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Paso Molino, el 28 de junio de 2021.

Foto: Ernesto Ryan

La pandemia en Uruguay: una mirada en retrospectiva desde la salud y la ciencia

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A cinco años de haberse declarado la emergencia sanitaria en Uruguay, expertos en virología e infectología reflexionan sobre los diferentes desafíos que enfrentó la gestión de la covid-19.

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Leído por Mathías Buela.
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El 13 de marzo de 2020 es una fecha que marca la historia reciente de nuestro país en términos sanitarios. A sólo 13 días de haber asumido el gobierno, el expresidente Luis Lacalle Pou anunciaba en una conferencia de prensa, junto con todo su equipo, los primeros casos detectados de covid-19 en Uruguay y, con ello, decretaba la emergencia sanitaria en todo el territorio. De esta forma, comenzaba un nuevo tiempo de incertidumbre y desafíos.

Entre muchos otros acontecimientos, áreas como la educación, el deporte y los espectáculos públicos se verían paralizadas, la agenda de los medios informativos estaría dominada por un único tema, y sería cada vez más común ver personas con tapabocas en espacios públicos. Además, muchos comercios cerrarían temporalmente, mientras que otros se verían sin stock de productos debido al nerviosismo general que se vivía.

“Quedate en casa” pasó a ser una frase de cabecera por aquel entonces para quienes tenían la oportunidad de hacerlo. También hubo quienes, por obvias razones, no podían llevar esto adelante: debían salir a trabajar o a cumplir con sus responsabilidades con el temor permanente al contagio.

El infectólogo y profesor adjunto de la unidad académica de Enfermedades Infecciosas en la Universidad de la República (Udelar) Henry Albornoz, en diálogo con la diaria, calificó este escenario de “el mayor desafío en lo que tiene que ver con un evento de salud en Uruguay en los últimos 50 o 60 años”.

“Quizá desde los brotes de fiebre amarilla y desde algún otro evento del siglo pasado, Uruguay no había enfrentado una situación como esa. El mundo sí, desde la pandemia de la gripe del siglo anterior y algunos otros eventos similares a una pandemia de gripe que hubo, pero en Uruguay no habíamos tenido un desafío desde el punto de vista de la salud pública y de la afectación de las poblaciones que fuera como este”, agregó.

Por su parte, en comunicación con la diaria, el doctor Gonzalo Moratorio, virólogo del Institut Pasteur de Montevideo y profesor agregado de la Facultad de Ciencias de la Udelar, considera que 2020 fue un “hito” y resalta cómo nuestro país atravesó “aguas tan tormentosas de una manera tan estable y tan segura”.

“Que un pequeño país que tiene un sistema científico humilde, pequeño, pero con un músculo capaz de responder y de haber alineado actores a todo nivel para decir que pudimos terminar en diciembre de 2020 con menos de 200 fallecidos, teniendo fronteras con una factoría de variantes como fue Brasil, teniendo ciudades nacionales y no entrando en ningún momento en un confinamiento o cuarentena de forma estricta, habla de un manejo de la pandemia que principalmente atribuyo a la acción de este sistema científico, al que los tomadores de decisiones escucharon y dejaron trabajar de forma muy alineada”, destacó.

Primeros meses: medidas iniciales y herramientas de contención

Albornoz considera que la conducta inicial que se tomó entre los primeros cuatro y seis meses de 2020 fue la correcta; en primer lugar se restringió la movilidad en aquellas actividades en las que se sabía con claridad que la transmisibilidad del virus era muy alta.

“Creo que hubo decisiones adecuadas desde las políticas de salud pública, por ejemplo, restringir la actividad en cosas como eventos sociales, actividades educativas o actividades similares en las que se podía conglomerar mucha población. Uruguay, de marzo hasta fin de junio, fue bastante exitoso en controlar esa dispersión. Tanto que a mediados de junio tuvimos cuatro o cinco días en los que no detectamos ningún caso”, consideró.

Asimismo, el infectólogo agregó que “lo que se buscaba era no tener una dispersión masiva en un contexto en el que no íbamos a poder dar una respuesta de control de la dispersión o una respuesta asistencial adecuada”.

