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Puesto de frutas y verduras en el barrio La Blanqueada, en Montevideo (archivo, agosto de 2021).

Foto: Pablo Vignali / adhocFOTOS

Cuesta Duarte advierte que evolución de la inflación podría generar “tres años consecutivos de pérdida de poder de compra” de los trabajadores

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Relevamiento de suba de precios en los últimos 24 meses concluye que hay productos básicos que aumentaron más de 25% y otros que subieron más de 33%

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Editar

“La inflación, el precio del aceite y su efecto en el bienestar de los hogares. Dos miradas complementarias de un mismo fenómeno” se titula un documento elaborado por el Instituto Cuesta Duarte (Icudu) del PIT-CNT, dado a conocer el jueves, en el que se analiza el incremento de precios de productos de consumo cotidiano, el fenómeno de la inflación, relevado a partir de la evolución del índice de precios del consumo (IPC), y los aspectos metodológicos de su construcción, y se aborda el impacto de la suba de precios en las remuneraciones.

Desde una “mirada más coloquial del tema”, el documento señala que el importante incremento de los precios de los productos de consumo más cotidiano por parte de los hogares, como alimentos y productos de limpieza e higiene personal, es “más perceptible que las subas que se registran en otros productos y servicios que se consumen de manera más periódica o que no son tan sensibles al sentir popular como sucede con estos rubros”.

El análisis incorpora un cuadro comparativo, entre febrero de 2020 y febrero de 2022, de precios de productos que “intuitivamente” parecen formar parte “de la canasta de consumo de la mayoría de los hogares uruguayos”. Estos precios son tomados del relevamiento mensual que el Ministerio de Economía y Finanzas realiza en las principales cadenas de comercialización minorista, adoptando un promedio del precio de cada producto, y en el caso de la nafta y el supergás, el precio de referencia es el oficial, tomado de la web de Ancap.

Variación de precios promedio entre febrero de 2020 y febrero de 2022

Prod. seleccionados Precio feb. 20 ($) Precio feb. 22 ($) Variación (%)
Aceite de girasol Óptimo envase 900 cc 73 116 58,9
Carne Aguja vacuna s/hueso - s/marca 1 kg 238 366 53,8
Azúcar blanco Bella Unión 1 kg 34 50 47,1
Jabón de tocador Astral plata unidad 125 g 41 60 46,3
Arroz blanco Saman Blanco 1 kg 43 59 37,2
Fideos secos al huevo Las Acacias 500 g 47 62 31,9
Carne picada vacuna con 20% de grasa 1 kg 243 318 30,9
Papel higiénico hoja simple Elite 4 rollos de 30 m 74 96 29,7
Pulpa de tomate De Ley envase 1,020 l 55 70 27,3
Huevos colorados Prodhin envase 1/2 docena 54 66 22,2
Jabón para ropa en barra Bulldog 300 g 47 56 19,1
Pasta dental Kolynos Triple Acción 90 g 32 38 18,8
Manteca Conaprole sin sal 200 g 66 78 18,2
Pan de molde lacteado Los Sorchantes 330 g 77 89 15,6
Detergente para vajilla Hurra Nevex Limón 1.250 l 84 97 15,5
Harina trigo común 0000 Cañuelas 1 kg 47 54 14,9
Yerba mate común Baldo 1 kg 158 175 10,8
Pollo ent. fresco c/menudos Avícola del Oeste 1 kg 139 151 8,6
Litro de nafta (dato final a marzo) 55 75 36,4
Supergás garrafa 13 kilos (dato final a marzo) 610 785 28,7

Fuente: Icudu.

El documento señala que gran parte de los productos elegidos para el cuadro “tienen incrementos de más de 25%”. “Esto significa que en los últimos 24 meses, más de la mitad de los productos seleccionados vieron incrementados sus precios en por lo menos una cuarta parte del valor original. En un número no despreciable de productos, además, las subas superan al 33%, de modo que los precios se ubican actualmente más de una tercera parte por encima de su valor de febrero de 2020”, se agrega.

El Icudu afirma que observar esta tabla permite de una manera intuitiva y sencilla darse cuenta de “la ‘carestía’ o ‘aumento en el costo de vida’ a la que cotidianamente se enfrentan las familias”, pero “no permite saber del impacto que estas subas pueden tener en el consumo promedio de los hogares”. “Esto se explica porque, en definitiva, esto depende no solamente de las variaciones registradas en los precios, sino también de otros factores, entre los que destaca la relevancia del consumo de cada uno de estos bienes en el gasto total del hogar”, se añade.

IPC: medida síntesis de las variaciones promedio

El análisis recuerda que en Uruguay la inflación se mide a partir de las variaciones del IPC, que releva y difunde mensualmente el Instituto Nacional de Estadística.

El índice toma en cuenta las variaciones de precios “de un conjunto de bienes y servicios” que forman parte de una canasta de consumo promedio de los hogares. Esta canasta “representativa” es “teórica” y toma en cuenta “el total de productos consumidos por un hogar promedio o ‘tipo’”, y la participación que cada uno tiene “en el gasto total del hogar”.

