El miércoles, el exfiscal Carlos Negro asumió como ministro del Interior (MI) y realizó la imposición de mando a los jefes de Policía departamentales, así como a las direcciones nacionales y generales. El acto protocolar tuvo lugar en la Dirección Nacional de Educación Policial, a la que llegaron el presidente Yamandú Orsi, la vicepresidenta Carolina Cosse y buena parte del gabinete, además del secretario de Presidencia, Alejandro Sánchez, y el prosecretario Jorge Díaz.
Además, estuvieron presentes el presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, la fiscal de Corte Mónica Ferrero, el Comisionado Parlamentario Juan Miguel Petit, el exministro del Interior, Nicolás Martinelli, varios legisladores del oficialismo y algunos legisladores de la oposición, como el senador colorado Andrés Ojeda, que se acercó a saludar al Coordinador de Estrategias de Seguridad Integrales y Preventivas, Diego Sanjurjo.
Al comenzar su discurso, Negro recordó que hace 40 años la ciudadanía uruguaya recuperaba la democracia. “En mi hogar, el de una peluquera y un funcionario público, ese día fue una fiesta”, rememoró, y agregó que el hecho de que su padre —también llamado Carlos— haya sido diputado, sumado a la militancia universitaria, fue su “único contacto” con la política “hasta hace pocos días”.
“Efectivamente vengo de otro lugar. Trabajé en la Fiscalía durante casi 32 años, hace muy poco dejé mi carrera de toda la vida convencido de encarar este desafío, porque confío en que se pueden hacer cosas distintas de las que se han intentado hasta ahora”, apuntó y señaló que “hay un gran equipo para encarar un cambio de paradigma en políticas de seguridad pública”.
Negro indicó que la pregunta que “más” le reiteran es “¿qué van a hacer?”, y reconoció que ha dado “explicaciones en este sentido” que “no parecen entenderse del todo”. “Tal vez porque no vengo a repetir fórmulas vacías pero que suenan bien y que cosechan los aplausos más fáciles”, aventuró.
“Capaz no sea yo, si me permiten la expresión futbolera, lo suficientemente tribunero, pero sí, vengo a trabajar por un Uruguay más seguro, con un plan nacional de seguridad elaborado con políticas basadas en evidencia, datos, análisis, tecnología, represión inteligente y estrategias focalizadas”, adelantó.
El ministro afirmó que Uruguay tiene “una situación crítica en seguridad”, pero que “seguir discutiendo este diagnóstico no ocupará más nuestro tiempo” y, en cambio, “es hora de trabajar en corregir los problemas que sí acaparan todos los esfuerzos”.
En ese sentido, planteó que habrán tres ejes prioritarios para comenzar a trabajar: los “altos niveles de violencia que han elevado el número de homicidios”; “la gran cantidad de armas que facilitan que se cometan este tipo de crímenes” y un sistema penitenciario “que ha demostrado que las cárceles hoy son una parte importante del problema y no la solución”. Sobre este último eje añadió que “aumentar incesantemente la cantidad de personas privadas de libertad no ha mejorado en nada la situación”.
“Actuaremos sobre estos temas respetando y protegiendo los derechos humanos, los de todos”, remarcó.
Medidas a implementar
El titular de la cartera habló sobre algunas de las medidas a implementar y sobre el plan nacional de seguridad pública mencionado. En primer lugar, dijo que si bien la Policía “cuida y sostiene la seguridad de los uruguayos”, se necesitan más funcionarios, por lo que incorporarán personal y habrá más patrullaje.
Se tratará, de acuerdo con Negro, de una “Policía cercana a la gente” y se reestablecerá el Programa de Alta Dedicación Operativa (PADO) y la policía comunitaria. A su vez, indicó que harán efectivo el despliegue nacional de la Guardia Republicana y mencionó que el martes comenzaron la planificación de este punto.
Explicó que el plan nacional de seguridad pública contará con un “espacio de seguimiento técnico” en el que expertos y partidos políticos “puedan dialogar sobre políticas públicas de corto, mediano y largo plazo”, ya que “la seguridad no es un problema exclusivo del MI” y aseguró que necesitan la participación de todos los niveles de gobierno.
Negro dijo que implentarán medidas urgentes para prevenir homicidios y que incluirán “policiamiento focalizado y dirigido” en lugares “donde se cometen la mayor parte de los crímenes violentos”. “Habrá más inversión en tecnología y capacitación para una mejor investigación y persecución criminal: que matar en Uruguay no sea gratis”, recalcó.
Remarcó que la represión inteligente del crimen organizado y narcotráfico “será prioridad”, y así, “más inteligencia y análisis con organismos del Estado coordinados para complicarle la vida a quienes operan fuera de la ley; el que las haga, las pagará”.
Sobre las denuncias de delitos, Negro adelantó que van a “estimular” a que las personas las realicen, para lo cual incorporarán becarios: “Estudiantes universitarios que darán una atención diferencial al público”, explicó, y dijo que esto “permitirá que más policías estén en la calle cumpliendo funciones de vigilancia y ejecutivas”.
Además, destacó que potenciarán el Observatorio Nacional de Violencia y Criminalidad, “con el objetivo superior de la transparencia”. “Lo haremos para que no sólo haya generación de datos y evidencia, sino que estos sean de acceso abierto al gobierno, a la Policía, a la Justicia, a la academia, al Parlamento y a la ciudadanía toda”. comentó.
Por su parte, según anticipó el jerarca, la Dirección de Convivencia y Seguridad Ciudadana tendrá cambios y “se transformará en dos nuevas direcciones”, que potencien, por un lado, la prevención del delito y que fortalezcan a la policía comunitaria, “orientada a la solución de problemas por el otro”.
Negro dijo que coordinarán la seguridad en las fronteras, aumentarán dispositivos de protección a las víctimas de violencia basada en género, y continuarán “apostando” a la convivencia en el deporte, centros educativos y la seguridad del ámbito rural.
Por otro lado, afirmó que darán “especial atención” a las “enfermedades profesionales” de la Policía con énfasis en la salud mental. “Somos plenamente conscientes de que nuestros funcionarios están expuestos a la presión y al estrés de una actividad donde el riesgo es cotidiano”. Observó y señaló que estos “merecen y necesitan, además, mejoras en su calidad de vida, acceso a la vivienda y a aquellos beneficios que jerarquicen su profesión”. “Un respaldo de hechos, no de palabras”, expresó.
En cuanto a la educación policial, subrayó que esta “estará integrada y dirigida a una misión amplia” que tenga énfasis en la investigación criminal, “con el policiamiento orientado a la solución de problemas, con perspectiva de género y protección de los derechos humanos”. “Una formación de cara a la ciudadanía y no ajena a ella”, remarcó.
Por último, dijo que en los próximos días, junto a la subsecretaria de Interior, Gabriela Valverde, recorrerá las 19 jefaturas departamentales donde estarán “a la orden trabajando en todos aquellos temas” que se “entienda necesario”.
“Vengo de un lugar distinto, pero hoy soy el ministro del Interior, el ministro de la Policía Nacional, un ministro que junto a ella estará fuertemente comprometido con un Uruguay más seguro y mejor integrado”, finalizó.
Tras el acto protocolar, el ministro —que fue uno de los últimos en irse de la Escuela Nacional de Policía— permaneció conversando con varios de los oficiales y autoridades de la policía, con gestos que daban cuenta de un vínculo de confianza forjado en sus años de trabajo como fiscal.