Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
Ya estamos en la mitad del último mes del año, cuando habitualmente la actividad política decae mucho, pero hay demasiados asuntos pendientes y en desarrollo para que los dirigentes puedan estar pensando en sus vacaciones.
Las investigaciones que se van abriendo a partir de chats mantenidos por Alejandro Astesiano son muy diversas y plantean dudas graves sobre la red de complicidades y actividades ilícitas en las que participaba el exencargado de la seguridad presidencial, desde su despacho en el cuarto piso de la Torre Ejecutiva.
Al mismo tiempo, las nuevas evidencias relacionadas con el otorgamiento de un pasaporte al narcotraficante Sebastián Marset colocan en una posición muy comprometida a jerarcas de los ministerios de Relaciones Exteriores y del Interior. La denuncia penal presentada por los senadores frenteamplistas Mario Bergara y Charles Carrera se amplió, Cabildo Abierto no hace nada parecido a cerrar filas, y Guido Manini Ríos anunció, en cambio, que se reunirá con el ministro Luis Alberto Heber para tener “información de primera mano” acerca de los dos casos.
La seguidilla de acusaciones relacionadas con la gestión de los gobiernos frenteamplistas es un recurso para cambiar la agenda que ya fatiga, y un par de iniciativas adoptadas por el Poder Ejecutivo en los últimos meses resultaron sendos tiros por la culata: el decreto sobre empaquetado de cigarrillos y la denuncia penal presentada por el director de Inteligencia Estratégica del Estado, Álvaro Garcé, por la presunta filtración desde el Parlamento de un documento que nada importante decía.
Por otra parte, en los tres partidos más votados ya está muy instalada la actividad con miras a las internas de 2024, y esto es especialmente notorio en el nacionalismo, donde las agendas y declaraciones de Beatriz Argimón, Álvaro Delgado, Martín Lema y Laura Raffo se parecen cada vez más a las de contendientes por la candidatura presidencial, y obligan a mencionarlos en orden alfabético para evitar sesgos.
En medio de tantas confusiones e incertidumbres, la mayoría del Consejo Directivo Central de la educación pública también ha tenido idas y venidas en relación con una reforma curricular que parece ir construyendo sobre la marcha, con más premura política que reflexión didáctica. Hace algunas semanas había decidido descartar la propuesta técnica de pasar a calificaciones mediante juicios cualitativos, y mantener en cambio una escala de notas, de 1 a 10, pero ahora cambió de opinión y resolvió que se usen cinco viejas fórmulas, desde regular a sobresaliente.
Podría decirse que esto inclina el conjunto hacia el lado de la evaluación satisfactoria, pero parece más necesario señalar que, como en otros aspectos de la muy pregonada reforma, no da la impresión de que cambiar nombres sea lo que más urge.
En medio de todo esto, y como verdadera urgencia nacional, el poder de compra de salarios, jubilaciones y pensiones sigue sumergido y sin miras de volver a los niveles anteriores al actual gobierno, lo cual pone a mucha gente, como es lógico, de mal humor y con poca inclinación a la benevolencia ante otros problemas. Y faltan casi dos años.
Hasta mañana.