“Por tanto, la canasta a partir de la cual se mide el IPC incluye tanto alimentos y productos de limpieza e higiene personal como los que aparecen en el cuadro anterior, y también otros bienes y servicios que los hogares compran y consumen de manera más esporádica”, se explica. Por ejemplo, en el rubro vivienda, la electricidad, el agua y el alquiler.

El Icudu sostiene que en los últimos 12 meses la inflación se ubicó en 8,85% y “viene mostrando una tendencia creciente, alejándose del rango meta definido por el gobierno y que a mediados de este año pasa a ubicarse entre 4% y 6%”. Agrega que “en los 24 meses transcurridos de la actual gestión, la inflación solamente se ubicó dentro del rango meta (es decir, por debajo de 7%) en dos oportunidades, y en varios meses de 2020 superó el 10%”.

En este sentido, el documento advierte que sobre “este crecimiento de precios ya elevados (o al menos por encima de las expectativas gubernamentales)” es probable que haya más presión alcista debido a la invasión de Rusia a Ucrania, que ha influido en la suba del precio del petróleo y de varios commodities a nivel mundial que forman parte de la canasta básica de consumo, como el trigo, entre otros.

Pero, además, se señala que aunque el porcentaje de inflación actual (cercano a 9% anual) “no representa niveles inflacionarios dramáticamente altos” ni en la comparación mundial ni comparando con la propia historia de Uruguay, la situación se vuelve relevante “en momentos en que los ingresos de los asalariados y también de los pasivos crecen a un ritmo menor”.

“Esto es, las subas de precios registradas hasta el momento, más que relevantes en sí mismas, lo son en comparación a lo que sucede con los principales ingresos corrientes de los hogares; y que lleva a que el poder de compra de los mismos disminuya. A esto hay que agregar que la caída en el poder de compra de salarios y pasividades ya lleva dos años consecutivos, acotando el margen de los hogares que viven de estos ingresos, para mantener los niveles de bienestar que tenían previo a 2020”, afirma el análisis.

En los últimos dos años “el nivel general de los precios al consumo medido por el IPC tuvo 18,8% de incremento”, mientras que en el mismo período “el salario promedio mostró una variación del orden de 13,5%, lo que permite visualizar con claridad la magnitud de la caída del poder de compra de los ingresos de los asalariados”.

En tercer lugar, se señala que si bien el promedio fue 18,8% “dentro de los rubros de la canasta empleada para medir el IPC que tuvieron incrementos mayores al promedio en este período, destacan los alimentos, los cuales en términos promedio aumentaron 22% en estos dos años”. “A su vez, también aumentaron más que la inflación promedio algunos servicios públicos básicos cuya tarifa es definida por el Poder Ejecutivo (electricidad, agua), los combustibles (nafta, gasoil, supergás) y también los bienes de higiene personal y del hogar”, se subraya. Este aumento diferencial impacta particularmente en los hogares de menores ingresos, que son los que más gastan en porcentaje en estos rubros básicos.

¿Tercer año de pérdida salarial?

Finalmente, el documento se pregunta cómo impacta la suba de precios en los ingresos y el bienestar de los hogares uruguayos y plantea que el mayor crecimiento de los precios al consumo promedio, en comparación con el ingreso de trabajadores asalariados y pasivos, “es lo que ha determinado un menor poder de compra para estos sectores que componen (junto a sus familias) la inmensa mayoría de la población”.

Pero, además, mirando hacia adelante, el Icudu advierte que “una mayor inflación a la proyectada por el gobierno tiene importantes consecuencias sobre la evolución futura del salario real”, debido a los porcentajes de ajuste que se fijaron en los Consejos de Salarios. “En concreto, para el año que va entre julio de 2020 y junio de 2021 la mayor parte de las resoluciones adoptadas incorporaron porcentajes de 5,6% de inflación. De mantenerse para mediados de año los niveles de inflación actuales (8,9% aproximadamente), la diferencia entre la inflación efectiva y la estimación incorporada ascenderá a algo más de tres puntos. Por lo tanto, los ajustes establecidos a cuenta de recuperación serán absorbidos por el mayor crecimiento de los precios y la recuperación se postergará hasta el momento en que se paguen los correctivos, los que para la mayor parte de los convenios está establecido en julio de 2023”.

Además, los trabajadores de sectores considerados “en problemas” “a mediados del año pasado ingresaron en una segunda ronda puente de pérdida salarial”. “Para estos trabajadores, que en su mayoría ya tuvieron una caída de salario real de 4,2%, cuanto mayor sea la inflación del período, mayor será la pérdida de poder de compra que enfrentarán, en la medida en que en el año tienen un único ajuste salarial de 3%. En términos promedio, cuanto mayor sea la distancia entre la inflación efectiva en 2021 y la estimada por el gobierno (5,8%), peor será la evolución del salario real en el año, pudiendo constatarse una nueva caída en el mismo y, por ende, acumulándose tres años consecutivos de pérdida de poder de compra por parte de los asalariados”, advierte el Icudu.

Asimismo, una nueva caída de salario real en 2022 “en el marco de una economía que según las proyecciones gubernamentales se expandirá 3,8% va a representar una nueva pérdida en la participación del ingreso total para los trabajadores, en la medida en que salario y empleo crecerán menos que la riqueza generada”.

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