“Hay que recordar que había dificultad en la adquisición de insumos, y se interrumpieron todos los procesos de importación y exportación del comercio. En 2020 no teníamos capacidad de expansión de las camas de cuidados intensivos, no teníamos la disponibilidad amplia de recursos para prevenir la transmisión –sobretúnicas, mascarillas, guantes–, porque Uruguay no produce esto, todas estas cosas se importan, y si había un corte de suministros de estos insumos iba a ser muy difícil”, aseguró.

A su vez, el infectólogo recordó que, además de estar enfrentando un evento nuevo con una gran potencialidad de alta dispersión, faltaban recursos diagnósticos y recursos para limitar la transmisión en el contexto asistencial y en el de aglomeración pública: “No íbamos a tener una capacidad de respuesta sanitaria en ese momento”, sostuvo.

Albornoz también destacó la respuesta de la población en los primeros meses de pandemia en el país: “La población respondió muy bien, obviamente con dificultades, porque la interrupción de la actividad laboral, educativa o todo lo que tiene que ver con lo que mueven los eventos sociales generó consecuencias muy importantes y no hay que desconocerlas”.

Complementando esta visión, Moratorio señaló que en los primeros meses Uruguay logró tener soberanía y autonomía a nivel nacional que le permitieron desarrollar herramientas fundamentales para combatir la pandemia. “Las primeras herramientas clave para contener esta pandemia fue saber dónde está el virus, cómo está, cómo hacer visible un enemigo invisible, y no depender de reactivos, de componentes que venían de multinacionales y de grandes laboratorios de tecnología que apenas daban abasto para poder cubrir las necesidades de los países en los que estas estaban basadas, que eran principalmente del Norte global”, sostuvo. Y agregó: “Cuando pensamos en el Sur global y en lo que hizo Uruguay en esos primeros meses, es realmente un campañón”.

Evolución del virus y pérdida del control

A medida que avanzaba 2020, hacia los meses finales se empezó a dar un aumento progresivo de los contagios, que fue escalando poco a poco hasta llegar a cifras que, en diciembre de ese año, empezaban a preocupar. Albornoz consideró que el éxito que se había dado en los primeros meses llevó también a cierta “pérdida de respeto” a la pandemia y a sus consecuencias globales.

“Tal vez se pensaba que esto le había pasado a Europa, a Brasil, a Argentina, pero a nosotros no nos pasaba, entonces uno puede volverse víctima de ese éxito. Creo que ese exitismo fue parte de lo que nos jugó una mala pasada”, sostuvo.

Además, el infectólogo reflexionó sobre el concepto de “libertad responsable”, muy promovido por Lacalle Pou en aquel entonces: “A partir del momento en el que tenemos la necesidad de empezar a retomar actividades y a permitir la realización de algunos eventos, obviamente esa idea también se empieza a difuminar, ya deja de ser una cosa tan de convocatoria nacional. La libertad responsable la podemos mantener y las personas pueden adherir a usar mascarilla, evitar la cercanía extrema, la participación en actividades de muchas personas, sobre todo en espacios cerrados, pero todas las cosas que se promovieron mucho durante aquel momento, en la medida en que se empezaron a habilitar algunas actividades, la idea de libertad responsable empezó a ser relativizada. Esto fue lo que comenzó a pasar en setiembre u octubre de 2020”.

En sintonía con Albornoz, Moratorio consideró que luego de los primeros meses exitosos, en el transcurso de la pandemia en nuestro país comenzaron a cambiar componentes que tienen relación con el agotamiento desde el punto de vista mental y también con perder lo que se conoce como la “percepción del riesgo”, al estar transitando este fenómeno de una manera tan confortable en comparación con otras partes del mundo.

“Uno pierde esa percepción de peligro o de riesgo y se da un agotamiento de los actores políticos y también de la gente, y es parte de la naturaleza humana. Pero si vamos a los actores políticos, hay consecuencias económicas y sociales que son consecuencia de las medidas que lograron frenar la transmisión y un agotamiento frente a que estas se perpetúen. Las mismas personas, la necesidad de interactuar, de juntarse, etcétera. También, observar en el horizonte desarrollos que tal vez llegaban a fines de 2020 y en 2021, como las vacunas”, señaló.

