Hay mucha ansiedad en parte de los frenteamplistas militantes. Esperan señales drásticas, contundentes, cambios notables en los primeros tres o cuatro meses de gobierno. Se comprende esa demanda. Pero estimo que no se tienen en cuenta todos los datos de la realidad.
El primer dato de la realidad es que se trata de un gobierno progresista que no tiene mayoría parlamentaria y que comenzó a gobernar el 1° de marzo y no el día en que ganó el balotaje el último domingo de noviembre de 2024. Y que no cuenta con mayoría en la Cámara de Diputados, lo que se ha traducido en varios proyectos que allí naufragaron. Por consiguiente, debe procurar acuerdos. No recuerdo, por ejemplo, que en los últimos 40 años alguna vez el Frente Amplio se opusiera al incremento del tope de deuda solicitado por el gobierno de turno, no votándolo, porque eso hace a los intereses del país, constituye una cuestión de Estado y de gobernabilidad, máxime si se trata en parte de pagar obligaciones y compromisos asumidos en años anteriores.
El segundo dato de la realidad es que la incertidumbre internacional es máxima. ¿O no se sabe que el trumpismo pateó todas las mesas, alteró toda la economía internacional, dio luz verde a Benjamin Netanyahu para los mayores crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad, habilitando, como respuesta al terrorismo criminal contra los israelíes, el genocidio en Gaza? ¿O se ignora que todos los que echan leña al fuego al enfrentamiento militar de los fundamentalismos de ambos bandos desatan todos los demonios de la guerra en Medio Oriente, y que ello no solamente tiene consecuencias terribles en la vida humana en la región sino también en parámetros económicos clave en el mundo internacional? Etcétera.
Se están haciendo cambios muy importantes y de distinta naturaleza, aunque para los mismos objetivos que en los anteriores gobiernos progresistas. El partido recién comienza y dura cinco años.
En tercer lugar, cuando un nuevo gobierno comienza –en simultáneo con un ciclo electoral que recién termina con las elecciones departamentales– no solamente hay que integrar bien los equipos, sino identificar con precisión el estado del terreno en el que se va a actuar. Pero esto último, o sea, conocer el piso sobre el que se va a operar, no fue fácil. Sorpresas hubo muchas. Definir sobre esa base y la de los compromisos asumidos, lo que después serían las 63 prioridades, tampoco era una tarea liviana. Pero todo eso se hizo. El listado de medidas ya adoptadas no es corto.
En cuarto lugar, lo anterior no significa que todo estuvo bien. Se han cometido errores. Es necesario afinar la coordinación entre la fuerza política de gobierno, el Poder Ejecutivo y la bancada parlamentaria. Y muchas cosas más. Entre otras, centralizar y mejorar la comunicación. Pero también saber que todo lleva tiempo y esfuerzo. Que se están haciendo cambios muy importantes y de distinta naturaleza, aunque para los mismos objetivos que en los anteriores gobiernos progresistas. Y que el partido recién comienza y dura cinco años.
Enrique Rubio fue senador del Frente Amplio y director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto.