios, lo que limita el desarrollo de políticas redistributivas; ese 1% recibe sus ingresos por concepto de renta y utilidades.

Además: los ingresos del capital representan cerca de un tercio de los ingresos de la sociedad; ¡la renta de la tierra fue lo mismo que el 40% del valor agregado de todo el sector agropecuario, superando a los ingresos de todos y todas quienes viven de un salario! Hay una tendencia a la concentración de la tierra y surgen nuevos tipos de terratenientes vinculados al capital transnacional y financiero. La herencia es una de las fuentes de ingreso y privilegio peor distribuidas de la sociedad, peor incluso que el ingreso y la riqueza; la élite empresarial se compone de los propietarios de grandes empresas junto con los mandos gerenciales y directivos de ellas (y no estoy haciendo un juicio sobre las personas).

¡Todo el poder a las AFAP!

Durante las reuniones de la Comisión de Expertos en Seguridad Social, los dueños y dueñas de las AFAP proponían “vincular y actualizar la edad de retiro”, “revisar qué está pasando con las jubilaciones de invalidez”, “universalizar el sistema mixto”, reducir el papel de República AFAP, “fomentar el ahorro voluntario”, “permitir un tercer fondo para los más jóvenes”, “promover una mayor competencia en la etapa de desacumulación”, etcétera. Todo ello les fue entregado como si hubieran sido los redactores de lo que estamos discutiendo. Y, como fue dicho en estas páginas en la nota “Lo que a vos te sirve a mí me perjudica”,2 las medidas propuestas no significaban una mejora, sino que “eventualmente representan un riesgo de retroceder”.

Por su parte, Elías ha ratificado3 con relación al anteproyecto algo en lo que tendremos que machacar aún más ante toda la ciudadanía: el fondo de ahorro individual está determinado por el monto acumulado de los aportes, menos las comisiones que se pagan a las AFAP, más la rentabilidad de las inversiones –que pueden ser bajas o incluso negativas– menos los pagos de las aseguradoras. La renta vitalicia depende, a su vez, de la “tasa de interés técnico”, cuyo valor se modifica semestralmente con una tendencia a la baja. Esto genera una prestación absolutamente indefinida, porque se calcula teniendo en cuenta tablas de expectativas de vida que pueden llegar a ser de 100 años.

Si Saldain dice que el “gasto” social se va a reducir en 2 puntos y algo del PIB, ¿quién paga esa reducción? Si ya sabemos que no la paga el capital, no caben dudas de que quien lo hará es el trabajo.

¿Quiénes son los perdedores y las perdedoras?

Si Saldain dice que el “gasto” social se va a reducir en 2 puntos y algo del PIB, ¿quién paga esa reducción? Si ya sabemos que no la paga el capital, no caben dudas de que quien lo hará es el trabajo, fundamentalmente las llamadas capas medias (y una muy buena parte de los que están mal o extremadamente mal). Saldain dijo aquí: “En líneas generales, 50% de las altas futuras en el régimen nuevo van a cobrar más que hoy, con el cambio de edad. Ese 50% corresponde mayormente a los cinco deciles de más bajos ingresos”. Primero: suponiendo que tenga razón, además de lo obvio (trabajar y aportar más y estar menos tiempo como jubilado o jubilada es plata que no llega a los bolsillos de quienes trabajan), significa reconocer que el otro 50% va a cobrar igual o menos de lo que hoy cobraría a los 60 de edad, ya insuficiente.

Segundo: siempre parte de la base de personas que tienen toda su actividad continua y registrada en el BPS (empleados públicos que empezaron a trabajar a los 18 o 20 años, o empleados privados que logran trabajar continuamente). Sin embargo, hay que reiterar que, según un estudio de Cinve, a los 65 años de edad, 55% de los hombres y 53% de mujeres habrían acumulado al menos 30 años de cotizaciones, y entre los deciles más bajos la situación es mucho peor.

Ignacio Apella y Gonzalo Zunino, en un estudio del Banco Mundial, señalaban que “mientras la mitad de los individuos pertenecientes al quintil de mayores ingresos alcanzan una densidad de 100%, sólo 4% y 6% de los pertenecientes a los dos quintiles de menores ingresos logran tener un historial de cotización completo”. Por otro lado, casi un cuarto de los trabajadores pertenecientes a estos quintiles “presenta densidades inferiores a 25%” (por lo que repito que tendrían que trabajar 120 años para reunir 30). La “mejora” para decenas de miles de ellos y ellas será en el papel de la ley, pero no en la realidad. Un altísimo porcentaje tendrá que esperar a los 65 para cobrar la Asistencia por Edad que paga el Ministerio de Desarrollo Social siempre y cuando la situación de su núcleo familiar sea de pobreza crítica. O una pensión a la vejez recién a los 71 años (que hoy está en 70).

Los nuevos aportes al perjudicado BPS y a las favorecidas AFAP

Hoy (sin considerar la opción por el artículo 8 de la ley actual), toda la gente que trabaja aporta 15% al BPS hasta 71.000 pesos. De ahí hasta 215.000, aporta a la AFAP. Si se aprueba el anteproyecto, todos quienes ganen hasta 135.000 aportarán solamente 8% al BPS y el 7% restante a la AFAP. Quienes ganen entre 135.000 y 215.000 aportarán la totalidad del 15% solamente a la AFAP. Es decir que en esta franja quedarán entrampados en el reino de la incertidumbre, mientras que el BPS pierde recursos. Por si fuera poco, el ahorro de los trabajadores y trabajadoras de Uruguay se podrá “invertir” aún más en el exterior, aumentando el riesgo de perjuicio al futuro de la juventud que dicen defender, por inestabilidades o crisis económico-financieras regionales o mundiales que periódicamente ocurren.

