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Ilustración: Ramiro Alonso

Apuntes del día: Wilson y el wilsonismo

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Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

El senador Jorge Gandini dijo que ve “con muy buenos ojos” la idea de agrupar a las “corrientes wilsonistas” del Partido Nacional (PN), incluyendo la que él encabeza. En eso coincide con lo planteado por el intendente de Tacuarembó, Wilson Ezquerra, tras alejarse del sector Alianza Nacional y sostener que, sin su líder Jorge Larrañaga, no había allí liderazgo ni motivos para seguir adelante.

Ezquerra abogó por la formación de “un polo progresista” dentro del PN, y mencionó entre sus referencias la propuesta de reforma constitucional Vivir sin Miedo. El intendente se llama Wilson y su apellido se podría traducir como “izquierda”: así de entreverada está esta baraja.

¿Cuál Wilson Ferreira Aldunate define el “wilsonismo”? Hubo uno que se destacó al impulsar la modernización desarrollista del sector agropecuario (apoyada, entre otras cosas, en su propia experiencia innovadora como productor), incluyendo un proyecto de reforma agraria. Luego hubo un Wilson que, durante el gobierno de Jorge Pacheco Areco (1967-1972), se convirtió en la principal figura del PN con un programa y un discurso que hoy llamaríamos sin duda “progresistas”, y fue el candidato a la presidencia más votado en las elecciones de 1971.

Hubo un Wilson que se opuso con vehemencia al gobierno de Juan María Bordaberry y al golpe de Estado de 1973, y que denunció en forma incansable, desde el exilio, los crímenes de la dictadura uruguaya. Fue el mismo que expresó su arrepentimiento por haber votado, en 1972, la declaración de un Estado de Guerra Interno con suspensión de las garantías individuales y luego la Ley de Seguridad del Estado, que consolidaron el avance de las Fuerzas Armadas en nombre de la “lucha contra la subversión”.

Hubo un Wilson cuya estrategia para la salida de la dictadura fracasó, encarcelado cuando volvió a Uruguay en 1984 e impedido de participar en las elecciones de ese año. Un Wilson que optó por darle “gobernabilidad” al primer gobierno de Julio María Sanguinetti, tuvo una participación destacada en la elaboración, aprobación y defensa de la ley de caducidad, y podía proyectarse como favorito para las elecciones de 1989, pero falleció antes de que se realizaran. El wilsonismo es otra historia.

Por la Patria se dispersó tras la muerte de su líder. Luis Alberto Lacalle llegó a la presidencia en 1989 y dominó el PN hasta 2004, cuando fue superado por una alianza de dirigentes con Larrañaga a la cabeza, que reivindicaban con énfasis a Ferreira Aldunate.

Desde 2009 los herreristas volvieron a predominar, incluso más que antes. El sector de Larrañaga se fue dispersando y él se centró en cuestiones de seguridad pública, hasta terminar sus días como ministro del Interior. La identidad wilsonista pasó a ser descripta, en términos bastante vagos, como un énfasis en la descentralización y el papel del interior, que han sido históricamente rasgos típicos de todo el nacionalismo.

En términos de acumulación electoral hacia 2024, al PN le puede convenir el fortalecimiento de un sector no alineado tras Luis Lacalle Pou. Lo que no está claro es cuál sería su perfil y en qué sentido tendría que ver con Ferreira Aldunate.

Hasta el lunes.

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