Además, el virólogo sostuvo que las características inherentes de la evolución viral referente a este virus respiratorio específico fueron un factor importante para que la situación sanitaria del país comenzara a empeorar: “Logró, de forma muy significativa, ser mucho más transmisible y, por lo tanto, tener una velocidad mucho mayor a la hora de seguir logrando su cometido, que era infectar personas o, a través de una única persona infectada, poder infectar a muchas más personas que las primeras versiones del virus”.

“Hubo un montón de componentes muy significativos que dieron lugar a este cóctel que, de alguna manera, hizo que los actores políticos también tomaran decisiones que no estuvieron en consonancia con las decisiones que tomaron al principio de la pandemia”, sostuvo Moratorio.

“Nosotros, como científicos, podemos reflexionar, sugerir, aconsejar, pero al final del día los tomadores de decisiones son los actores políticos, entre quienes no hubo un alineamiento. Mientras hubo una suerte de libertad responsable siguiendo una serie de consejos o sugerencias, funcionó; cuando no se dio lugar a esa convergencia, claramente no fue exitosa”, remarcó.

Las vacunas: el “punto de inflexión” para enfrentar el peor momento

Durante los primeros meses de 2021, la cifra de contagios diarios empezó a crecer exponencialmente y, con ello, las hospitalizaciones y los fallecimientos.

Según datos del Sistema Nacional de Emergencias (Sinae), el 31 de diciembre de 2020 se había alcanzado la cifra de 19.119 casos positivos registrados durante el transcurso de la pandemia en todo el país, de los cuales 5.470 eran casos activos, 72 eran personas hospitalizadas en cuidados intensivos y se alcanzaban las 181 personas fallecidas en todo el territorio a lo largo de la pandemia.

Exactamente un trimestre después, el 31 de marzo de 2021, se registraban 105.556 casos, de los cuales 21.195 eran casos activos, 339 de estos casos eran personas hospitalizadas en cuidados intensivos, y la cifra de personas fallecidas en todo el territorio a lo largo de la pandemia escalaba a 974.

Durante estos primeros meses de 2021 comenzaron a llegar las vacunas a Uruguay. Albornoz considera que tuvieron “un rol clave en controlar la primera ola”, y afirma estar “convencido de que hubo una carrera entre poder vacunar a la mayor cantidad de población en el menor tiempo posible, y la cantidad en aumento de contagios y casos de gravedad que se venían dando al mismo tiempo”.

“El inicio de la vacunación coincidió con este fenómeno que ya venía en desarrollo y ya había tomado autonomía. Además, se vacuna a las personas con una primera y una segunda dosis, y la inmunidad recién se establece una o dos semanas después de la segunda. Se empieza a tener cierto efecto dos semanas después de la primera dosis, aproximadamente, pero la inmunidad se consolida y es más fuerte después de la segunda. Por todo esto, no era esperable que en el primer mes de vacunación se pudiera controlar el fenómeno”, sostuvo.

En consonancia, Moratorio asegura que hay un “punto de inflexión y de control de esta enfermedad que fue dado porque las vacunas contra la covid-19 evitaron millones de muertes y redujeron hospitalizaciones”.

“Tenemos que entender que en esa suerte de estrategia que este virus planteó, si lo comparamos con una especie de enemigo, su punto fuerte radicaba en hacer colapsar los sistemas de salud. Entonces, al evitar las muertes y al reducir las hospitalizaciones las vacunas fueron tremendamente efectivas”, remarcó.

De la misma forma, puntualizó también que las vacunas fueron clave desde su logística implementada: “Creo que en términos de logística nunca se vio una velocidad tan significativa –especialmente cuando me refiero a vacunas basadas en ARN mensajero– para poder reducir las muertes, y para formularla y probarla, y entender que eran eficaces y seguras”.

Complementando esta visión de la logística, y traída al plano local, Albornoz considera que la logística a la hora de llevar a cabo el proceso de vacunación en la población fue “excelente” y “muy exitosa en cuanto al número de personas que se logró vacunar por día”.