Lo que Saldain tampoco dice

Lamentablemente, el anteproyecto presentado confirma:

  1. El aumento de la edad jubilatoria. El propio presidente ha reconocido lo que prometió –y que estaba también escrito en el programa de su partido “Lo que nos une”–, pero dijo que “los expertos lo convencieron de lo contrario”. ¿Saldain esperó a que ganara la elección para recién después convencerlo a él y/o a su propio partido de su aparente error? (digo aparente porque el propio Apella del Banco Mundial sostiene que no es relevante aumentar la edad, sino buscar incentivos económicos para la postergación voluntaria de la edad de retiro).
  2. Aun trabajando y aportando más se cobrará menos, ya que se propone pasar a aplicar el porcentaje de asignación jubilatoria al promedio de los mejores 300 meses (es decir, 25 años, en vez de los mejores 20 comparados con los últimos diez, como es ahora) y esta potencial rebaja afectará también a los trabajadores y trabajadoras de la construcción, los que tienen ocupación rural o docentes, y a los que cobren el Suplemento Solidario (que se financia con el aporte de quienes deberán estar menos tiempo cobrando una pasividad).
  3. Se afectan las pensiones de las personas viudas. ¡Y atención que esto rige enseguida, no hay período de transición! Quienes tengan la mala suerte de perder a su compañero o compañera entre los 50 y 54 años cobrarán pensión como máximo cinco años. Entre 41 y 49: máximo tres años. Menores de 40: sólo por un año. Se sumará, sólo en el caso de las mujeres, un año por cada hijo nacido vivo o por cada hijo adoptado, siempre con un máximo total de cinco años.
  4. Se fortalece a las AFAP. No sólo se confirma, sino que es aún peor: sus dueños ganarán muchos más millones de dólares por el cobro de sus comisiones a quienes trabajan. Tampoco se modifica la tasa de interés técnico que aplica el Banco de Seguros del Estado (u otras aseguradoras que ahora puedan intervenir), lo que hace que las rentas vitalicias que paga y pagará sean aún menores.
  5. Advertí que se iba a crear una comisión para “analizar” las actuales actividades bonificadas de docentes y otras que ya existen, o pudieran crearse, que iban a empeorar las que hoy llamamos jubilaciones por edad avanzada: confirmado plenamente (se aumentan los años de trabajo para acceder a ellas entre los 65 y 69 años).
  6. Se mantienen las exoneraciones al capital, etcétera.

Ahora se han sumado otras críticas4 que son igual o más graves que las hechas por mí, de las que destaco: I) lo que se propone es regresivo; II) no se aborda la problemática específica de las medianas y pequeñas empresas; III) no hay medidas que contemplen la situación impositiva de las personas con ingresos de trabajo y jubilaciones. Son muchos los aspectos que serán “facultad del Poder Ejecutivo” o serán definidos por la reglamentación que él mismo resuelva.

¿Somos una manga de locos y de locas?

Si ya sabemos quiénes pierden y pagan, a la pregunta de quién gana se responde sencillamente: el capital, especialmente los grandes y muy grandes. El problema es el reparto de la torta, de la cual un 1% come muchísimo. Finalmente, es público y notorio que “la idea del actual gobierno es que la desigualdad es necesaria para el desarrollo, y el motor del crecimiento es el gran capital”.

Entonces la solución del problema no es tan compleja. Se trata simplemente de mirar y sacarles a los de arriba para que nuestro pueblo alcance la felicidad colectiva que día a día decimos perseguir. No nos avergonzaremos nunca de luchar por ella. La situación actual es muy confusa y está por verse en qué terminará. Habrá “mejoras” pero, de todos modos, repetiré siempre lo dicho por el hermanísimo Guillermo Chifflet en 1995: “No se puede maquillar a Frankestein”.

¿Un plebiscito? Ahora es tiempo de estudio, difusión y resistencia, y seguramente nuestro pueblo, llegado el momento, sabrá elegir lo mejor. A fin de cuentas, una vez más tenemos que recordar al entrañable y enormemente sensible Federico García Lorca: “El más terrible de los sentimientos es el de tener la esperanza perdida”. Como tantas otras veces, no perder esa esperanza verdadera (distinta a la de los falsos profetas) tiene que ser nuestro compromiso. ¿O acaso me equivoco mucho?

Adolfo Bertoni fue presidente de la Asociación de Trabajadores de la Seguridad Social (ATSS).

(*) Me refiero sólo al BPS. Sobre las cajas paraestatales corresponde escuchar la voz directamente de sus afiliados y afiliadas, y quienes sean sus organizaciones representativas.


  1. Salvo cuando indique otra cosa, me refiero al nuevo régimen en su plenitud, ya que durante la transición se hará un prorrateo entre el actual y el nuevo que implicaría analizar cada uno de los casos personales, lo que resulta imposible a efectos de este artículo. 

  2. https://ladiaria.com.uy/economia/articulo/2021/3/lo-que-a-vos-te-sirve-a-mi-me-perjudica-propuestas-de-las-afap-privadas-al-debate-previsional/ 

  3. Elías demuestra cómo también Saldain hace mal las cuentas, nada menos que en televisión: en uno de los ejemplos que usó en Todas las voces afirmó que con un promedio de los 25 mejores años de trabajo, “de 70.000 pesos se obtiene una pasividad de 44.300”, cuando sería de 27.440. 

  4. Ver detenidamente “Lo que la propuesta de reforma de seguridad no propone” de Gustavo Viñales