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Neoimperialismo trumpista

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El contenido del discurso de asunción de Donald Trump cumplió con muchos de los anuncios formulados en su campaña y como presidente electo. Posteriormente, firmó las órdenes ejecutivas para su cumplimiento.

Algunas de ellas contienen cambios que requerirán enmiendas constitucionales. Por ejemplo, la cancelación de la ciudadanía estadounidense por haber nacido en su suelo requiere de enmienda por ser producto de otra que la creó.

Aun así, las órdenes se refieren a casi todos los temas anunciados. Desde la deportación masiva de indocumentados hasta la participación de las fuerzas armadas en la frontera con México y en el combate a los cárteles de la droga mexicanos. Desde el otorgamiento masivo de permisos para la extracción de petróleo y gas en suelo norteamericano, hasta la salida definitiva de los Acuerdos de París y la supresión de la agenda verde.

La definición de la eliminación de todo estímulo que favorezca la compra de autos eléctricos por sobre los vehículos a nafta y el establecimiento de aranceles a los productos importados componen parte de las firmas ya estampadas en las órdenes respectivas.

La recuperación del Canal de Panamá, la designación del Golfo de América en lugar del Golfo de México y un compromiso de hacer de las fuerzas armadas del país las más grandes del mundo confirmaron un discurso que no por esperado deja de ser una pieza de ultraderecha extremista.

Define que a partir de ahora en Estados Unidos la ley sólo admite dos géneros: masculino y femenino. Y todo su discurso estuvo cargado de contenidos propios de los años 50 en materia de derechos, echando por tierra todos los avances de la agenda de derechos humanos conquistados en Occidente en los últimos lustros.

En esta etapa de transición de la distribución del poder en el mundo podremos ver muy pronto cuáles serán las reacciones frente a este intento de “neoimperialismo trumpista”.

Anunció el lanzamiento de cohetes a Marte en una exaltación de su programa fundacional: Make America Great Again.

En ese contexto, no realizó referencia alguna a Venezuela, ambientando especulaciones sobre posibles entendimientos con Nicolás Maduro por los intereses de las empresas petroleras.

Se autoadjudicó la liberación de los rehenes de la Franja de Gaza. Y expresó un deseo de contribuir a la paz y a no generar nuevos conflictos.

En definitiva, un discurso prácticamente sin novedades, aunque con temas ausentes que habían sido anunciados, y una perspectiva de consecuencias económicas muy importantes y políticas regresivas, y que además genera enormes dudas sobre el alcance y la viabilidad de su aplicación.

La propuesta contenida en él implica un claro golpe a la globalización económica neoliberal. Un golpe definitivo al orden global basado en reglas creado en la posguerra. Y un intento por detener la progresiva pérdida de la hegemonía unipolar ejercida desde la implosión de la Unión Soviética.

En esta etapa de transición de la distribución del poder en el mundo podremos ver muy pronto cuáles serán las reacciones frente a este intento de “neoimperialismo trumpista”. Esperemos la respuesta de China, de Rusia, de la Unión Europea, y las opiniones que se puedan exponer durante el inminente Foro de Davos. La más desagradable expresión de la élite del capitalismo salvaje contemporáneo.

Carlos Pita fue embajador de Uruguay en Chile, España y Estados Unidos.

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