“Fue muy efectiva desde mi punto de vista. Nosotros no teníamos historia de vacunar el número de personas que se logró vacunar en un período de tiempo tan corto y en una campaña de este tipo. De hecho, fuimos de los países que cuando empezaron a vacunar, entre seis y ocho semanas, después pasamos a tener más del 60% de la población vacunada”, sostuvo.

Según datos del Sinae, para el 30 de junio de 2021, y con las vacunas aún en proceso de generar resultados, se habían registrado 369.350 casos positivos de covid-19 en todo el país durante la pandemia, de los cuales 15.268 eran casos activos. De estos casos, 260 eran personas hospitalizadas en cuidados intensivos, y ascendían a 5.593 las personas fallecidas.

Tan sólo tres meses después, y con las vacunas que ya mostraban sus resultados, el 30 de setiembre se registraban 388.928 casos positivos en todo el territorio durante la pandemia, de los cuales solamente 1.314 casos eran activos. De estos, 14 eran personas hospitalizadas en cuidados intensivos y se alcanzaban las 6.055 personas fallecidas.

Poco más de seis meses después, gracias a la sostenida disminución de los casos de personas contagiadas diariamente y al alto porcentaje de vacunación en toda la población con sus resultados a la vista, el 5 de abril de 2022 el gobierno uruguayo resolvía dejar sin efecto el decreto que establecía el estado de emergencia sanitaria en el país.

La infodemia y algunos aprendizajes

“Al fin del día, quedó claro y demostrado que lo único más rápido que un virus son las fake news”, asegura Moratorio. El virólogo sostiene que en gran parte el escepticismo frente a las vacunas “se debe al éxito que tuvieron”, y agrega: “Si una vacuna funciona bien, el problema parece desaparecer, lo que genera la impresión de que nunca fue una amenaza real. Se ha visto con muchas enfermedades que pueden prevenirse: baja la percepción del riesgo y esto lleva a una disminución en las tasas de vacunación por parte de la población”.

“También esa infodemia, esa pandemia de información que muchas veces tiene un carácter de conspiración o de ser falsa. Hoy mucha gente aprende más por redes sociales masivas, donde cualquiera sube un video desde alguna plataforma diciendo lo que piensa, lo que cree”, asegura.

Moratorio explicó que, hasta antes del desarrollo de los antibióticos, hay dos principales componentes en la historia de la humanidad que llevaron la esperanza de vida de hombres y mujeres de 45 y 50 años, respectivamente, a principios del siglo XIX a entre 75 y 80 años a finales del siglo XX: el agua potable y las vacunas.

Respecto de la nueva tecnología implementada en las vacunas para combatir la covid-19, el ARN mensajero, el virólogo afirmó que la resistencia vista sobre la plataforma de este tipo de vacunas fue clave para generar más y más desinformación.

“Hay décadas y décadas de ciencia básica de investigación asegurando los principios de esta plataforma, y esto fue vital para poder lanzarlas y hacer la producción de estas vacunas mucho más eficaz y rápida que con otro tipo de tecnología”, remarcó.

“Creo que la manera de combatir todo esto es con datos, con hechos, discutiendo sobre ciencia, pero siempre es más fácil destruir que construir, y por lo tanto es más fácil el trabajo de apoyarse en falsas ideas que no tienen sustento y que no tienen manera de ser comprobadas. Es más fácil pararse, negar, destruir, que escuchar y entender, y tener la voluntad de leer e investigar”, sostuvo.

El virólogo llamó también a repensar que el sistema sanitario mundial debe ser más justo para poder tener más y mejores posibilidades de enfrentar una pandemia. Según su punto de vista, “la covid-19 expuso la deficiencia de esta infraestructura”.

“Al fin del día, el planeta es un gran barco y por más que nosotros estemos al frente y miremos a nuestros pies y esté absolutamente seco, mientras en la popa, al otro lado del barco, exista gente a la que por ahí le empiece a entrar agua, tarde o temprano nos va a llegar. Esto lo vimos con gamma, con ómicron y todas sus variantes. Entonces, hay que repensar cómo retener o mitigar las pandemias”, sentenció.

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